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Equipos de protección para auxiliares de ayuda a domicilio
Ya ha explotado la bomba alimentada durante tantos años por las administraciones públicas, que adjudicaban servicios de residencia para personas mayores dependientes siempre a la oferta más económica en las licitaciones, sin tener en cuenta la calidad y siempre con el mínimo personal. Con una ratio insuficiente de trabajadores de atención directa al usuario, un gerocultor o auxiliar de enfermería para cada 9 o 10 usuarios.
Esto se ha ido convirtiendo en un negocio estupendo, sobre todo para empresas de la construcción, que han invertido en ello, al ver un negocio boyante para sus bolsillos. Y así se ha venido manteniendo por años.
Ahora hace falta que salte el servicio de ayuda a domicilio, al menos el prestado en esta Comunidad de Madrid por las mismas empresas, sea en la capital o en otros municipios. Me han llegado quejas de auxiliares que atienden a personas dependientes que están trabajando sin equipos de protección básicos, al menos una mascarilla, ya no hablo de EPIs. Las auxiliares van a trabajar con miedo a ser contagiadas por el COVID-19 o a contagiar ellas mismas a los ancianos dependientes, que son mayoría, porque estas grandes empresas no les proporcionan el material necesario.
Es vergonzoso que empresas como Sacyr Servicios Social, a la que en 2018 le adjudicó la Comunidad de Madrid un lote, por dos años, de 55,5 millones de euros por el servicio de ayuda a domicilio a 4.600 usuarios, no pueda comprar equipos de protección individual para sus profesionales de atención directa a estos usuarios. Lo mismo está ocurriendo con la empresa CLECE, tampoco está protegiendo a sus trabajadores de ayuda a domicilio. ¿Cuándo se va a poner el foco de atención en este colectivo olvidado de trabajadores y personas dependientes que están en sus domicilios?
Ya ha explotado la bomba alimentada durante tantos años por las administraciones públicas, que adjudicaban servicios de residencia para personas mayores dependientes siempre a la oferta más económica en las licitaciones, sin tener en cuenta la calidad y siempre con el mínimo personal. Con una ratio insuficiente de trabajadores de atención directa al usuario, un gerocultor o auxiliar de enfermería para cada 9 o 10 usuarios.
Esto se ha ido convirtiendo en un negocio estupendo, sobre todo para empresas de la construcción, que han invertido en ello, al ver un negocio boyante para sus bolsillos. Y así se ha venido manteniendo por años.