Extremos

“Todos los extremos son malos”. Esta rotunda frase, que tanto se escucha a algunos políticos y tertulianos, así como en sobremesas y barras de bar, contiene una afirmación moral censurable que aparentemente es irrebatible, pero que muchas veces no se sostiene a poco que uno reflexione sobre ella.

Si hablamos de partidos políticos, son muchos los que opinan que Vox y todos los partidos a la izquierda del PSOE son extremistas y, por tanto, iguales y metidos en el mismo saco, atribuyéndoles sin distinción las mismas connotaciones negativas.

Sin embargo, mientras que los primeros vulneran los derechos humanos, niegan evidencias científicas y la violencia de genero y muestran rechazo a los avances sociales, los segundos, aunque a veces nos parezcan utópicos, no solo respetan los derechos humanos, sino que luchan por aumentarlos y por conseguir un mundo más cohesionado, justo y humano.

Teniendo en cuenta lo que un partido y otro promueven, resulta triste y preocupante que ambos vayan empatados en las encuestas. Yo pensaba que estar en el extremo para hacer más fácil la vida de la gente tendría más simpatizantes.

“Todos los extremos son malos”. Esta rotunda frase, que tanto se escucha a algunos políticos y tertulianos, así como en sobremesas y barras de bar, contiene una afirmación moral censurable que aparentemente es irrebatible, pero que muchas veces no se sostiene a poco que uno reflexione sobre ella.

Si hablamos de partidos políticos, son muchos los que opinan que Vox y todos los partidos a la izquierda del PSOE son extremistas y, por tanto, iguales y metidos en el mismo saco, atribuyéndoles sin distinción las mismas connotaciones negativas.