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La aldea del futuro se construye en Asturias
Oviedo, 9 abr (EFE).- Las aldeas tienen futuro y ser convertirán en espacios atractivos para vivir, a pesar del declive demográfico acelerado en los últimos años, porque contribuirán a combatir algunos de los principales problemas que enfrenta la humanidad, como la crisis climática y la conservación de la biodiversidad.
Así lo asegura, en una entrevista con Efe, el comisionado para el Reto Demográfico en Asturias, Jaime Izquierdo, quien trabaja en recuperar las aldeas como unidades gestoras del territorio a través de un sistema de bienestar basado en la sostenibilidad ecológica, económica y social.
Desde su llegada al cargo, en 2019, el geólogo y escritor ha diseñado las principales líneas en las que se asentará la economía de la aldea del siglo XXI, dirigida por una comunidad vecinal organizada que cuente con un sistema agroecológico y energético local y un sistema de empresas, un esquema que, aunque es “inédito”, es posible convertirlo en realidad.
Para ello, el Principado ha elegido la localidad asturiana de Moal (Cangas del Narcea), con poco más de 70 habitantes que se encuentra situada a las puertas del Parque de Muniellos, como escenario para poner en marcha un proyecto piloto que tiene como objetivo convertirla en ejemplo de creación de una economía propia que ayude a revertir la sangría demográfica que sufren las alas de la comunidad.
“Queremos diseñar un nuevo espacio de vida. No hay ninguna limitación. Lo único que necesitamos en ensayarlo y replicarlo, aunque haya muchos detractores”, ha dicho.
A su juicio, este tipo de aldeas permitirían producir la energía limitada para vivir, lo que contribuiría a aminorar los efectos sobre la crisis climática, su forma de producir alimentos sería “inocua” y apostaría por conservar las razas ganaderas locales.
“Estamos convencidos de que, en quince o veinte años, las aldeas serán espacios para vivir, porque tienen en su ADN muchas de las soluciones a los grandes problemas de la humanidad”, ha afirmado.
La clave es, en su opinión, conseguir crear un tipo de aldea que pueda satisfacer los cinco niveles de necesidades recogidas en la pirámide de Maslow: las básicas o fisiológicas, de seguridad, sociales, de estima o reconocimiento y de autorrealización.
Este experto en desarrollo rural ha apuntado que para reconquistar estos territorios abandonados es necesario la llegada de los jóvenes, que tendrían que formarse como “aldeonautas o ecocultores” en determinados oficios, puesto que la forma de vida es “muy diferente” a la urbana, cuyos tiempos y forma de vida van a otro ritmo.
Izquierdo se muestra “optimista” ante el interés que ha despertado lo rural en plena pandemia del coronavirus, que puede deberse al “miedo” al contagio o a un “redescubrimiento de la calidad de vida” que ofrece este tipo de territorios.
“Sería muy interesante que los Ayuntamientos que están recibiendo población entablaran algún tipo de relación con esas nuevas comunidades y ver qué expectativas de futuro tienen para que puedan ser residentes fijos”, ha incidido.
Además de apostar por el teletrabajo en estas áreas, para lo que ha considerado imprescindible extender la banda ancha, Izquierdo ha defendido que en la aldea se siga “manejando la tierra” y que, a su vez, genere satisfacción y tiempo libre para “no ser un esclavo” de este tipo de tareas como sucedía hace décadas.
“Antes la aldea maneja alimentos y trabajaba campos y otra actividad no podía ser posible. Ahora, pueden darse otras actividades vinculadas al teletrabajo o al ejercicio de la profesión libre o artística. La única limitación que tendrá una persona para proyectar su creatividad será su propia capacidad”, ha puesto de manifiesto.
Asturias no se ha basado en ninguna experiencia concreta para diseñar su aldea de futuro, pero ha tomado como fuente de inspiración Francia, donde “la cultura campesina tiene un valor en sí misma”.
Según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadística, el Principado perderá el 10 por ciento de su población en los próximos quince años, una comunidad que cuenta con una población muy envejecida y con una “escasísima” tasa de natalidad, “que posiblemente disminuya más como consecuencia de la pandemia”.
En una región “mayoritariamente aldeana” en la que el 80 por ciento de su territorio es rural, a pesar de que el 80 por ciento de su población vive en las zonas metropolitanas, es imprescindible construir este tipo de espacios, que cuentan con la particularidad de ser “únicos”.
“Cada aldea tiene una forma de entender las cosas y eso tiene un valor extraordinario que tenemos que recuperar”, ha concluido.
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