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Doñana, ¿marca España?

Antonio Franco García

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Me pregunto de qué sirve que la UNESCO declarara en 1980 a Doñana como Reserva de la Biosfera, y que el mismo organismo supranacional aprobara su consideración como Patrimonio de la Humanidad en 1994, para que el Gobierno de Andalucía apruebe una medida que supone una agresión para el tesoro ecológico que es Doñana.

El aumento de las zonas de cultivo y de pozos ilegales para extracción de agua con el fin de abastecer el regadío han sido unas constantes en la degradación de la reserva. Las distintas Administraciones Públicas no han hecho ( porque no han querido) lo suficiente para garantizar la supervivencia de la joya natural que es Doñana.

En el mes de febrero de 2022, el gobierno de la Junta de Andalucía aprobó a trámite una proposición de Ley sobre la ampliación de los regadíos en Doñana. Esa propuesta del Gobierno andaluz, conformado entonces por el PP y Ciudadanos, contó con el apoyo de Vox y la sorprendente abstención del PSOE.

Pues bien, hace unos días, el Parlamento de Andalucía inició la tramitación por la vía de urgencia esa proposición de ley para regularizar los cultivos de regadío en el entorno de esa zona protegida, que atraviesa uno de sus peores momentos por mor de la persistente sequía que es el parque natural de Doñana. Esta vez, el gobierno con mayoría absoluta del PP contó con el voto a favor de Vox (como anteriormente), mientras que los partidos de la oposición votaron en contra.

Los que ronden mi edad, recordarán un accidente geográfico que venía marcado en el mapa de la provincia de Cádiz como una gran mancha azul, situada por Vejer de la Frontera y Tahivilla, al norte de Tarifa. Se trataba de la Laguna de la Janda. He usado el pretérito imperfecto, porque ya no existe como tal. La estratégica situación, a poca distancia de África, convertían la Laguna de la Janda en un paraíso de enorme interés ecológico. Era un lugar de parada y de descanso para las numerosas especies de aves migratorias antes de proseguir sus desplazamientos a tierras más cálidas. Pues bien, sobre los años sesenta del siglo pasado, la Política puesta en marcha por el Régimen franquista provocó su desecación por motivos y fines agrícolas. No fue el único humedal de este país nuestro que tuvo el mismo fin durante aquella etapa negra de nuestra Historia.

Y ahora, por mucho que los políticos de los partidos de la derecha andaluza quieran “vestir” la propuesta de ordenación de los regadíos ilegales, su puesta en marcha será el inicio del fin de Doñana tal como la conocemos hoy.

No es la primera vez que se pretende alterar la riqueza ecológica de Doñana. Desde el Partido Popular han dejado caer más de una vez la construcción de una autopista que una las provincias de Cádiz Y Huelva, atravesando el parque. ¿Les suena?

Así entiende la derecha lo que es la MARCA ESPAÑA.

Había una vez....una gran laguna en la provincia de Cádiz.

Había una vez... una gran parque natural en la provincia de Huelva.

A los políticos actuales que han aprobado esta Proposición de Ley no les va remorder la conciencia por los efectos de su Política en el futuro.

Eso sí, nuestro país no podrá presumir de poseer este tesoro. Tal vez, presumamos de producir mayor cantidad de fresas, aunque sea a costa del agua de Doñana. Tal vez, en un futuro el cultivo de la fresa ya no sea tan rentable como hoy. En un mundo tan competitivo, quién sabe. Quizás no quede agua ni siquiera para las fresas.

Lo que sí será irreversible son los efectos del daño que le produzcamos hoy a Doñana.

Cómo decía el bueno de don Antonio Machado: “el necio confunde valor y precio”. Y nuestra Política está llena de necios.

Me pregunto de qué sirve que la UNESCO declarara en 1980 a Doñana como Reserva de la Biosfera, y que el mismo organismo supranacional aprobara su consideración como Patrimonio de la Humanidad en 1994, para que el Gobierno de Andalucía apruebe una medida que supone una agresión para el tesoro ecológico que es Doñana.

El aumento de las zonas de cultivo y de pozos ilegales para extracción de agua con el fin de abastecer el regadío han sido unas constantes en la degradación de la reserva. Las distintas Administraciones Públicas no han hecho ( porque no han querido) lo suficiente para garantizar la supervivencia de la joya natural que es Doñana.