Las cifras que llegan desde Gaza son inhumanas. Los heridos y casas destruidas se cuentan ya por miles, y el número de muertos es algo tan normalizado que uno más o uno menos ya no impresiona.
Las peores consecuencias de la reciente escalada de violencia están siendo para la población civil, personas que como cualquiera de nosotros no tiene nada que ver con el conflicto, y lo que es peor, un niño está muriendo aproximadamente cada hora. Una barbaridad que no debe continuar.
Más allá de estas impresionantes cifras de muertos quedan los supervivientes, ¿pero se le puede llamar a eso sobrevivir?
Por un lado, está uno de los problemas más importantes en Gaza, el agua. Cerca de 1,2 millones de personas - dos tercios de la población- no tienen o tienen un acceso muy limitado a los servicios de agua y saneamiento. Muchos niños en Rafah, al sur de la franja, recogen este preciado bien de uno de los grifos públicos, los cuales, han sido gravemente dañados en los ataques aéreos.
También las depuradoras. Millones de litros de agua residual contaminan las calles, parques e incluso el mar. Si antes de los ataques el 90% de este recurso no era seguro para beber, ahora la situación hace peligrar su abastecimiento y aumenta la amenaza de enfermar por ingerir agua contaminada.
Los niños que necesitan atención psicosocial para recuperarse del trauma se cuentan por decenas de miles. La operación militar está provocando cortes de energía de entre 12 y 16 horas diarias en hospitales, que como el de Al Awda, ubicado al norte de Gaza, hacen frente a una escasez crónica de combustible, sin el cual se verá obligado a cerrar muchos de sus servicios.
3600 pescadores cuyos 60 barcos y más de mil redes han sido arrasados en los sucesivos ataques. La pesca ha sido el único sustento para generaciones de familias como la de Sabri Bakr. Su barco ha sido destruido y ahora no tiene con qué alimentar a sus hijos.
Siete años de bloqueo tiene consecuencias
Pero la reciente escalada de violencia no es el único problema, la población vive cada día en una situación muy precaria por culpa del bloqueo. Los pescadores solo pueden salir de la costa la nimiedad de seis millas náuticas, y aún dentro de esa “zona de pesca” son frecuentemente detenidos.
Tras siete años, 1,7 millones de palestinos y palestinas continúan atrapados en la Franja de Gaza, aislados, en su mayor parte, del mundo exterior, lo que ha devastado la economía, ya que se ha restringido tanto la entrada y salida de personas como de bienes.
La mayoría se refugia en escuelas, pero como ningún otro, no son un lugar seguro al que acudir. Hasta la fecha, 90 han sido ya dañadas por los bombardeos. Además, los alimentos escasean y son 135.000 las personas que los necesitan urgentemente.
Por supuesto, las operaciones humanitarias también se ven afectadas por el incremento de la violencia, lo que hace extremadamente peligroso poder llegar a las víctimas.
Oxfam hace un llamamiento a todos aquellos que pueden jugar un rol en la resolución de esta situación, incluyendo las propias partes en conflicto, para que acuerden un alto el fuego inmediato y respeten el derecho internacional humanitario.
El uso desproporcionado de la fuerza contra los civiles en Gaza debe parar. La paz a largo plazo y la seguridad tanto para los palestinos como para los israelíes sólo será posible con una solución duradera que ponga fin al bloqueo y asegure que las personas en Gaza tienen satisfechos sus derechos básicos.