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Regreso al futuro: las alternativas de un Gobierno 'de cine'

Euprepio Padula

La investidura fallida del candidato del PP, Mariano Rajoy, nos deja un panorama político incierto y la clara sensación de un total desgobierno. Unas terceras elecciones generales en un año son una opción que no conviene a nadie. Sin embargo, ningún partido parece tener claro como plantear el futuro de ahora en adelante.

Lo cierto es que frente a la falta de asunción de responsabilidades y la nula autocrítica de los partidos, los ciudadanos son los únicos que no tienen la culpa de una situación, patética y vergonzosa, a la que se ha llegado por la incapacidad de sus representantes públicos para manejarse en un país más plural que hace cuatro años. El multipartidismo que han reflejado las urnas desde las elecciones municipales de mayo de 2015 ya NO es, por mucho que les cueste a los partidos tradicionales, un fenómeno pasajero. Y NO es una “enfermedad” de nuestro sistema, es sencillamente lo que quieren los ciudadanos porque así lo han reiterado, por primera vez en aquellos comicios locales y con mayor énfasis aún en las dos últimas elecciones generales.

Pensar que alguien anhele una tercera convocatoria es un absoluto fraude democrático. Y es así porque es evidente que los resultados, fueren los que fueren, tampoco contentarían a todos, a menos que alguna fuerza política consiguiera alcanzar la mayoría absoluta de la Cámara Baja, única solución con la cual se sentirían cómodas sus señorías. Frente a quienes sostienen que votar nunca puede ser un fraude, conviene aclarar que sí que lo es, en tanto en cuanto se pretende forzar al cuerpo electoral a inclinar su voto hacia una solución 'viable' de cara a la futura gobernabilidad, y no hacia la opción política que realmente desean.

Para el manejo de esta nueva situación, son necesarios líderes políticos de mayor nivel que el actual. Hombres de Estado capaces de negociar, como sí es costumbre en la mayoría de las democracias de la Europa Occidental. Se ha insistido ya en que si nuestros actuales representantes fueran responsables de una corporación privada, haría meses que estarían en la calle. Piénsese entonces cuánto más importante es un Estado que una gran multinacional.



Dicho lo cual, las opciones posibles pueden ser hasta cinco: un segundo intento de Mariano Rajoy, a lo que el PP no se ha cerrado –“volvería a ser candidato de mi partido” ha dicho el interesado–; un gobierno alternativo del PSOE, Ciudadanos y Podemos; un Ejecutivo compuesto por Pedro Sánchez más los independentistas y Unidos Podemos; o una cuarta que sería el replanteamiento –ya se hizo tras el 20-D– de un candidato independiente, defendida hasta ahora solo por Albert Rivera. Habría una quinta; una nueva cita electoral.


Rajoy. “La vuelta del rockero parlamentario”

El PP, acabada la fallida sesión del viernes y aún caliente tras el lamentable enfrentamiento entre su portavoz, Rafael Hernando y Albert Rivera, cerró filas con su presidente. NADIE, aparentemente aún, discute el liderazgo del 'talento de Pontevedra'. Un día después de su revolcón parlamentario, pudimos ver cómo la dirección popular arropaba, cual mosqueteros, a su 'Rey indiscutible'. Algunos se llegaron a mostrar completamente seguros de que Rajoy se presentará a una nueva investidura después de las elecciones vascas y gallegas. Lo cierto es que a Mariano Rajoy le costaría mucho volver a intentar lograr la confianza de la Cámara, y más después de que Rivera pidiera, eso sí con elegancia y sin perder las formas, que el PP diera paso a un nuevo candidato y después de que Inés Arrimadas afirmara, junto con otros colegas 'naranjas', que “ese pacto ya ha caducado”.

Si volvieran a conseguir reeditar este “amor de verano” –o 'polvo rápido', como algunos conocen ya este pacto–, necesitarían estar pendientes de los resultados de las elecciones del próximo 25 de septiembre en Galicia y en Euskadi, en cuyos resultados podría estar la llave de la gobernabilidad. Sin embargo, no pocos creen que es una esperanza inútil porque el PNV ha dicho claramente que no va a necesitar la gaviotas de Génova. Por lo que a una posible nueva mayoría absoluta en Galicia para Feijóo, tampoco es probable que hiciera cambiar el color del voto de Pedro Sánchez. Incluso aunque sus resultados fueran un desastre.

El Gobierno del cambio: Socialistas y Unidos Podemos. “Terror en el IBEX”

La formación morada lleva tiempo presionando al PSOE y ofreciéndole en bandeja su apoyo para intentar el 'Gobierno del cambio'. La respuesta hasta ahora ha sido: “Es el momento de Mariano Rajoy”.

 Al término de la fallida investidura de Rajoy, Sánchez, aquel mismo viernes, se insinuó a esas “fuerzas del cambio”: “¿Qué más razones necesitamos para ponernos de acuerdo?”.

Parecía esta una declaración de amor a Iglesias y al propio Rivera –con el 'Pacto del Abrazo' en el recuerdo– para buscar una solución que destronara a Rajoy.
 Pero los socialistas, no sólo Hernando sino el propio Sánchez, han reiterado en las últimas horas que el líder del PSOE no se presentará a una nueva investidura si no la tiene asegurada. Lo mismo han hecho desde Ciudadanos. Nadie va a volver a pasar por la “vergüenza” de otro intento fallido. ¡Ambigüedad y ambigüedad!

Unidos Podemos, por su parte, mira la candidatura de Sánchez, no como un acuerdo de investidura, sino como un indispensable pacto de gobierno: “Pediremos a Ciudadanos que se abstenga en un ejecutivo del PSOE y Unidos Podemos”, aseguró Iglesias el pasado viernes. Una opción inviable porque, desde la formación naranja, se incide en que jamás se abstendrán para dar luz verde a esta alternativa. ¡El NO es NO y que parte del NO no ha entendido, hora es de Ciudadanos!

Sánchez, Podemos e independentistas. “El diablo se viste de Rojo”

Pedro Sánchez también podría ser presidente sumando los escaños del PSOE, Podemos, ERC, PDC y PNV. 178 escaños: suficientes para conquistar la Moncloa.

 En Podemos estarían encantados. Sin embargo, la condición sine qua non de un referéndum en Catalunya hace casi inviable esta opción. Parte de la dirección socialista y de su propio cuerpo electoral, la más 'españolista', se tirarían a la yugular de su secretario General. Esta fórmula por tanto sería otra pasión inútil.

 A más a más, en ese pacto no participaría Ciudadanos, por ser una fuerza cuya defensa de la unidad del Estado va incorporada en su ADN fundacional. Rivera y sus lugartenientes han repetido en incontables ocasiones que no pactarían “con quienes quieren romper España”. Imposible.

Un candidato independiente. ¿Quién es ese hombre…?

Se abrió a esa alternativa Albert Rivera en su intervención parlamentaria del día de la segunda votación. Fue en momento exacto en el que disparó al PP un dardo inesperado al afirmar que podrían replantearse si otro candidato, marcando así de nuevo distancias con Rajoy obviamente, sería más óptimo para aspirar a la presidencia. Cierto es que días más tarde, como suele ser habitual en los 'naranjas', su número dos, José Manuel Villegas, ha vuelto a matizar la propuesta. En cualquier caso llueve sobre mojado porque los de Rivera lo han venido planteando de forma intermitente desde las primeras elecciones del 20D. 
Baste decir que esta propuesta es tan improbable como que sirve solo para reafirmar el buen talante negociador de Albert Rivera… pero nada más.
 “Rajoy es nuestro candidato. Ganó las elecciones con un apoyo de 8 millones de españoles y fue el único que mejoró en votos, porcentajes y escaños respecto a las elecciones del 20D”, contestó María Dolores de Cospedal tras el ya citado Comité Ejecutivo del Partido Popular del pasado sábado.

Rajoy no se irá. Fin de la cita. Solo quienes no conocen lo suficiente al presidente en funciones pueden pensar que se apartará, o por petición de su partido o por imposición de otros.

La pesadilla de unas terceras elecciones. “Pesadilla antes de Navidad”

Para evitar unos terceros comicios, algo que constituiría una absoluta vergüenza de cara a Europa y, especialmente, a los ciudadanos españoles, habría que contar con un presidente investido antes del próximo 31 de octubre, sometiéndose a la confianza de la Cámara, como muy tarde, durante la semana del 24 al 30 de ese mismo mes.

 Todos los partidos políticos han asegurado, MINTIENDO, que es la única opción que no se plantean. Si esto fuera cierto, habríamos asistido a un auténtico debate de investidura y NO a lo que para muchos fue el primer acto de una nueva campaña electoral. Un primer mitin en el que cada una de las palabras de los candidatos estaba dirigida a sus potenciales electores, y no a dialogar con los contrincantes.

Es evidente que esta opción es la que cobra más fuerza y lo único que interesa en realidad a los “cuatro magníficos” es quien asumiría la culpa de cara a los votantes y quien, por tanto, correría con el cargo de la factura electoral.

 En los últimos días, los medios de comunicación casi al completo exigen que se permita gobernar a la fuerza más votada para evitar la inédita foto de unas mesas electorales en las que, entre voto y voto, votantes e interventores de los partidos se coman el turrón y los polvorones navideños. Una desconcertante imagen que nos convertiría en el hazmerreír de todo el planeta.

Una cartelera de espanto frente a la que los CIUDADANOS no pueden asumir la responsabilidad de unos políticos incapaces de acometer con eficacia su trabajo, aunque sí de seguir cobrando su sueldo. España necesita con urgencia capacidad de negociación y altura de miras por parte de quienes nos han llevado al ridículo internacional. En Europa y en el resto del mundo hay numerosos Gobiernos de coalición y solo la buena fe, el altruismo y el abandono de personalismos estúpidos pueden solucionar esta situación.

Y recordar....¡Los ciudadanos son responsables de votar a políticos honestos pero NO de su falta de diálogo y incapacidad de negociar!

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