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Un bipartito progresista en España en la era de la gran coalición en Europa

Von der Leyen se reúne en Madrid con Sánchez.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

El miércoles por la tarde en Estrasburgo había dos mantras entre los eurodiputados españoles y los periodistas: “¿Habéis visto que Vox y Podemos han votado contra la Comisión Europea? ¿Habéis visto que mientras Sánchez e Iglesias pactan en Madrid, en el Parlamento Europeo Unidas Podemos vota contra Josep Borrell?”

En realidad, como casi siempre, hay parte de verdad y parte de mentira. Pero es relato, narrativa, política y los intereses de una parte.

Durante la campaña electoral de las elecciones europeas, el candidato socialista a la presidencia de la Comisión Europea, Frans Timmermans, defendió “una alianza desde Tsipras a Macron”. Es decir, desde los liberales hasta la izquierda de la socialdemocracia. Pero, al final, el pacto ha sido el que ha imperado desde el final de la Segunda Guerra Mundial: desde Merkel hasta Macron. Es decir, entre populares, socialdemócratas y liberales.

La propuesta de Timmermans chocó con varias realidades tras las elecciones europeas: que el grupo popular era el más numeroso; que la suma entre socialdemócratas, liberales, verdes y la izquierda unitaria no daba mayoría absoluta en el Parlamento Europeo; y que los populares tenían más jefes de Gobierno entre los líderes de la UE que los socialistas.

En conclusión: que los socialistas terminaron por desterrar la idea de hacerse con la presidencia de la Comisión Europea después de tres lustros y transigieron con que la presidencia recayera en la ministra de Defensa de Angela Merkel, Ursula von der Leyen. Ni los números ni el cambio de alianza de última hora de Emmanuel Macron permitieron hacer presidente a Frans Timmermans. Eso sí, a cambio Pedro Sánchez consiguió hacer jefe de la diplomacia europea a Josep Borrell; y Macron, líder de los liberales europeos, colocó a Lagarde como presidenta del BCE.

El pacto se cerró después de tres días de negociaciones a finales de junio y principios de julio a puerta cerrada en Bruselas.

Mientras Sánchez negociaba con los liberales y populares europeos, Albert Rivera ni acudía a las reuniones convocadas en Moncloa. Tres semanas después de cerrarse el pacto para el gobierno de la UE, Sánchez lo intentó con Pablo Iglesias durante cuatro días. Pero no salió, se repitieron elecciones en España y, a las 24 horas de ir a las urnas, ya había un preacuerdo para un Gobierno de coalición en España entre PSOE y Unidas Podemos: los números, contando con los nacionalistas, pueden sumar.

Es decir, la alianza “de Tsipras a Macron” que proponía Timmermans para el 26 de mayo sí suma en España. En realidad, suma desde el 20D de 2015, si bien Pedro Sánchez no lo ha intentado en serio hasta después del 10N de 2019.

Por eso, mientras el PSOE y Unidas Podemos cierran un acuerdo en Madrid votan divergente en el Ejecutivo comunitario. La aritmética –tanto por la Eurocámara como por los jefes de Gobierno– lleva a que los socialistas cogobiernen Europa con los populares desde hace medio siglo. Y el mecanismo de que son los gobiernos los que envían a sus comisarios, hace que los ultraconservadores polacos se ocupen de Agricultura, por ejemplo, sin que nadie pueda oponerse. O que un exCEO francés de una gran empresa de telecomunicaciones vaya a ocuparse del Mercado Interno de la UE, con todas las contradicciones que pueda generar. O que Desarrollo, Vecindad y Ampliación estén en manos del enviado del derechista Viktor Orbán.

Los socialistas van a cogobernar la UE mirando a su derecha –y los populares, mirando a su izquierda–, porque tampoco hay más alternativa. En el día a día parlamentario, quizá sí puedan existir otras mayorías, si el PPE vota con ultraconservadores y extrema derecha –como este jueves con la resolución sobre Cuba–, o si el PPE se divide y prospera una iniciativa a su izquierda –como la de la emergencia climática–.

El Parlamento Europeo votó este miércoles la nueva Comisión Europea en bloque. Es decir: se votaban los 26 integrantes, uno de cada país –a excepción de la presidenta, Von der Leyen, que ya se votó en julio–, de una sola vez. No se podía elegir votar a favor del holandés, en contra del polaco y abstenerte con el español. Era un todo o nada. Y, en ese todo o nada, Unidas Podemos votó en contra. Y en ese voto en contra, se incluía el rechazo a Borrell, entonces aún ministro del Gobierno de Pedro Sánchez, con quien se está cerrando un pacto de coalición.

Ahora bien, durante el examen a Borrell en la Eurocámara en septiembre, antes de la convocatoria del 10N, los eurodiputados de Unidas Podemos no votaron en contra del entonces ministro de Exteriores. Ni siquiera dejaron por escrito un voto particular, como sí hicieron con otros comisarios.

Las preguntas siguen durante el día: “¿Habéis visto que Vox y Podemos han votado contra la Comisión Europea? ¿Habéis visto que mientras Sánchez e Iglesias pactan en Madrid, en el Parlamento Europeo Unidas Podemos vota contra Josep Borrell?”

El portavoz de Ciudadanos en el Parlamento Europeo, Luis Garicano, entró de lleno tras la votación del miércoles. “Aquí trabajamos juntos”, dijo Garicano en Estrasburgo, “el apoyo principal de esta Comisión Europea responde a una coalición entre liberales, populares y socialistas. Esas tres fuerzas hablan continuamente en cada proyecto, en cada ley, en cada directiva y son estas fuerzas las que van a sacar adelante el programa legislativo”.

“Es una coalición de centro, de los que compartimos muchos valores, compartimos europeísmo, compartimos visión sobre el futuro de Europa”, prosiguió Garicano: “la pregunta que quiero hacer es ¿por qué esta coalición, que apoya y da sentido a esta Comisión, no puede ser la que apoye un gobierno en España? En vez de buscar los apoyos moderados, los apoyos centristas, de aquellos que compartimos unos ciertos valores, Pedro Sánchez se inclina hacia los extremos”.

“Si veis la votación aquí”, abundó el portavoz de Ciudadanos, “los extremos no han formado parte de la votación. En España, se busca el apoyo de los populistas y en Europa, por ejemplo, el GUE [el grupo de Unidas Podemos] no forma parte de la mayoría que ha apoyado a esta Comisión. Sánchez busca el apoyo de populistas, nacionalistas y separatistas, que tampoco han estado en esta coalición europea. Mi pregunta es por qué el señor. Sánchez no hace un esfuerzo por construir un centro constitucionalista en España. En Europa, hemos cumplido”.

Ciertamente, salen de sobra los números para una gran coalición ampliada en España de PSOE, PP y Ciudadanos. También desde el 20D de 2015, y fue lo que defendió Mariano Rajoy hasta su investidura tras el 26J. Y, de alguna manera, fue lo que llevó al golpe de mano en el PSOE para desalojar a Pedro Sánchez y dar la investidura a Rajoy con la abstención socialista.

Ni en Europa hay, de momento, gobierno progresista; ni en España, tampoco, gran coalición ampliada. Y, mientras el PSOE y Unidas Podemos se ponen de acuerdo para gobernar España; en Europa las alianzas son otras, aunque al final puedan votar muchas veces juntos en la Eurocámara.

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