La presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, ha alertado este miércoles de que las dinámicas de “la polarización y el enfrentamiento” que están marcando la actual política española están haciendo mella directamente en la “confianza” que tiene la ciudadanía hacia los políticos, que no deja de caer según distintas encuestas como la del CIS, que desde hace meses los sitúa como uno de los principales problemas a juicio de los españoles.
Batet ha querido lanzar esa advertencia durante la presentación del decimoquinto Informe sobre la Democracia en España que ha elaborado la Fundación Alternativas junto al Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y que se ha presentado este miércoles en el Congreso en un acto que ha contado con la participación de los máximos responsables de los citados institutos, la asistencia de distintos diputados y ha concluido con una mesa redonda moderada por el director de Opinión de elDiario.es, Gumersindo Lafuente.
Según el informe, el índice de calidad democrática en España se sitúa en el 6,2. Pero Batet ha lamentado la “aparente contradicción” que supone que “mientras los informes internacionales señalan que España es una democracia plena y madura, por otro lado la opinión pública española es más crítica que nunca con políticos y política, llegando a suponer una preocupación grave para la población”. “No están fallando las instituciones democráticas pero sí estamos fallando sus representantes”, ha remarcado la presidenta del Congreso.
Ella ha insistido en la “responsabilidad” de los representantes públicos. “Tenemos una responsabilidad tan grande, hemos de ser ejemplares ante nuestra sociedad, porque somos el instrumento a través del cual se desarrolla, e incluso se percibe, la democracia. Siendo esto así, cuanto más y mejor nos esforcemos en ejercer nuestra responsabilidad, cuantos más y mejores ejemplos demos con nuestro comportamiento, mejor servicio estaremos haciendo a la calidad de nuestra democracia”, ha enfatizado.
El “preocupante” fenómeno internacional de la “confrontación”
Por el contrario, Batet ha advertido del riesgo de ejercer “la representación desde la polarización y el enfrentamiento”, ya que esa actitud pone “en peligro el capital básico de los sistemas democráticos: la confianza”. “La confianza recíproca que nos mueve a cooperar, a aceptar sacrificios en beneficio del interés general; la confianza y la grandeza de reconocer la legitimidad del otro y la capacidad, por tanto, de llegar a acuerdos y consensos”, ha apuntado.
“Es notorio que en lo que va de legislatura hemos padecido demasiado este segundo tipo de política, la de la confrontación y el disenso”, ha proseguido la presidenta del Congreso, que sí ha querido dejar claro que ese “no es un fenómeno exclusivamente español, y ya hace algunos años que se sitúa en el centro del debate de muchas democracias avanzadas, principalmente en Estados Unidos”. “Pero que esté generalizado no es ninguna eximente. Hace el fenómeno incluso más preocupante”, ha señalado.
Para Batet, “en política democrática es saludable el debate sobre el disenso”, pero “en una sociedad democrática no todo puede ser disenso ni este puede justificar la pérdida del respeto al adversario político”. “Y, sobre todo, no puede significar la pérdida del respeto a las instituciones que este adversario político representa. Esas líneas rojas se cruzan con demasiada frecuencia en la política española, y de ahí el grado de rechazo que despierta en la ciudadanía”, ha concluido, para remachar: “En definitiva, los representantes podemos hacerlo mucho mejor”.
Lo que plantea Batet es que se puedan plantear diferencias en gran parte de los asuntos públicos, “pero también coaligar esfuerzos y cooperar en materias transversales en beneficio de la ciudadanía”. “Podemos combinar nuestro disenso en líneas políticas determinadas con un cierto consenso político-institucional en torno a la legitimidad de las opciones ideológicas y la alternancia en el poder. Podemos plantear los debates expresando con total libertad que opinamos diferente sin faltar al respeto al adversario ni a las instituciones que representamos. En conclusión, podemos optar por ser un factor positivo en la configuración de nuestra democracia, en lugar de uno disruptivo. Se lo debemos a la ciudadanía que nos elige para uno de los mayores honores que se pueden concebir, que es representarlos”, ha zanjado.