Antonio Gutiérrez: “España busca el enriquecimiento rápido a base de empobrecer empleos y despreciar derechos”
Antonio Gutiérrez disfruta ahora del “placer de no tener que tomar decisiones”, tras ser miembro del Partido Comunista (cuyo carné devolvió), secretario general de Comisiones Obreras más de una década (ahora es afiliado de base) y diputado del PSOE (como independiente) durante dos legislaturas. Rompió en varias ocasiones la disciplina de voto en el Congreso: se abstuvo en la reforma laboral de Zapatero y votó contra la modificación del artículo 135 de la Constitución, la que priorizó el pago de la deuda por encima de cualquier gasto social. Ahora asesora a empresas como autónomo.
Viendo la batalla política hoy, ¿se siente aliviado de haberla dejado o se arrepiente de haber dicho no a la propuesta de volver que le hizo, por ejemplo, Podemos?
No me arrepiento. Yo no concibo el apoliticismo por el simple hecho de no tener una militancia o un cargo ahora mismo. Para mí la política ha sido antes palos que cargos. Sí me siento muy inquieto porque cada vez se recrudece más la coalición más letal que puede sufrir un país, que es la coalición tácita entre malvados y necios, que además son transversales en cuanto a las familias política ideológicas.
¿Piensa en alguien en concreto?
Son transversales, los hay en la derecha y la izquierda. Se me ocurrió cuando Zapatero y Rajoy pactaron modificar el artículo 135 de la Constitución. Hay malvados que son corruptos o quieren beneficiar a las élites. Y necios que, queriendo pasar a la historia evitando grandes catástrofes, no hacen sino empeorar las cosas.
¿Le inquieta el resultado de las próximas elecciones?
Lo que más me inquieta no es tanto el resultado del 28A sino que el país resultante de todo este periodo mantiene las inercias más negativas e indeseables: buscar el enriquecimiento rápido y seguro a base de empobrecer empleos y despreciar derechos. Pero también es un país donde la corrupción permeabiliza. Hubo una etapa portentosa que fue muy desaprovechada, cuando la situación política, social, cultural e institucional habría dado unas posibilidades para que de verdad este país hubiera progresado. Pero Felipe González, con su cesarismo, instaló 'el estar en política' en lugar de 'el hacer política'. Hacer política es la congruencia entre los ideales que dices tener, los objetivos para acercarte a estos ideales sociales y las estrategias concretas que te acercan a estos objetivos. Felipe inaugura otra cosa: hoy hago esto y digo esto porque me conviene, mañana si es preciso me desdigo y hago lo contrario, porque también me conviene para permanecer. Perdimos una oportunidad de oro, porque España podría haberse sumado al concierto europeo aspirando a ser a uno de los países más importantes, pero Felipe optó por continuar la inercia de un país que compite vía precios y salarios. Finalmente entramos en el mercado común ubicados en el segmento más bajo.
¿Tiene arreglo o estamos condenados a ser un país de camareros y albañiles mal pagados?
Las reformas laborales no solamente no han servido para reformar nada, sino que han servido para mantener el viejo esquema de crecimiento desde 1909, cuando Miguel de Unamuno exclamó aquello de “que inventen ellos”. Tal vez Unamuno se lo podía permitir como filósofo, pero quienes de verdad tenían el dinero en España le tomaron la sentencia. Se la tomaron al pie de la letra y dejaron que inventaran los demás. Un estudio hecho en la Escuela de París con investigadores españoles plasma muy bien cómo nos caracterizamos por ser el país de las dos tierras. A lo largo del siglo XX fuimos el país de la tierra agraria y finales del XX y principios del XXI, de la tierra urbana. Un país donde la mayor parte de la riqueza acumulada se debe a inversiones intensivas, derivadas del patrimonio urbanístico o del patrimonio agrario, que procuran grandes beneficios en muy corto espacio de tiempo con la menor inversión posible y el menor riesgo posible.
¿Cómo se sale de ese esquema económico?
El esquema económico sobre el que está pivotando la concertación social en España se basa en confundir competitividad con recuperación del beneficio empresarial. Sería estúpido pedir empresas sin beneficios, pero que las empresas recompongan su beneficio casi nunca es condición necesaria y suficiente para que la economía sea más competitiva. Si tú recuperas beneficios pero a base de degradar empleos y tener proyectos industriales muy precarios de bajo valor añadido tecnológico, pues tus bienes y servicios podrán competir durante un poquito de tiempo en los mercados internacionales porque son algo más baratos, pero inmediatamente irrumpen economías externas que pueden presentar estándares más baratos que los tuyos.
En España ha habido 52 reformas laborales y tras ninguna de ellas, jamás, se ha vuelto a recuperar la calidad de los empleos. Lo que hay que hacer no es incentivar el empleo precario, sino el empleo de calidad. Si no, se dan situaciones bastante esperpénticas. Por ejemplo, Telefónica ha hecho un esfuerzo encomiable en extender la red de fibra óptica en España, somos uno de los países que más tiene en el mundo, y a la vez tenemos la economía menos digitalizada del mundo desarrollado.
¿Cree que la digitalización ha ahondado más en la precarización?
La precarización no es consecuencia directa e inexorable de la digitalización. Una economía digital basa más su rendimiento y su productividad en atesorar el talento. La principal fuente de riqueza de los países en el mundo actual ya no son ni las materias primas (como en el siglo XVIII y XIX) ni el capital, que está globalizado. Ni siquiera la tecnología, siendo ésta fundamental. La principal fuente de riqueza de un país que se precie es el talento de su propia mano de obra, que es la que incorpora más productividad. Paradójicamente la economía digital debería nutrirse de trabajadores con más talento o más conocimiento y en consecuencia deberían ser empleos más retribuidos. ¿Por qué tenemos economía digital y precarización? Por el otro gran desequilibrio que está atravesando a los países desarrollados: el desequilibrio entre democracia y mercado. Al mismo tiempo que veíamos cómo se mundializaban los mercados se achicaban los espacios de la democracia. Se ha hecho conscientemente por parte de los gobiernos y los partidos del gobierno de turno. Han considerado que aceptar esta subalternidad respecto a los mercados podía procurarles una mayor condescendencia para mantener cuotas de poder político.
¿Tiene este achicamiento de la democracia que usted analiza una relación con la aparición de partidos antisistema o populistas?
Tiene una relación muy directa. A la generación que le habíamos pedido el esfuerzo mayor de la historia para su propia formación le dimos con la puerta en las narices y les mandamos al paro o al subempleo. Mientras en otros países las inquietudes sociales que no pudieron encajarse reventaron como tripas, porque cuando no pones cabeza lo que salen son las tripas en forma de vandalismo o xenofobia como Le Pen, en España no pasó esto. Tuvimos la enorme suerte de que esta gente que se sentía legítimamente decepcionada se concentró en las calles e hizo el 15-M, no para acabar con la democracia ni para alejarse del sistema, sino para pedir más participación. Encontramos una respuesta muy alentadora que después ha cristalizado políticamente en formas como las de Podemos, que a mí me parece que son decepcionantes.
¿Por qué?
Porque vuelven a reproducir algunos de los tics más viejos y más contraproducentes de la izquierda que, cuando no ha sabido definirse por propuestas solventes que fuesen capaces de ganarse el respeto de la mayoría, han optado por la definición de dar miedo. Cuando alguien se propone demostrar que es muy de izquierdas porque da mucho miedo... Está haciendo el ridículo. En lugar de la radicalidad de las palabras se necesita la radicalidad de la consecuencia. Ser consecuente es mucho más radical que pegar gritos.
¿Ve algún partido consecuente, en esta línea que explica?
Francamente, no lo veo. Por eso tampoco aparecen ahora mismo en el horizonte expresiones políticas que sean capaces de entusiasmar ni arrastrar a grandes mayorías. Es encomiable el esfuerzo que ha hecho Pedro Sánchez. Ha imprimido algo de ilusión, pero me parece que estamos muy lejos de generar de nuevo un discurso cargado de ideas, de argumentos, de razones.
¿Le ha sorprendido el liderazgo de Casado y Rivera? ¿Para bien o para mal?
En el caso de Casado no es muy sorprendente. Es la consecuencia de la deriva del Partido Popular. Algunos lo presentan como un rechazo o una especie de respuesta a Rajoy, sin embargo creo que es la consecuencia del nulo liderazgo de Rajoy.
¿Y Ciudadanos?
Yo esperaba que Rivera terminase desplazando al PP por la vía de hacer un discurso más hacia el centro, más moderado, que no estuviera cuestionando continuamente qué es este país... Nos colocan continuamente al inicio de la transición, desde el aborto.
¿Puede ser una estrategia? Justamente estos dos partidos citan constantemente a Adolfo Suárez y el PP ha fichado a su hijo...
El hijo de Suárez demuestra, lamentablemente, que ni la inteligencia ni la sensatez se heredan. De ninguna manera Adolfo Suárez habría suscrito lo que ha dicho su hijo sobre el aborto. A mí me honró con la amistad que merece tal nombre cuando ninguno de los dos teníamos ningún cargo. Teníamos grandes conversaciones y recuerdo que se situaba a la izquierda del propio Felipe González en muchos temas. Ya quisiera yo que hubieran seguido esa línea los que sedicentemente utilizan su nombre y se dicen sus herederos políticos. Esa otra gran decepción de Rivera... ¿Alguien se imagina a Adolfo Suárez vetando para el diálogo o para el consenso político a los comunistas o a gente de otras adscripciones ideológicas y políticas? En absoluto.
¿Entonces no es partidario de cordones sanitarios, tampoco a Vox?
El cordón lo ponen los electores. De lo que soy partidario es del continuo y permanente debate de ideas, que es lo que vivifica una sociedad democrática. Sobre las burradas que está diciendo Vox, Casado o Rivera, no sé si me produce más indignación lo que dicen o el hecho de que se quede sin respuesta cabal. No necesitas ponerte a su nivel de altisonancia, pero hay que contrarrestar esto.
¿Ve tibio al gobierno de Sánchez con esto?
Sí, es que si no el mensaje va calando y creo que se equivocan algunos politólogos que seguramente aconsejan el Gobierno o al Partido Socialista para que no las contesten.
¿O se dejan crecer? Hay análisis que propugnan más éxitos para la izquierda con una derecha más conservadora o altisonante
Hubo una sedicente izquierda que alguna vez creyó que se alcanzaba una etapa superior de la civilización contribuyendo al “cuanto peor, mejor”. Pero cuando las cosas se ponen muy mal, quienes peor lo pasan son los nuestros, los trabajadores, la gente más humilde. Y cuando la gente está rematadamente mal no piensa en hacer la revolución, piensa en sobrevivir. Entre una derecha que se tira al monte como la Thatcher y otra que se queda en unas laderas algo más suaves, como puede ser Helmut Kohl, pues prefiero lo segundo. Pero esta es una derecha que ha ido derivando hacia posiciones todavía más involucionistas. Honradamente, lamento que la derecha española, el PP, no sea reformable, sino desechable, porque han seguido con comportamientos que son propios de regímenes autoritarios, como la corrupción de toda institución que ha tocado desde Galicia hasta Canarias. El esquema es: yo me apropio del poder, antes por la fuerza y ahora por los votos, y forma parte del orden natural de las cosas el beneficiarme del poder para mí y mis allegados.
¿Cómo interpreta la llegada de Vox, dónde se alimenta?
Es el engendro del PP. Es consecuencia por un lado de una evolución de la derecha española cada vez más reaccionaria justo en un momento en el que se da otra circunstancia muy peligrosa: cuando la gente está muy mal como consecuencia de la crisis, lo más fácil, recurrente y canalla es azuzar el conflicto entre pobres. Los mismos que recortaban la sanidad o la educación le echaban la culpa a los inmigrantes de estar desbordando la sanidad o de tener prioridad en la educación de sus hijos respecto a los españoles.
Ahora, subrepticiamente hay otro conflicto igual de canalla entre jóvenes y viejos. Hay quien está culpando a los viejos de cobrar pensiones que no se merecen y que son las causantes de que a los jóvenes les tengan que pagar salarios de miseria en empleos precarios, siendo absolutamente falso, porque hay pensiones de miseria.
También en la izquierda hay dudas sobre la sostenibilidad del sistema y se intenta buscar soluciones para lo que parece un desequilibrio sin visos de arreglo a corto plazo
Depende a qué llamamos izquierda. Pero si la fuente de ingresos de un sistema público de pensiones universal son los trabajos que cotizan empresarios y trabajadores y a esta fuente de ingresos fundamental se la ataca ininterrumpidamente de manera contumaz desde 1985, desde la primera reforma laboral que mete Felipe González que introdujo 16 modalidades de contratación precaria... Es como cortarle las alas a un pájaro y luego sorprenderse de que no echa a volar.
Yo recuerdo los primeros estudios de pretendidos analistas muy rigurosos que al final se descubría que trabajaban para grandes empresas que estaban tratando de meter en España el mercado de los fondos de pensiones, que nos auguraban que en el 2000 esto habría reventado, pero es que habían hecho una previsión de crecimiento de la economía por debajo del 2 por ciento a 20 años vista. Esto pasa cuando se hace ideología tergiversando los datos. Eso sí es demagogia.
Claro, si en España se siguen haciendo las cosas como hasta ahora, con tasas de paro del 14 y 15 por ciento, con un índice de contratos temporales que supera el 92 ó 93 por ciento y supuestos contratos indefinidos que cada vez más son pretextos de empleo más que verdaderos empleos indefinidos... Y si para colmo seguimos con una fiscalidad que es la más permisiva de Europa en cuanto a la elusión fiscal y la más laxa respecto a las rentas de capital... No será sostenible en 2050, pero a lo mejor tampoco en 2030.
¿Tiene usted una solución?
Que tengamos empleos que sean la expresión de un modelo productivo de más calidad, con más productividad, con mayor inversión tecnológica y también de una fiscalidad realmente más equitativa. Resulta que los gobiernos, fuesen socialistas o de la derecha, han hecho siempre lo mismo: cuando ha crecido la economía han aumentado el gasto, que no es lo mismo que distribuir más equitativamente la riqueza. Y resulta que la distribución de la renta nacional se desequilibraba más en favor de los excedentes empresariales y en detrimento de las rentas del trabajo.
¿Qué le ha parecido la política económica de Sánchez? ¿Debería haber tocado partes de la reforma laboral?
No debería haberse sometido a juicio por hacer o no un presupuesto. Ha gobernado casi en contradicción con lo que le llevó al poder, porque la moción de censura se produce frente a un gobierno que estaba descomponiendo el Estado que gestionaba. Por tanto, Sánchez no tenía como misión fundamental hacer un presupuesto, la gran tarea que tenían por delante era esta gran tarea política. Además hace unos fichajes con los que quiere impactar o fascinar, con el esplendor de una bengala, que al mismo tiempo es lo más efímero que hay. Acto seguido se apaga y ya está.
Respecto a la reforma laboral, debía haber reformado dos o tres elementos de la reforma del PP que sí han provocado un enorme desequilibrio en las relaciones industriales y laborales en favor de las patronales. Por ejemplo, volver a la ultraactividad, que no expresa otra cosa que el deber de negociar cuando la parte más fuerte, que es la parte empresarial, se niega a negociar. Y haber vuelto a darle supremacía al convenio sectorial habría estado muy bien, pero no solamente por una cuestión de justicia sino también por eficiencia en un país con esta atomización empresarial.
¿Le gusta la idea de una renta básica o del “ingreso mínimo vital” que propone el PSOE?
Tengo mucha más confianza en las políticas fiscales equitativas y audaces que en el ingreso mínimo vital. Es lo que nos puede ir sacando paulatinamente de las cotas de desigualdad que tenemos, que no tienen casi precedentes históricos en términos relativos. Un responsable político que vea lo que está ocurriendo con la pobreza infantil o con los desahucios y que acto seguido no se ponga rojo de vergüenza y se arremangue para ver cómo se lucha contra eso... es un individuo que no merece ser representante público.
Tanto Felipe González como Zapatero y no digamos la derecha han hecho reformas fiscales que han abundado en la inequidad fiscal, a favorecer más a las rentas de capital que del trabajo y seguir manteniendo la presión fiscal una media de 6 ó 7 puntos porcentuales por debajo de la media europea.
¿Sería partidario de un referéndum en Catalunya?
No. Estoy en contra del derecho de autodeterminación. Creo que el nacionalismo es cosa de ricos que no quieren compartir. Y aquellos que se dicen muy de izquierdas, de manera tonta, hemos confundido algo: que en España todo aquello que oprimía Franco era digno de ser defendido. Pero cuando llegamos a la Constitución del 78, la unidad ya no es consecuencia de un acto supremo de fuerza ni de una conveniencia matrimonial de los Reyes Católicos ni consecuencia de una guerra civil. Es por fin la consecuencia de un pacto simultáneo por el que reconocemos el derecho al autogobierno de los pueblos que componen España. Mantener la idea desde el 78 ha sido hacerle el trabajo más sucio y de la manera más ingenua a los nacionalistas de uno y de otro bando. Porque los nacionalismos se retroalimentan, ya sea el nacionalismo españolista o periférico. Los que más independentistas han fabricado en España han sido, sucesivamente y en orden de escalada, Aznar, Rajoy y ahora Casado y Rivera. Vox ha llegado a la fiesta a coger las nueces de un árbol que han estado sacudiendo las dos derechas.
En su opinión, ¿Pedro Sánchez debería pactar los independentistas otra vez en caso de que fueran necesarios para un nuevo gobierno?
En política lo que no es necesario se convierte en una inconveniencia. Yo creo que no es necesario ahora adelantar la hipotética política de pactos. A los independentistas la única vía para ganarles es convenciendo a la sociedad catalana. Pero si la condición sine qua non para pactar es el derecho de autodeterminación, es inaceptable.
Usted lideró un sindicato. ¿Qué han hecho mal para haber perdido afiliados y credibilidad según los datos del CIS?
Yo soy afiliado de comisiones, es el único carné que tengo. Los sindicatos están tardando en superar los efectos de la crisis porque nunca en la historia las políticas sociales injustas se han impuesto con más libertad. No ha sido casual que al mismo tiempo que estallaba la crisis estallaba el todo vale contra los sindicatos, que tienen que salir de la irrelevancia en la que les han querido colocar y han llegado a instalarse. Se ha aceptado que ante todo aquello que pueda afectar al mundo del trabajo se recurre a la opinión de un pretendido experto para desplazar a la opinión del movimiento sindical.
Queremos mejorar ese sistema y para eso tienes que ejercer un papel bastante más combativo con poderes públicos económicos que están agravando la situación de los trabajadores dentro y fuera de la fábrica. Yo celebro que los enseñantes hayan creado las mareas verdes, los sanitarios las mareas blancas... pero ¿cómo es posible que la presencia de los sindicatos no sea mucho más clara y definida? Es como si se hubiese aceptado una cierta subsidiariedad.
¿También comparte que con el feminismo han quedado atrás?
Esa es otra, el feminismo o el movimiento ecologista. En Comisiones Obreras, desde nuestros primeros estatutos, la secretaría de la mujer era incuestionable. Cuando se producen las últimas movilizaciones veo que a los sindicatos se les coloca en una posición marginal. No puedo por menos que inquietarme mucho. Respecto al ecologismo, al final de los 60 y los 70 se consideraba que no eran ni de derechas ni de izquierdas, hasta que cayeron del guindo y se dieron cuenta de que la sostenibilidad ambiental o medioambiental era indisociable de la sostenibilidad social. Y por lo tanto la sostenibilidad social no es de derechas. Una parte de la izquierda se ha dejado engañar por la derecha contraponiendo empleo con medio ambiente hasta que descubrieron que esa contradicción es siempre falsa, igual que es falsa la contradicción entre derechos humanos y empleo.
¿Usted habría dejado de vender las armas a Arabia Saudí pese a la amenaza para los empleos en Navantia?
Creer que has salvado el empleo en Navantia porque has mirado para otro lado en los acuerdos con Arabia Saudita es un gravísimo error y es falso. El empleo ya estaba en cuestión al margen de esto, por las políticas nefastas que se han seguido los sucesivos gobiernos en el sector naval. En el peor de los casos, que pierdas el trabajo, siempre podrás defenderlo y luchar, cosa que no pueden hacer quienes caen asesinados bajo las bombas.
Usted ha defendido en algunos artículos que la injusticia engendra desorden, ¿vamos camino del caos?
Goethe dijo “prefiero el desorden a la injusticia”, y yo pienso lo contrario, lo que genera más desorden es la injusticia. De abundar en la injusticia este mundo está encaminándose cada vez a un mayor desorden. La cuarta parte de la humanidad carece de los derechos más elementales. Occidente siempre ha antepuesto el mercado a la democracia y se llega a tal nivel de desorden que así en Afganistán como en Irak o en Irán o ahora en Egipto, no tienen ni democracia ni mercado. Hay que avanzar en la justicia y en la igualdad especialmente en lo que puede procurar un mundo menos desordenado y más en paz.