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Pablo Casado profundiza la fractura interna del PP un año después de su triunfo en las primarias

Abrazo entre Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado durante el XIX Congreso del PP de julio de 2018..

Iñigo Aduriz

“El PP ha vuelto. Ya no vamos a gastar ni un minuto más en hablar de nosotros. Tenemos que volver a hablarles a los españoles, a decirles que estamos aquí, que estamos dispuestos otra vez a liderar esta sociedad y que lo vamos a hacer unidos. Yo me comprometí con todos los candidatos, y en especial con Soraya, a que este nuevo equipo tenemos que hacerlo conjuntamente. Que la integración claro que es posible”. El de la unidad fue uno de los principales compromisos que adquirió el líder del PP, Pablo Casado, en julio de 2018, en su discurso tras la victoria en las primarias durante el XIX Congreso del partido.

Un año después, los últimos movimientos realizados por Casado en su dirección el pasado lunes, en la Junta Directiva Nacional, han acabado por profundizar aún más esa brecha interna que nunca terminó de cicatrizarse tras el proceso interno. El líder del PP ha situado a los afines a sus grandes rivales de las primarias, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal –ambas alejadas de la política–, al margen de los órganos de decisión del partido y están fuera de juego.

Las únicos dirigentes que no apoyaron a Casado en el proceso interno y que se mantienen en la cúpula popular son la exministra de Agricultura y nueva vicesecretaria de Política Sectorial Isabel García Tejerina –escudera de Cospedal en las primarias– y la vicesecretaria de Política Social, Cuca Gamarra, que en el XIX Congreso hizo campaña por Sáenz de Santamaría. El resto de cargos son fieles al líder del PP desde las primarias.

El giro a la derecha que emprendió nada más lograr la presidencia y que algunos de los dirigentes autonómicos de más peso vieron con recelo culminaba además este lunes con la elección de la diputada por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz en el Congreso.

La estrategia “no ha funcionado”

La decisión se producía en plena lucha entre el sector aznarista que ahora copa la dirección del PP y las facciones más moderadas representadas por barones como el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, o el andaluz Juan Manuel Moreno Bonilla, que ni siquiera asistieron a la Junta Directiva en la que se escogió a una parlamentaria que ambos consideraron demasiado “derechista” como para situarse en ese puesto de portavoz.

Dirigentes críticos consideran que esa estrategia de radicalización que se puso en marcha desde julio de 2018 “no ha funcionado”. Un presidente regional díscolo con los postulados de Casado explica que ese plan se demostró “fallido” tanto en las elecciones generales del 28A –cuando el PP obtuvo el peor resultado de su historia– como en las autonómicas, municipales y europeas del 26M. “No hemos conseguido diferenciarnos de la extrema derecha de Vox ni recuperar los votos que se fueron al centro derecha de Ciudadanos”, apunta.

Por eso él y otros cargos intermedios consultados por este diario consideran que la remodelación planteada por Casado en la Junta Directiva “no ayuda” ni a “ensanchar la base electoral” del partido ni a ejercer “una oposición de Estado” contra el Gobierno en funciones de Pedro Sánchez y el Ejecutivo que previsiblemente encabezará el líder socialista en el caso de que finalmente consiga ser investido en un futuro pleno que deberá celebrarse en los próximos dos meses.

“Nos están situando, a la fuerza, lejos del centro y el PP solo gana elecciones y logra votos cuando ejerce del partido moderado que ha sido siempre”, argumenta en privado otro dirigente autonómico crítico con la dirección nacional.

“Profundamente arropada”

Los nuevos miembros de la cúpula del PP se esforzaban esta última semana por negar la existencia de esa brecha interna pese a las evidentes diferencias. La propia Álvarez de Toledo reconocía que ni Feijóo, ni Moreno Bonilla, ni el presidente de los populares vascos, Alfonso Alonso –otro de los representantes del sector más moderado– le habían llamado para felicitarle por su nuevo cargo.

“No, no me han llamado, pero de verdad me siento profundamente arropada por este partido y además creo que tenemos una tarea absolutamente fundamental por delante”, señalaba ella en una entrevista en Antena 3. Ante las críticas, Álvarez de Toledo aseguraba que desde la portavocía en el Congreso realizará una “oposición indómita”, que “no se dejará domesticar”, pero “también racional”, basada en argumentos y respetando la inteligencia de los ciudadanos. “No una oposición histérica”.

Ana Beltrán, la nueva vicesecretaria de Organización, negaba, por su parte, en otra entrevista en Onda Cero, esas disensiones internas y afirmaba que “el apoyo” de todo el Partido Popular a Casado “es unánime”, con el “objetivo común” de llegar al Gobierno de España.

Defendiendo la pluralidad de opiniones dentro del PP, el recién nombrado vicesecretario de Comunicación de los populares, Pablo Montesinos, señalaba en cambio en la Cadena Ser que el suyo es “un partido vivo, moderado y transversal, en el que hay que dialogar y reflexionar, manteniendo unos principios básicos e ideas comunes, como la unidad nacional o la igualdad”.

“Un partido muy vivo”

Él defiende que el PP tiene que sentirse muy orgulloso de su pasado y, a partir de ahí, “evolucionar para convertirse en el partido de la inmensa mayoría de la gente, en el que cabe todo el mundo, con un proyecto de presente y futuro, ilusionante, para reconectar con todo el votante de centro derecha”. “Hay que abrir el abanico, para llegar a todas las áreas. Es un PP muy vivo, grande y abierto”, zanjaba.

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