Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.
Las nuevas tecnologías digitales están transformando muchos puestos de trabajo y seguirán haciéndolo en el futuro. En algunos aspectos los trabajadores claramente salimos ganando. Las nuevas tecnologías permiten dejar de hacer algunos de los aspectos más rutinarios, pesados o incluso peligrosos de un trabajo, y las tareas se pueden volver más interesantes. Pero para muchos trabajadores las nuevas tecnologías suponen una amenaza ya que podríamos ser sustituidos por máquinas que hacen la misma tarea que trabajadores humanos pero sin pausas para el café, de forma más barata y pudiendo trabajar 24 horas sin reclamar aumentos de sueldo. La introducción continua de nuevas tecnologías supone también para el trabajador una presión constante para reciclarse profesionalmente.
La visión de los trabajadores sobre el cambio tecnológico en el trabajo es relevante para la economía y la política. Para las empresas, que los trabajadores vean las nuevas tecnologías como una oportunidad y no como una amenaza supone un incentivo a invertir en capital tecnológico puesto que se encontrarán con menos resistencia. En el sistema político, el impacto traumático de la sustitución de trabajadores por robots y otras tecnologías podría estar alimentando los discursos populistas o a Donald Trump, que prometen el retorno a tiempos mejores.
A pesar de la importancia de este tema, sabemos muy poco sobre las opiniones de los trabajadores sobre el cambio tecnológico. En general, ¿lo ven con miedo o con esperanza? ¿Qué tipo de trabajadores se sienten más amenazados por la introducción de nuevas tecnologías? Y finalmente ¿qué aspectos en concreto preocupan a los trabajadores? Este artículos presenta datos muy recientes (de noviembre de 2018) de una encuesta online realizada con Alex Kuo (Oxford University), Pepe Fernández Albertos (CSIC) y Dulce Manzano (Universidad Complutense de Madrid).
En primer lugar, hicimos a los más de 4000 encuestados la siguiente pregunta (el enunciado intenta ser equilibrado, puesto que sería muy fácil empujar a los encuestados a contestar de manera negativa mencionando sólo los riesgos): “Las nuevas tecnologías en el trabajo pueden destruir empleo y reducir salarios si los ordenadores o máquinas realizan trabajos previamente realizados por personas. También pueden crear empleo y aumentar salarios si dan lugar a nuevos productos y hacen a los trabajadores más productivos. En conjunto, ¿crees que los cambios tecnológicos en el trabajo tienen consecuencias negativas o positivas para los trabajadores?” Luego preguntábamos también sobre el impacto en el caso del propio entrevistado. En el gráfico se muestran las respuestas:
La mayoría de ciudadanos piensa que el cambio tecnológico tiene consecuencias positivas sobre el trabajo en general y sobre su empleo en particular. La gran mayoría piensa que el impacto será positivo o muy positivo. Este resultado parece sorprendente dado el énfasis en los medios de comunicación sobre el riesgo de que los robots desplacen a trabajadores y generen desempleo, pero seguramente cuadra bien con la experiencia de muchos trabajadores que han notado cambios, ya sea en términos de seguridad, interés, salario o incluso prestigio, cuando sus empleos se han digitalizado.
Aunque la percepción del impacto de las nuevas tecnologías sea en general positiva, es posible que algunos grupos sufran más las consecuencias negativas. Seguramente las personas con menos nivel educativo tienen mayor riesgo de ser sustituidas por máquinas y más dificultades para adaptarse que las que tienen más estudios. El siguiente gráfico muestra que la percepción del impacto de la introducción de nuevas tecnologías en el trabajo varía muchísimo según el nivel educativo. Mientras que el 31% de los que tienen estudios de EGB, ESO, FP básico o similares piensan que las consecuencias serán negativas, este porcentaje es mucho más reducido entre los universitarios (entre un 12 y un 14%).
Finalmente, para entender mejor la visión de los ciudadanos, les preguntamos directamente qué pensamientos o emociones les surgen al pensar sobre el cambio tecnológico en el entorno laboral. Los resultados se presentan en una nube de palabras, separadamente para las personas con un bajo nivel educativo (EGB, ESO, FP1 o similar) y los que tienen estudios universitarios.
Para crear las nubes de palabras primero se han agrupado palabras muy similares que aparecían en diferentes versiones (por ejemplo destruir, destrucción, destruye) y luego se han borrado manualmente las palabras comunes que no aportan información (verbos, preposiciones, etc.). El tamaño con el que se representan las palabras indica si aparecen éstas son mencionadas de forma frecuente en las preguntas abiertas.
Vemos que las personas menos educadas mencionan algunas palabras positivas como mejora, positivas o facilitar, pero encontramos también una gran abundancia de términos negativos relacionados con el desempleo (empleos, desempleo, paro, destruir, sustituir), así como sentimientos negativos (incertidumbre, necesidad, inseguridad, tristeza). En el caso de los universitarios, destacan las palabras positivas como oportunidades, mejora, avance, facilitar), algunas de carácter más técnico como productividad, eficiencia, eficacia y muchas relacionadas con la necesidad de adaptarse como reciclarse, actualizarse, formación, estudiar. En términos negativos destaca además del concepto destrucción el de incertidumbre.
Así pues, el cambio tecnológico en el trabajo en general es percibido como positivo, pero el miedo está mucho más presente entre los trabajadores con menor nivel educativo, a quienes preocupa en particular la destrucción de empleo.
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