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Pablo Iglesias apuesta todo al rojo en Madrid con el riesgo de llevarse por delante a Carmena

Manuela Carmena y Pablo Iglesias en un acto de la campaña de 2015.

Iñigo Sáenz de Ugarte

En las jornadas de reflexión, los políticos se dedican a demostrar que también son seres humanos. Están con la familia, comen con los amigos, ven una película, sacan a pasear al perro... Es posible que algunos reciban instrucciones de sus asesores, que les indican qué hacen los ciudadanos cuando tienen un día libre. Evidentemente, la campaña se ocupa de informar a todo el mundo de todas esas cosas que han hecho (tiene un perro, ¿cómo no vas a votar a alguien que saca a pasear a su perro?) y de pasar unas fotos a los medios al suponer que la gente está extremadamente interesada en saberlo.

La gente de Podemos podría haber publicado un tuit con una foto de Pablo Iglesias ante el ordenador y un texto tipo: aquí está Pablo moviendo un artículo de El Salto que dice que la candidatura de Carmena no es trigo limpio. No era necesario. Lo hizo Iglesias en su cuenta con un mensaje muy claro: “Creo que es una buena lectura de jornada de reflexión para la gente que vota en Madrid”.

El artículo está centrado en Luis Cueto, persona de la máxima confianza de Carmena y que ocupa el puesto 17º de las listas, y al que se presenta como un infiltrado de los intereses de las grandes corporaciones. Cueto ha anunciado que en el futuro Ayuntamiento habrá una Concejalía de Empresa que ocupara él.

Ha pasado algún tiempo desde que en noviembre de 2018 Iglesias anunció que “lo fundamental es que ganemos las elecciones de Madrid y que Manuela sea alcaldesa”. Han sido seis meses, pero eso en política no es poco. En ese momento, Carmena ya había dejado claro que no permitiría que Podemos postergara en la lista a los concejales que han formado su equipo de gobierno en los últimos cuatro años. A pesar del divorcio, Iglesias dijo que seguirían trabajando “discretamente” para que Carmena fuera reelegida. Es decir, sin muchas ganas, pero esto es lo que hay.

En un giro que no debería sorprender a los que siguen las turbulencias recurrentes que tienen lugar en el partido, Iglesias ha cambiado de opinión. Discretamente a favor de Carmena pasó a ser discretamente a favor de la candidatura de Madrid en Pie, comandada por Carlos Sánchez Mato, concejal de Hacienda con Carmena hasta su destitución. En los últimos días, la discreción se ha terminado. El apoyo de Iglesias a Sánchez Mato es ahora rotundo, caiga quien caiga, en especial si es la alcaldesa.

Ninguna encuesta concede posibilidades a Madrid en Pie de entrar en el Ayuntamiento con el 5% mínimo y algunas sólo le dan algo más del 1%. La apuesta es de esas que le gustan a Iglesias, tan arriesgadas que llegan al punto de ser temerarias. Y un recordatorio de la política en su vertiente más implacable: a veces, hay que perdonar las ofensas, pero no se olvidan y siempre habrá tiempo de pasar la factura.

Los sondeos no dan a las tres derechas la mayoría absoluta, pero tampoco se la garantizan a una unión de las izquierdas. Ambos bloques podrían llegar a los 29 concejales y el perdedor, quedarse a menos de 10.000 votos de la victoria, como ocurrió en 2015. El más mínimo desliz y te caes al precipicio.

Si Madrid en Pie entrara en el Ayuntamiento, es muy posible que eso confirmara la reelección de Carmena. Si se queda fuera, las derechas tienen la opción de ganar. Iglesias ha entrado en el casino electoral cuando estaba a punto de cerrar y ha puesto todas sus fichas en el rojo. Puede salir del edificio con el gran premio y presumiendo de la jugada final o con los bolsillos vacíos y siendo señalado por muchos como responsable de la derrota. Cómo quedará la ciudad de Madrid es otro asunto.

“Nosotros pedimos el voto para los dos, pero creo que quien necesita apoyo de verdad ahora para estar dentro del Ayuntamiento de Madrid es la lista de Carlos”, dijo hace unos días en una entrevista con eldiario.es. Su tuit de la jornada de reflexión es un paso más allá: vota a Madrid en Pie para controlar a los infiltrados de la derecha a los que escucha Carmena.

La política de bloques es una forma de restar capacidad de decisión al votante. O me votas o ganará Satanás. En este punto, hay que defender al ciudadano: si alguien cree que su voto sólo puede ser para Madrid en Pie por su programa, nadie puede reprochárselo. Así funciona la democracia.

Con los líderes políticos, es algo diferente. Es difícil argumentar en todos los mítines que la prioridad es parar a la derecha en la Comunidad de Madrid y luego dispersar el voto en favor de una candidatura que está muy cerca de quedarse sin representación. Iglesias reclama “una movilización de la gente más de izquierda”, la que defiende los “principios fundacionales” de Ahora Madrid, para que apoye a Sánchez Mato.

Si la candidatura de Carmena no los representa, entonces ¿por qué no presentó Unidas Podemos su propia candidatura al Ayuntamiento de Madrid? ¿Cuántas veces ha alertado en público Iglesias sobre sus discrepancias con la política del Ayuntamiento?

Para responder a esa pregunta, habría que remontarse a Vistalegre2. Esa es una historia que no tiene mucho que ver con la ciudad de Madrid.

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