El debate de ideas y propuestas está siendo el gran ausente de la campaña por liderar el PP. Los dos candidatos finalistas que, salvo integración de última hora, se batirán el próximo 21 de julio por la presidencia del partido han llenado sus actos de consignas pero no han profundizado en cuáles son sus propuestas para ganarse el favor de los compromisarios en esta segunda vuelta, en cuya mano está elegir al sucesor o sucesora de Mariano Rajoy. Toda vez que los estatutos del PP marcan que el líder del partido también será candidato a presidir el Gobierno.
El PP ya da por descartado celebrar un encuentro donde Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría confronten ideas y modelos de partido. La dirección nacional no está dispuesta a que los candidatos se despellejen ante las cámaras con asuntos que son sensibles para su electorado. Ni que el debate ponga sobre la mesa la fractura interna que arrastra el PP y la salida de Rajoy ha disparado.
La exvicepresidenta ha evitado hacer propuestas concretas en campaña, más allá de apelar a los grandes pilares del partido. Aquellos sobre los que no hay discusión posible, como la unidad de España o el apoyo a las víctimas del terrorismo. Aunque en los últimos días ha virado hacia planteamientos propios del ala más dura del partido ante un contrincante dispuesto a ganarse el voto del electorado más extremo del PP.
En cualquier caso, la ex número dos de Rajoy no ha abandonado la ambigüedad que muchos le afeaban en su etapa en el Gobierno en cuestiones como el aborto o la eutanasia. Ahora ya no hay paraguas institucional donde refugiarse.
Pablo Casado, consciente de este talón de Aquiles, presume de ser el único que ha plasmado sus ideas negro sobre blanco. El candidato ha tratado de separarse de Sáenz de Santamaría recuperando los mantras del ala más dura del partido. Incluso ha cargado contra la “ideología de género”, en referencia al feminismo, como algo que “el centro derecha debe combatir”.
Recopilamos las principales convergencias y divergencias entre los candidatos a presidir el PP, sus manifestaciones, sus acciones y también sus silencios.
Aborto y eutanasia: Santamaría se abstiene
“Aceptación pasiva”. Así definen los colectivos feministas la posición de Soraya Sáenz de Santamaría sobre el aborto. La exvicepresidenta trató de retrasar, a las órdenes de Mariano Rajoy, la contrarreforma ideada por Alberto Ruiz-Gallardón que finalmente fue retirada por su Gobierno por no lograr consenso ni dentro del partido. Santamaría se ha mostrado en varias ocasiones partidaria de regular la autorización paternal obligatoria para las menores que interrumpan su embarazo. Su discurso, tanto como portavoz del Congreso como vicepresidenta, se ha centrado en defender “la vida” sin más matices.
“El aborto es siempre un fracaso de todos. Este es un debate en el que se mezclan muchas cosas y muchas opiniones”, dijo en una rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en plena polémica por la ley Gallardón, que obligó al partido a pedir expresamente al Gobierno que suavizara el texto.
Santamaría, cauta en sus expresiones públicas sobre el asunto, presidió ante la ausencia de Rajoy por un viaje el Consejo de Ministros del 20 de diciembre de 2013 que dio luz verde al anteproyecto de ley de Gallardón. También tuvo un papel importante en el pasado en la acción de la oposición contra la ley de plazos de José Luis Rodríguez Zapatero. Firmó como cabeza visible, junto a Mariano Rajoy, el duro recurso que presentó el PP ante el Constitucional.
Más claro se ha mostrado en campaña Pablo Casado sobre este asunto. El vicesecretario se remite para explicar su posición a unas declaraciones en La Sexta Noche marcadas por una frase: “El aborto no es un derecho”. “Que miren lo que dije en 2015”, recordó en esRadio hace apenas unos días, al ser preguntado por la iniciativa socialista para legalizar la eutanasia. “No queremos que Pedro Sánchez haga lo mismo que hizo Zapatero con la ley del aborto. Estamos a favor de la vida”.
Casado, en los constantes guiños al ala más conservadora del partido, considera que Sánchez está resucitando “la brecha en la moralidad de los españoles” por proponer la despenalización de la eutanasia y se muestra partidario de contralegislar. “¿Por qué cuando llega la izquierda pueden legislar a nivel moral y luego llega la derecha con mayoría absoluta y no puede retrotraerlo?”, se preguntaba en una entrevista con Federico Jiménez Losantos. Se dice “a favor de la cultura de la vida”.
El PP retiró de sus estatutos en febrero de 2017 que, como partido, estaba “en contra de la eutanasia”. Mariano Rajoy era presidente del Gobierno y Soraya Sáenz de Santamaría, su número dos. Pero ni uno ni otro se mostraron nunca favorables. Cuando el Gobierno de Zapatero hizo el primer intento por aprobar una ley de muerte digna, Santamaría dijo que los socialistas deberían preocuparse “por ayudar a vivir a la gente con dignidad”. La candidata ha recibido muchas críticas precisamente por no mojarse en temas sensibles resguardada bajo el paraguas de la vicepresidencia. Ahora como candidata tampoco lo hace.
La memoria histórica, un “absurdo” para Casado
Para Pablo Casado, la memoria histórica se utiliza para “dividir a los españoles” y la ley, aprobada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, “no aporta nada al futuro”. “No me gastaría un euro para desenterrar a Franco”, dijo en una entrevista en esRadio, en la que tildó de “absurdo” hablar “de lo que pasó en España hace 80 años”.
Su rival, Soraya Sáenz de Santamaría, capitaneaba el Ministerio de Presidencia cuando el presupuesto para memoria histórica, dependiente de esta cartera, se quedó a cero. La vicepresidenta ha tenido que justificar en el Congreso el retraso de la exhumación ordenada por sentencia judicial de los hermanos Lapeña, cuyos cuerpos están en el columbario del Valle de los Caídos y serán sacados en pocos días.
Santamaría ha apelado siempre a la “complejidad” de las exhumaciones, al estar mediante Patrimonio Histórico. “Tanto es así, que desde 1980 no ha habido exhumaciones en el Valle de los Caídos. Y ustedes [el PSOE] gobernaron 21 años”, reprochó a bancada socialista en 2017.
Catalunya y la batalla por el discurso españolista
La unidad de España ha sostenido los discursos de todos los candidatos a presidir el PP. Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se han apoyado sobre este pilar en todas las plazas. Aquí, como con las víctimas del terrorismo, no hay riesgo de división entre los militantes, aunque en los últimos días la deriva más conservadora de Casado ha obligado a Santamaría a endurecer su posición. También para enmendar la gestión de Pedro Sánchez: “En Catalunya practican el apartheid”, llegó a decir antes de advertir que “Sánchez debe defender primero a los catalanes que se sienten españoles”.
El vicesecretario ha empleado el asunto catalán como arma arrojadiza para atacar a su contrincante por su gestión como jefa de la administración territorial en el Gobierno de Rajoy. Casado considera que la 'operación diálogo' fue un “fracaso” que condujo al PP “a la oposición”. A su juicio, la aplicación del 155 fue blanda y tendría que haberse producido “antes, de forma más extensa y sin esperar a Ciudadanos y PSOE”.
Casado ha explotado con Catalunya un discurso que entra bien al ala dura del PP con propuestas como la ilegalización de los partidos independentistas. El candidato también es partidario del recurso previo de inconstitucionalidad aplicable más allá de los estatutos de autonomía y de tipificar como delito la sedición impropia y la convocatoria de referéndum ilegal.
Brecha salarial y conciliación: las bazas de Santamaría
En la recta final de la campaña, Soraya Sáenz de Santamaría ha empezado a introducir en su discurso público su preocupación por la brecha salarial o la conciliación laboral y familiar, temas olvidados por su compañero candidato, que no lo ha mencionado ni una sola vez en campaña.
Sáenz de Santamaría ha denunciado este miércoles el machismo en primera persona, cuando como portavoz del Congreso la llamaron “novicia” por tener 37 años. “Me preocupa mucho la brecha salarial, que la carrera profesional de las mujeres sea más corta, que que la conciliación siga siendo algo eminentemente femenino”, ha dicho en una entrevista en Espejo Público. El Congreso debatió una ley en febrero, propuesta por Unidos Podemos, para garantizar la igualdad retributiva entre hombres y mujeres. Y Santamaría, desde la bancada del PP, se abstuvo de apoyar su tramitación, como el resto de su grupo parlamentario. Además, los recortes del Gobierno de Rajoy impactaron con especial dureza en el presupuesto contra la violencia de género.
En contra y a favor de los pactos
A Casado no le gustan mucho los pactos. “¿Por qué cuando gobierna la derecha hay que llegar a pactos y cuando gobierna la izquierda se pasan a rodillo?”, se preguntaba el vicesecretario de Comunicación nombrado por Rajoy en una entrevista con Federico Jiménez Losantos la semana pasada.
Hablaba en estos términos al ser preguntado por el pacto educativo, fracasado tras decenas de sesiones en una subcomisión que no logró alcanzar medidas de consenso para dar a luz a una ley que sustituyera a la Lomce. Una normativa aprobada precisamente por la mayoría absoluta del PP en la etapa del ministro José Ignacio Wert. De caravana por los pueblos, Casado ha asegurado que quiere “huir” de “los palos en las ruedas” que les ha puesto “una minoría parlamentaria” (Ciudadanos).
Esa falta de mayoría, a la que no está acostumbrado el PP, obligó al Gobierno popular a buscar consensos a la fuerza. En sus últimos meses como vicepresidenta, Sáenz de Santamaría aseguró que quería “fortalecer la cultura del pacto” que se había dado en el acuerdo de Estado contra la Violencia de Género y extenderla a las pensiones, la educación o la financiación autonómica, más allá de “ciclos políticos y económicos”.