En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
La izquierda en América Latina
Dos días antes de celebrarse las elecciones en Brasil, el periódico El País, publicaba una crónica, cuyo título llamaba la atención (al menos para mí), “Dos titanes se disputan el poder en Brasil” y el Diario.es, por su parte, titulaba su crónica: “Brasil elige entre democracia y autocracia”
En cuanto a los contenidos y el análisis de lo que ocurría en Brasil, los dos corresponsales coincidían en líneas generales. Pero, personalmente me quedo con el titular del Diario.es porque entiendo que refleja más fielmente lo que se jugaba en el gigante de América Latina y su repercusión en el resto del continente.
En cualquier caso, calificar de “titán” a un personaje zafio, machista, racista, xenófobo, homófobo, negacionista de la pandemia y del cambio climático, añorante de la dictadura de su país,…que quieren que les diga, no es un error es una degradación de la política y un flaco favor a la democracia.
Es una evidencia que tras los triunfos de Boric, en Chile, de Petro en Colombia y de Lula en Brasil, las izquierdas en términos políticos ocupan un espacio, ciertamente, no visto hasta ahora en América Latina. Pero, es necesario y procedente que, para que triunfen las políticas que ayuden a disminuir las sangrantes e insultantes desigualdades (no utilizo el término “desaparecer” porque ello es una quimera en política) que son el cáncer que impide avanzar en esta zona del mundo; la izquierda democrática debe soltar lastre de aquellos regímenes que se autoproclaman de izquierdas (Cuba, Venezuela, Nicaragua) pero que no son más que regímenes autocráticos que han empobrecidos a sus ciudadanos y han acabado con sus libertades. Hay que decirlo alto y claro, porque en España y Europa pervive, en algunos sectores de la izquierda, una especie de cierre de filas con estos regímenes. Y en alguna izquierda de América Latina, una “mitología” similar a la aldea gala de Astérix, con Nicolás Maduro ejerciendo de Obélix de los irreductibles guerreros que luchan contra el mal que es el tío Sam, para lo cual hay que aliarse con Putin.
Continuar con este discurso, sólo da alas a trumpistas y bolsonaristas que se han apoderado de lo que antes era la derecha civilizada, la derecha dialogante que a duras penas resiste el embate del “discurso” extremista que avanza por el mundo, para mayor gloria de Steve Bannon.
No olvidemos que todo esto empezó a mediados de los ochenta. El tándem Reagan/Tatcher, arrinconaron el discurso liberal del centro derecha para abrazar el ultraliberalismo que arraigo a la sombra de Pinochet en Chile y, cual “gota Malaya” fue tomando cuerpo en otras zonas del mundo. Jamás en la historia del capitalismo se había acumulado tanta riqueza en manos de unos pocos y había crecido exponencialmente el número de pobres. La aparición de las redes sociales y la difusión bulos, discursos infames y conspiranoicos, mensajes envenenados han sido el mejor escenario para la vuelta de turca que hacía falta a la derecha extremista. Así han triunfado los Trumps, Bolsonaros, Orbanes, Melonis…, para quienes todo es comunismo. “Queremos que Bolsonaro gane porque es el único que puede parar el comunismo”, decía un bolsonarista (sustituyan Trump por Bolsonaro y el escenario se traslada a USA).
En los ocho años que Lula estuvo en el poder, nadie podrá decir que se instauró el comunismo. Lula, político pragmático, practicó una política cercana a la socialdemocracia con tintes liberales y consiguió sacar de la extrema pobreza a 30 millones de ciudadanos y puso a Brasil en el mapa mundial. Hoy ha vuelto a ganar, gracias a liderar una alternativa al neofascismo, compuesta por 10 partidos que van desde la izquierda al centro derecha, con un programa de gobierno pactado con las 10 fuerzas políticas. Supongo que, a su vicepresidente, Gerardo Alckim (del centro-derecha) le debe entrar la risa (o el cabreo) cuando le llaman comunista. Pero la gran mentira y el libelo, funcionan. Así, Bolsonaro ha conseguido 49 millones de votos. Y ese es el problema de Lula. Ese es el problema de Brasil, aunque en el dilema, “Democracia o autocracia” haya finalmente triunfado la democracia.
Dos días antes de celebrarse las elecciones en Brasil, el periódico El País, publicaba una crónica, cuyo título llamaba la atención (al menos para mí), “Dos titanes se disputan el poder en Brasil” y el Diario.es, por su parte, titulaba su crónica: “Brasil elige entre democracia y autocracia”
En cuanto a los contenidos y el análisis de lo que ocurría en Brasil, los dos corresponsales coincidían en líneas generales. Pero, personalmente me quedo con el titular del Diario.es porque entiendo que refleja más fielmente lo que se jugaba en el gigante de América Latina y su repercusión en el resto del continente.