Escribo desde una ciudad europea nublada. Qué cliché, una columna desde un lugar vacacional. No debería, pienso. Leo los periódicos: hambre infantil en Catalunya. Cuentas suizas en la audiencia nacional. Cinco pateras desaparecidas. No debería. Qué cliché, escribir desde afuera.
A mi lado, en esta ciudad con nubes una pareja joven se despereza. Piensan en tomar otro café, otro croissant. Quizás a mediodía el tiempo cambie un poco y puedan ir de picnic a un parque. Y si no, comprar productos biológicos en un mercado, dormir la siesta, quizás ir a una exposición.
Hambre infantil. Cuentas suizas. Cinco pateras.
La pareja que está a mi lado tiene un bebé durmiendo en un capazo. Llevan ropa holgada, cómoda y elegante. Ella lee una revista de arte, él repasa los titulares del periódico más leído del país en el que estamos. Otro café. Una cucharilla que tintinea. A lo lejos, junto al río, una banda toca música alegre y la gente se arremolina para escuchar y bailar un poco.
Hambre infantil. Cinco pateras.
En el periódico europeo del hombre joven que está a mi lado hay alguna noticia sobre España. Algo sobre Gibraltar, algo sobre la recesión, algo sobre las discotecas de Ibiza. La mujer joven le pregunta sobre una película que quiere ver y él levanta la vista y le explica el argumento. El bebé sigue durmiendo, plácido.
Hace unos años un taxista en una ciudad latinoamericana en estado de sitio me preguntó: “¿Cómo nos ven a nosotros desde España?”. No pude darle respuesta, habría sido descorazonador para él. Tendría que haberle dicho que no se ve casi nada desde otro lado: los tanques, la policía subida a caballo, alguna calle ardiendo, la imagen del caos impresa en el papel. Una imagen, eso es muy poco.
Hambre infantil.
¿Cómo nos ven? La pregunta, tan anhelante.
La pareja que está a mi lado sigue charlando sobre películas, exposiciones, futuras comidas en parques, proyectos laborales satisfactorios, vinos italianos a buen precio, escapadas románticas al sur, el sabor de la rúcula fresca.
¿Cómo nos ven? En formato, a dos columnas, podría haberle contestado. Después se levanta la vista de la foto y el agosto sigue su curso, tranquilo, a veces amable.
A mi lado, el hombre joven hace rato que ha cerrado el periódico.