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Aquí hay mucho Ruiz-Mateos

José María Ruiz-Mateos. / Efe

Jesús Cintora

Despedimos a Ruiz-Mateos, precursor de la corrupción patria en tiempos de democracia. Todo un símbolo de que hay cosas en España que no han cambiado tanto. Y, si no, pasen y vean.

Don José María se va con varias causas pendientes, con tufo de impunidad y habiendo dicho que los jueces eran “mierda”, porque, visto lo visto, era eso lo que le importaban. Y es que Ruiz-Mateos pisó la cárcel (como Bárcenas o Blesa, también Soto del Real), pero sobre todo pasó los años cachondeándose de la justicia, con alto nivel de vida y sin que sepamos dónde está la pasta que amargó la existencia a miles de estafados. ¿Les suena?

Ruiz-Mateos fue un precursor de la ingeniería financiera, los testaferros, las sociedades instrumentales, el fraude, la estafa, los paraísos fiscales... Qué carne más débil la de estos “emprendedores” de misa y comunión diaria, que roban a los pobres para tener su cielo en la tierra y que se llenan la boca de España, pero la bolsa la llenan en otra patria.

En algo más el “emprendedor” de Rumasa fue un adelantado a su tiempo. En que pensemos que nos reímos de ellos, cuando se nos están riendo a la cara. Antes que el abrigo gánster de Bárcenas, el bañador transparente de Rato o el dinero bajo el colchón de los ERE, ahí estaba Superman Ruiz-Mateos, autor del “que te pego leche”, demostrándonos que todo se pega, menos la hermosura. Los shows a las puertas del juzgado parece que bastan, a falta de esos juicios que no llegan, mientras hacemos chanzas.

Estirado como Urdangarin, con gomina a lo Correa, traje impecable como Bárcenas o salvapatrias a lo Pujol. No me dirán que Ruiz-Mateos no dejó escrito el manual. Además, ya los jóvenes del Naranjito aprendimos que había otra abeja que no era Maya y vimos al fundador de Rumasa como un dulce ser, perseguido, vilipendiado. Porque hay, en conclusión, algo en todo esto que es demoledor: también nuestros chorizos tienen sus partidarios. Aunque piquen, aunque repitan. El reincidente Ruiz-Mateos fue defendido a ultranza por muchos, porque era “de los nuestros”. La culpa era de los rojos, que querían acabar con un empresario ejemplar. Igual roba, pero más roban ellos y encima da trabajo. Por eso, conocidas ya sus andanzas, algunos siguieron confiándole los ahorros y llegó a presentarse a las eleciones y consiguió que lo votaran. Tomemos nota. Descanse en paz.

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