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Sumar recoge el desastre que ha sembrado

La líder de Sumar y vicepresidenta segunda del Gobierno Yolanda Díaz vota en las elecciones europeas en Madrid

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Es una triste paradoja europea que haya llegado a España antes la italianización de la izquierda que la tan anunciada pasokización del PSOE. No es nada que no se lleve años advirtiendo en este mismo diario de manera constante y tenaz a pesar de los intentos por silenciar las voces que contábamos el proceso de autodestrucción paso por paso. La política de la izquierda de estos últimos tiempos ha centrado más energías en pasar deudas pendientes a compañeros del espacio que a mejorar la vida de la clase trabajadora. La política de la venganza solo crea destrucción mutua. Puede que para quien quiera una izquierda transformadora sea una buena noticia lo que ocurrió ayer en las elecciones europeas. La única manera de volver a construir un proyecto que se fije únicamente en solucionar los problemas de la gente es destruir todo lo que hay ahora y volver a las certezas pasadas. Yolanda Díaz ha fracasado en su papel de líder de Sumar. 

Lo normal cuando se tiene un nefasto resultado es buscar culpables fuera para evitar asumir las consecuencias de tus propias decisiones. Hay muchas voces que se equivocan y solo miran a la actitud de Podemos para explicar el hundimiento. Lo cierto e irrefutable es que si aspiras a un porcentaje de votos del 10% no puedes pelearte o maltratar a las dos únicas formaciones de ámbito nacional que hay en la izquierda. Sumar no ha sido capaz de obviar la necesidad de abandonar el resentimiento provocado por las actitudes cesaristas pasadas de la dirección de Podemos y no manejarse con similares comportamientos. No importa lo que te hicieran en Podemos, que si quieres conformar una plataforma de izquierdas tienes que tragar sapos y aglutinar a los que odias. Puede que no fuera posible, puede que ese sea el fracaso, pero es el difícil papel que Yolanda Díaz tenía y no ha logrado realizar. 

Ya hemos contado durante dos años las pifias, errores y estrategias tóxicas de Podemos y ahora es tiempo de que Sumar haga la autocrítica que siempre le hemos exigido al partido morado cuando se cerraban la urnas y se constataba una debacle. Todo se ha hecho mal desde que se constituyó la formación en Magariños. Integrar a Podemos en la coalición pero sin darles visibilidad, apretando y presionando, sin ser conscientes de que así solo se produciría la ruptura, presentarse a las elecciones autonómicas en territorios sin implantación sacando unos resultados nefastos desgastando la marca, enfrentándose a partidos territoriales como Más Madrid que llevan tiempo advirtiendo en la interna que se está despreciando a los partidos que conforman Sumar, y por último, con una conformación de listas en las europeas que humilló al único partido con fuerza territorial nacional y una campaña en las europeas frustrante, errática, sin rumbo, y más pendiente de no ser troleado por Podemos que por proponer un proyecto para Europa. Estrella Galán ha sido una pésima candidata. Sin discurso, carisma ni capacidad para impactar ni ilusionar. Una candidata tecnócrata progre, empresaria del tercer sector y de una burguesía BoBo que no movía ni un solo voto. Se justificaba en la formación de Yolanda Díaz su presencia por el conocimiento del tema migratorio, pero ni siquiera fue capaz de destacar en el tema del que se supone que es experta en los debates. Para ese camino hacían falta otras alforjas. Galán parecía más una candidata novata del PSOE que la número uno de una formación que incluía en su coalición al PCE. No había ningún incentivo en la izquierda para dar un apoyo a alguien como Estrella Galán. 

El maltrato a IU en estas europeas fue el punto culmen de la estrategia de autolesión de Sumar. Después de acabar enfrentado de manera violenta con Podemos, su partido matriz, tensaron la cuerda con los comunistas hasta rozar la ruptura, solo salvada por la responsabilidad de la dirección de IU y el compromiso abnegado de su militancia. El sapo lo pasaron pidiendo tener autonomía en la campaña para meter sus propios mensajes, lo que hacía evidente las diferencias con Sumar y trasladaban a los electores una unión ficticia. Nadie creía en la unión y se notaba en la campaña. Lo mismo que ocurrió en las elecciones del 23J con Podemos haciendo campaña de brazos caídos se vio con IU haciendo una campaña que solo era de Sumar por el logo. En 2014 IU y Podemos lograron un 18% de los votos. Aquello fue el inicio de la irrupción brutalista de la formación morada, desde entonces, han pasado del 10% en conjunto en 2019, a menos de un 8% por separado en 2024. IU hace diez años logró sacar más votos que Podemos y Sumar juntos y se va a plantear si son capaces de replicar esos resultados en solitario. 

Mención aparte merece Podemos. Que está celebrando su resultado. Su 3%, con su mejor candidata, con todos los recursos del partido a su disposición. En serio, lo estaban celebrando. Irene Montero ha perdido con Alvise. La ex ministra de Igualdad ha sacado 270.000 votos menos que un troll de internet. No es un bagaje para estar demasiado orgullosa si se aspira a cambiar las cosas. Pero es cierto que ya no aspiran a ese cometido y solo buscan destruir a Sumar para ocupar su espacio por pequeño que sea. Puede que haya quien celebre victorias personales que son derrotas colectivas. Puede que haya alguien que esté tentado de considerar una buena noticia el absoluto desastre que supone tener dos partidos de nicho enfrentados a muerte. Pero no es más que una guerra de desangre mutuo en el nicho de la irrelevancia que solo favorece unas escasas cuentas corrientes. 

Soy un firme defensor de los frentes amplios y de la máxima de Eric Hobsbawm en la que advierte que no hay tema más capital que una izquierda fuerte y unida. Pero no me hago trampas retóricas y conozco la situación de nuestra izquierda, no hay ninguna posibilidad de que eso suceda. La izquierda no está desunida por diferencias estratégicas, lo está porque se odia en su lucha a muerte por controlar un espacio cada vez más menguante que no deja espacio para nadie. Mientras Yolanda Díaz, Íñigo Errejón, Irene Montero e Ione Belarra tengan la dirección de la formación, con Pablo Iglesias intoxicando desde fuera sin asumir su salida, no hay ninguna posibilidad de que la izquierda de nuestro país tenga futuro. Simplemente no es posible construir nada con todos ellos dentro porque hay demasiada inquina y odio. El napalm ya tiene que ser administrado de manera general y empezar a construir algo nuevo desde la tierra quemada. 

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