¿Por qué nunca participaré en un programa de Iker Jiménez?

9 de febrero de 2021 22:00 h

0

Entre los intensos y diversos debates que tienen lugar en el mundo de la divulgación científica hay uno que destaca por repetirse de vez en cuando: “¿En qué lugares y plataformas deberíamos centrarnos para llevar la ciencia a la gente?” Las respuestas a estas cuestiones reflejan gran diversidad de opiniones, especialmente sobre qué ámbitos serían más efectivos, y llevan a preguntas aún más críticas: “¿Son válidos todos los lugares?” “¿Es buena idea participar en actividades con gente que niega la ciencia de forma sistemática o que afirma hechos sin la más mínima prueba como creacionistas, antivacunas, terraplanistas, defensores de los fantasmas o del dióxido de cloro como la cura de múltiples enfermedades y cuyos organizadores y moderadores no tienen interés en destacar la evidencia científica?”

Muchas personas (no puedo dar un porcentaje) en el ámbito divulgador pensamos que no, que no todo vale a la hora de difundir nuestro mensaje. Compartir lugares e intercambiar discursos con personas que arrojan datos manifiestamente falsos o sin ninguna prueba solo lleva a falsos “debates” que no deberían existir. No tiene ningún sentido debatir sobre si la Tierra es redonda o plana o si las vacunas son beneficiosas para la humanidad porque no es una cuestión de opinión, sino de hechos. Poner al mismo nivel a gente que transmite información respaldada por las pruebas con personas que transmiten mensajes demostradamente falsos es, en mi opinión, un error. No puede existir equidistancia ni se le puede dar el mismo valor a los hechos y las pruebas científicas que a las mentiras y los datos falsos porque lleva a la confusión y a la desinformación.

Los programas de Iker Jiménez se han granjeado una buena audiencia desde 2005 precisamente por dar espectáculo a través del misterio y la fantasía invitando tanto a expertos de reconocido prestigio y seriedad como a charlatanes por igual. Sin ningún filtro periodístico, porque lo que importa es el show. No se trata solo de que en sus emisiones la ciencia y los hechos se pongan al mismo nivel que las mentiras y la fantasía, sino que sus narrativas van encaminadas a dejar la puerta abierta a la opción paranormal o a las afirmaciones sin ninguna prueba científica, aunque sepan perfectamente que están vendiendo humo. Incluso aunque se trate historias inventadas o fraudes, como pasó con el Cosmonauta Fantasma o las caras de Bélmez, por citar unos pocos casos, la opción del misterio, la falsa narrativa, siempre queda ahí. Cualquier mensaje, absolutamente cualquiera por muy delirante que sea, tiene cabida en un programa de Iker.

Como explica César Noragueda en Hipertextual, los programas de “Cuarto Milenio” han estado llenos de despropósitos. Con respecto a sus contenidos médicos, ha sembrado la desinformación sobre la homeopatía, el reiki, la hipersensibilidad electromagnética o el origen del SIDA, entre otros muchos temas.

En cuanto a sus contenidos recientes desde enero de 2020, sus programas han tenido un importante cambio de rumbo cuando trataba temas sobre la pandemia, alejándose un poco de las conspiraciones sobre el coronavirus y acercándose a las evidencias científicas, algo que ha sido muy criticado por sus propios fans negacionistas de la pandemia. En cualquier caso, igual que podíamos encontrar en sus programas a científicos de reconocido prestigio y labor como Adolfo García Sastre o Margarita del Val, también encontrábamos a personas “especializadas” en conspiraciones y parapsicólogos. De la misma forma que en un programa se podía explicar el funcionamiento de las diferentes pruebas diagnósticas de COVID-19 con rigor, podíamos también encontrar en otro a una científica afirmar sin absolutamente ninguna prueba que el SARS-CoV-2 era un arma biológica creada en un laboratorio, a colaboradores habituales especular sobre si la CIA estaba detrás del coronavirus para perjudicar al país asiático o era responsable la propia China.

Conociendo la trayectoria del programa y sabiendo que en numerosas ocasiones Iker ha defendido sus contenidos argumentando que van expertos a sus programas, el pasado sábado 6 de febrero di mi opinión al respecto y mi mensaje llegó lo suficientemente lejos como para que Carmen Porter, esposa de Iker Jiménez y copresentadora de sus programas, me confirmara, efectivamente, que gente como yo no es bienvenida:

La respuesta podría parecer inocente si no fuera porque se imponía una narrativa falsa a partir de un mensaje aislado y sacado de contexto, que fomentó un bombardeo de decenas de personas con ataques e insultos personales durante días hacia mí acusándome de haber negado la pandemia, haberle quitado importancia o de ser responsable de miles de muertos en España. La COPE también se hizo eco del mensaje sin prestar atención a mi réplica. Porque, una vez más, Carmen Porter no tuvo intención de hacer periodismo ni de contrastar la información porque no le interesaba.

Si Porter hubiera hecho un poco de labor periodística, habría comprobado, entre otras cosas, que dicho mensaje se refería a la situación de China, que había sufrido un gran incremento de casos en cuestión de un día por un cambio de criterio epidemiológico. Desde mediados de febrero en dicho país los casos fueron disminuyendo hasta que se logró eliminar casi totalmente la epidemia en marzo. En aquella época, solo se conocían 2 casos de coronavirus en España (meses más tarde sabríamos que había muchos más) y yo nunca especulé sobre los casos que podría haber o no en el futuro, porque ni yo ni nadie podía saberlo. Sin embargo, eso no fue obstáculo para que en uno de los programas de Iker Jiménez, Milenio LIVE del 25 de enero, uno de los participantes dijera: “Estoy convencido de que va a haber casos puntuales, gente que ha viajado y que en algún momento pueda haber algún caso puntual, pero van a ser a cuentagotas”. Una participación que el propio Iker destacó en su página web “para no caer en el pánico”.

Antes de descalificar, Porter habría hecho bien en contrastar la información y comprobar que ya el 27 enero avisaba del riesgo de que el coronavirus se extendiera por el mundo: “No hay que olvidar que, por muy baja que resulte la mortalidad asociada a un virus, si no se toman medidas de prevención para evitar su expansión, puede terminar afectando a millones de personas”.

El 26 de febrero volvía a alertar en Twitter, hablando de la posibilidad de que se saturaran los centros sanitarios y de que había que esperar lo mejor, pero preparase para lo peor:

El 27 de febrero volvía a insistir. Avisaba de que “hay muchos más casos de los que conocemos y eso implica que la epidemia es más difícil de controlar” y alertaba: “Aunque la letalidad del virus sea bastante baja, si este llegara a expandirse a las poblaciones, podría matar a numerosas personas ancianas y pacientes afectados por diferentes enfermedades. De ahí que las autoridades sanitarias estén destinando grandes recursos a evitar que este escenario se convierta en una realidad. Por muy leve que sea un virus, si se transmite a millones de personas, miles y miles de personas vulnerables estarían en peligro”.

No me ha hecho falta participar en un programa de Iker Jiménez para sufrir su desinformación directa. Tras padecer la labor “periodística” de una de sus responsables fuera del programa y el acoso de sus seguidores durante días, solo puedo decir: Es un halago, Porter, que afirmes que no me llamaréis nunca. Llevaré ese mérito con orgullo.