Ante el nuevo curso político que se abre en nuestro país, tras los resultados electorales del 23J, el nuevo ejecutivo que se forme deberá incorporar ciertos rasgos económicos de naturaleza global y las diatribas geopolíticas en las que España se va a desenvolver. Desde un punto de vista económico, la desaceleración global en marcha, unida al cambio climático y el carácter finito de los recursos materiales, debería servir de guía a la clase política nacional, europea y global para emprender cambios estructurales profundos.
El nuevo ejecutivo tendría que incorporar en su hoja de ruta el nuevo mundo multipolar hacia donde nos dirigimos, y que obviamente pasa por asumir la necesidad de colaborar y armonizar nuestras relaciones económicas con los países BRICS. Ambos temas, economía y geopolítica, van de la mano. Un ejemplo, lo que está sucediendo en la zona de influencia francesa en África, donde distintos líderes militares formados fuera de su país están terminando con gobierno pro-occidentales vía distintos golpes de estado, en su mayoría apoyados por la población nativa. Lo que les une a todos ellos es el carácter antiimperialista de sus acciones contra la hegemonía occidental, en este caso la metrópoli francesa, que durante décadas ha estado saqueando los recursos naturales de estos países, además de someterlos económicamente a través de la divisa.
Ciertos rasgos de la economía global
Los gobiernos de los distintos países se van a encontrar con tres certezas. La primera, en el corto plazo, una desaceleración económica global. La segunda, a camino entre la urgencia inmediata y una visión de largo plazo, el cambio climático, que es una realidad cuyas consecuencias negativas van más rápido de lo esperado debido a la inacción humana. La tercera, el carácter limitado de los recursos naturales, concretamente el agotamiento de los minerales. Ello no quiere decir que desaparezcan, sino que cada día hay menos y costará más extraerlos. Veamos brevemente cada una de estas tres certezas.
La economía global se desacelera. De eso ya hemos hablado ampliamente desde estas líneas. Las razones ya la saben ustedes, una irresponsable mezcla de políticas económicas restrictivas –monetaria y fiscal–, unida a una crisis de deuda privada en los países anglosajones. Pero faltaba por sumarse ese ingrediente que siempre adereza y da un sabor especial a cualquier coctel recesivo, el Leviatán de la banca sistémica occidental.
Respecto al cambio climático y sus efectos negativos sobre nuestras vidas, basta con echar una ojeada a los dos últimos veranos para entender que ya llegamos tarde. Pero la resolución no pasa por un decálogo de buenas prácticas que suele acabar en nada. Es necesario repensar nuestro modelo de crecimiento de manera que se produzca un cambio de composición en el mismo que implique un menor consumo energético e hídrico. La alternativa, el decrecimiento económico, donde además habría que compensar a familias y empresas para que lo asumieran. Honestamente creo que el cambio de composición sería socialmente lo más justo y eficiente. Los avances tecnológicos además servirían de enorme ayuda. Pero no debemos asumir que estos últimos serán suficientes para corregir el problema. Recomiendo encarecidamente echar una ojeada a lo que desde la comunidad académica se está publicando. Entre las diversas revistas académica es muy interesante lo que se publica en Ecological Economics. Un botón de muestra el artículo recién salido del horno: “How to pay for saving the world: Modern Monetary Theory for a degrowth transition”.
Finalmente, es necesario incorporar en la toma de decisiones de nuestros gobernantes el carácter limitado de los recursos naturales, concretamente el agotamiento de los minerales. Vistas las tendencias actuales de extracción de minerales es obvio que el agotamiento de los recursos minerales no es un objetivo prioritario en los centros de decisión política y económica globales. El problema es que si no se hace nada acabaremos, tal como detallan en sus estudios y publicaciones los académicos de la Universidad de Zaragoza, Alicia Valero, Antonio Valero y Guiomar Calvo, en Thanatia, una tierra hipotética donde todos los materiales concentrados se habrían extraído y dispersado por la corteza terrestre donde, además, también todos los combustibles fósiles se habrían consumido. De la amplia serie de publicaciones de estos autores, recomiendo a nuestros gobernantes su obra divulgativa “Thanatia. Limites materiales de la transición energética”.
Aspectos geopolíticos
Nos movemos hacia un mundo multipolar. De ello hablamos en el último post, del inexorable inicio de un período de hegemonía china. La ampliación de los BRICS, su potencial económico, sus ingentes recursos naturales y demográficos, su potencial investigador y educativo, les dota de la capacidad suficiente para disputar el control occidental sobre el planeta. La solución óptima pasa, sin duda, por, desde Occidente, asumir esta nueva realidad multipolar, de manera que la cooperación, y no el conflicto, fuera la estrategia finalmente adoptada, sobre todo por parte del eje Washington-Londres. Europa en este sentido no deja de comportarse como una mera colonia de los Estados Unidos, sin voz propia.
Si relacionamos los problemas económicos comentados con la realidad multipolar, queda claro que la falta de cooperación se traducirá en intento por parte de los distintos bloques por controlar y saquear los recursos naturales del resto del planeta, muy especialmente en Sudamérica y África. Ahora entenderán ustedes los movimientos en la zona de influencia francesa en África, y los golpes de Estado en varios de esos países. Detrás de todo, sin duda, al margen del carácter antiimperialista de quienes los promovieron, el control de sus ingentes recursos naturales, hasta ahora saqueados en exclusiva por Francia y Occidente. No descarten ustedes, por lo tanto, un conflicto armado que afecte a distintas naciones africanas. La condición humana de nuestros dirigentes no nos deja nada más que hacer caso a ese refrán que dice algo así como “prepárate para lo mejor y piensa lo peor”.