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Hacia una posible normalización diferente
A medida que se van cubriendo las fases hacia una “normalización”, aún un poco lejana, me van apareciendo sentimientos y emociones de tristeza, miedo y cansancio.
He vivido este confinamiento de una manera privilegiada: sin personas próximas que hayan sufrido la enfermedad, con una situación económica estable y dentro de mi casa, bastante confortable... libros y revistas para leer, tecnología para escuchar música, internet para hacer búsquedas, informarme, hacer solitarios, acceder a redes sociales y conectar online con los seres queridos. Mientras, en el “exterior”, las cosas han tomado una deriva que ha ido de la unión y solidaridad de sus comienzos, a la crispación y el enfrentamiento de ahora.
Analizando y valorando la situación, me he sentido como en un útero: protegida, resguardada y recibiendo los nutrientes que requería y creo que, por todo ello, a medida que se aproxima el momento del “parto” soy consciente de que he de salir al ruedo del día a día y de que las cosas han llegado a un punto en el que, de nuevo, vamos a tener que poner todo nuestro empeño en reivindicar derechos, dignidad y respeto. De ahí los sentimientos que he dicho que me invadían.
Quiero pensar que esta sociedad tan manipulable y tan poco reflexiva, que pasa de la unión al enfrentamiento de una manera tan visceral, se pueda ir serenando con el día a día y pueda avanzar cualitativamente por encima del encono que ponen algunos en que no sea así.
Posiblemente en unos meses, estaremos de nuevo en la casilla de salida. Es evidente que nos cuesta aprender de la experiencia porque supone un esfuerzo y un replanteamiento de nuestras formas de vida pero es la única forma de conseguir una sociedad con personas que puedan manifestar su calidad humana y si, lo sé: es tan cómodo seguir en “el dolce far niente”, en nuestras zonas de confort que vamos a necesitar de una gran fuerza para dirigir nuestra voluntad a ese empeño.
Solo quiero que la alegría, la valentía, la fortaleza y el vigor que necesitaremos para afrontar los cambios y superar los daños derivados de esta situación vuelvan a invadir de nuevo mi vida y la de todos.
Besos, ternura y derroche de amor para todos. Por una sociedad justa, digna y amorosa. Cada día con el corazón más abierto y el puño más cerrado.
A medida que se van cubriendo las fases hacia una “normalización”, aún un poco lejana, me van apareciendo sentimientos y emociones de tristeza, miedo y cansancio.
He vivido este confinamiento de una manera privilegiada: sin personas próximas que hayan sufrido la enfermedad, con una situación económica estable y dentro de mi casa, bastante confortable... libros y revistas para leer, tecnología para escuchar música, internet para hacer búsquedas, informarme, hacer solitarios, acceder a redes sociales y conectar online con los seres queridos. Mientras, en el “exterior”, las cosas han tomado una deriva que ha ido de la unión y solidaridad de sus comienzos, a la crispación y el enfrentamiento de ahora.