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Tiempo de ocas

El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.

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¿Y cómo podría gustar a todos, yo que siempre me empeñé en gustar a pocos?

Petrarca

Nos han encendido ya la Navidad –¡qué despropósito!– y en las granjas del Périgord o Aquitania deben estar culminando los pedidos de foiegras para tantas mesas festivas. Esa delicia gastronómica de origen romano enciende los ánimos de los animalistas y ha llevado a la UE a vigilar de cerca las mecánicas utilizadas para forzar la acumulación de grasa en los hígados de gansos y ocas. Cebarlas mediante un embudo que les impide cesar de engullir alimento era el método más tradicional y ese es el que me ha venido a la memoria al ver la capacidad humana de engullir batiburrillos de ideas y avalarlas –no en vano engullir en francés se dice avaler– a la par que se degluten a modo de mazacote que en vez de provocar una esteatosis hepática del hígado la crea en la mente. 

Ese es el motivo por el que ahora resulta tan fácil para todo el mundo explicar las cosas. No hace falta preparación ni especialización ni años de esfuerzo sino sólo comprar el pack prefabricado. Voy al grano. ¿Qué necesidad hay de crearse un criterio, estudiar sentencias, consultar fuentes, para determinar en qué casos hay o no desviación de la norma, qué casos son atípicos y cuáles correctos si ahora basta con asumir que todo lo que perjudica a los míos es espurio y todo lo que los beneficia plausible? 

Eso es lo que se ha hecho estos días colocando en la misma bandeja decisiones de naturaleza muy diferente y, por tanto, que merecen una calificación democrática, jurídica y hasta moral muy distinta: el informe de CGPJ sobre la no idoneidad de la renovación del fiscal general del Estado, la sentencia de la Sala Tercera que anula el nombramiento de la presidenta del Consejo de Estado y las maniobras procesales del magistrado del Central de Instrucción 6. Resolverlo todo con la brocha gorda de la guerra judicial es tan torpe que no merece comentario. A los que llevamos décadas denunciando puntualmente el mal funcionamiento de las instituciones de forma razonada, nos descoloca esa proliferación de conocedores a favor de corriente que lo desbrozan todo al grito de “judicatura franquista”, “lawfare”, “batalla contra el Gobierno”. Pues miren, va a ser que unas cosas sí y otras no y que avalarlas todas, como no les queda otra que hacer a las ocas, no es lo más propio del pensamiento crítico. 

Les destripo la película: lo del CGPJ con Álvaro García Ortiz es pura oposición política y gremial, lo de Valerio es un avance democrático contra la discrecionalidad con muy buenas noticias y lo de García-Castellón es delirante y así debería de ser denunciado por sus compañeros. Cada una de estas conclusiones tiene sus razones y paso a exponerlas para aquel que rechace los sistemas de alimentación forzados y los considere maltrato de su propia inteligencia. 

Hubo quien pensó que al ser una renovación bastaba con volver a nombrar a García Ortiz en el Consejo de Ministros y llevarlo después a firmar al Rey. Había carabinas cargadas esperando a que al Gobierno se le ocurriera hacer tal cosa. No hay precedentes de renovaciones de mandato, así que era un terreno por explorar y las impugnaciones del nombramiento se hubieran producido. Aplaudo pues la decisión de llevar a cabo el proceso completo marcado en la ley aunque ya se cumpliera la vez anterior. El informe del CGPJ es un trago poco amargo, pues a estas alturas es un órgano demediado y el desprestigio es tan grande y la decisión adoptada por tan pocos y tan sumisos que no tiene mayor recorrido. El informe de los vocales conservadores del extenuado y caducado Consejo consiste en un ejercicio de supervisión de la tarea del FGE que no les compete. Los motivos que exponen para negar la idoneidad que concedieron hace un año analizan la gestión de la Fiscalía, los nombramientos, las circulares y en general la actuación de Álvaro García, incluso usando datos erróneos. Todo ello está fuera de sus competencias. Un servicio in extremis a la asociación conservadora de fiscales y al PP. Poco más que decir. Incluso si no te gusta cómo lleva la Fiscalía General del Estado García, eso no lo convierte en no idóneo.

Sin embargo, la sentencia que anula el nombramiento de Valerio es una buena sentencia, sin ninguna tacha posible ideológica o política al tribunal y que abre la puerta a un mayor control de la sociedad civil de las desviaciones y arbitrariedades del poder político en los nombramientos discrecionales. No cabe que un demócrata se oponga al aumento de control de la discrecionalidad. El tribunal no admite tacha ni siquiera para un grupi del Gobierno y la sentencia es clara y cabal. La admisión de la legitimación activa de la fundación Hay Derecho es muy buena noticia. Miren, en la jurisdicción contencioso-administrativa la restricción de la legitimación activa, casi siempre exclusiva para perjudicados, ha evitado en muchas ocasiones el control de acciones dudosas del poder. Les pongo un ejemplo: cuando denuncié el nepotismo del cambio de carrera de la hija de Marchena, el asunto no pudo ser analizado en el Supremo porque sólo las perjudicadas directamente podían pleitear y las había, pero ya se ocuparon de ofrecerles lo que querían –pasar de fiscales a jueces– para asegurarse que no había causa. 

Así que es buena noticia que se amplíe la capacidad de cuestionar la ilegalidad de los nombramientos. No se trata, como arteramente ha pretendido el ministro de Justicia, de que esta decisión abra la puerta a que una entidad privada “ponga en cuestión una decisión que corresponde al Gobierno”. Le corresponde al Gobierno pero cumpliendo la ley y que entidades de la sociedad civil puedan acotar la discrecionalidad del gobierno si se sale de lo legal es una noticia inmejorable. Luego han enredado con el concepto de “jurista de reconocido prestigio”, que es el requisito legal aunque, en realidad, lo que no está claro es que Valerio sea ni siquiera jurista. O sea que no es el prestigio exclusivamente lo que está en solfa. Estudiar Derecho y no ejercerlo no te convierte automáticamente en jurista y menos de prestigio. El nombramiento, por primera vez, estiraba tanto el concepto que ha roto la goma y la paciencia. ¿Es Ayuso periodista por haber estudiado en su día Periodismo? ¿Se la podría nombrar para un hipotético puesto de periodista de reconocido prestigio? Si los méritos de Valerio, que son muchos, se han desarrollado como funcionaria y política, pretenderla jurista es irse de caña. ¿No tiene el Gobierno suficientes juristas reconocidos de confianza a lo que nombrar? Colocar bien a los de uno es lealtad de partido pero no es requisito que aparezca en las normas. 

Por último el caso de García-Castellón, en su cruzada personal para conseguir imputar a los catalanes con algo que haga descarrilar el pacto y, por tanto, haga caer al Gobierno. ¿Se pueden creer que te caiga pena de cárcel por conducir a demasiada velocidad y que la única pena de la prevaricación sea la inhabilitación para ejercer? Si total te vas a jubilar, ¿qué puede importar eso? En los recursos presentados tanto por la Fiscalía como por la defensa de los políticos catalanes queda al descubierto toda la tramoya de este patético intento: no elevar los recursos a la Sala, pedir diligencias de investigación ahora tras cuatro años de mantener secreto el asunto para poder investigarlo y no hacer nada, pretender reabrir una muerte considerada no delictiva por otro magistrado para convertirla en homicidio terrorista, oficiar a organismos para diligencias locas –¿qué tendrá que ver el mando operativo de la OTAN con esta vaina?–para lograr un objetivo que no es jurídico, sólo puede merecer el mayor reproche. Por cierto, insto a sus compañeros de carrera a que, para evitar burdas descalificaciones globales, tengan la valentía de decir que lo que se está haciendo no es de recibo y que con esta mera actuación justifica muchas quejas de los independentistas catalanes sobre el trato judicial que han recibido. 

Puede disentirse de este somero análisis, pero para ello hace falta hacerlo de forma concreta y con argumentos. Si lo único que hay que oponer es una bazofia que se trague con embudo, entonces... será tiempo de ocas pero también de luchar contra costumbres aberrantes y poco democráticas. La rebelión de las ocas.

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