Hubo gente en el PSOE y en el PP que pronosticó un nuevo tiempo en las relaciones entre los dos grandes partidos tras el aterrizaje de Alberto Núñez Feijóo en la política nacional. La era de Pablo Casado como líder de la oposición dejó tras de sí cuatro años de tierra quemada en la interlocución con Pedro Sánchez y un bloqueo sistemático a cualquier atisbo de pacto de Estado, con la sangrante renovación pendiente de instituciones como el Consejo General del Poder Judicial como paradigma de la falta de colaboración política. Sin embargo, los augurios de una mejor conexión entre el político gallego y el presidente del Gobierno no tardaron en desmoronarse.
Desde la primera cita de ambos en abril de 2022 en el Palacio de la Moncloa con motivo de la llegada de Feijóo a la presidencia del PP, las cosas no han hecho más que empeorar. De termómetro sirvió la cita de este lunes en el Congreso de los Diputados, repleta de reproches cruzados. El líder de los populares acusó a su interlocutor de protagonizar “un fraude electoral masivo”. El candidato socialista a la investidura recriminó el “intento desesperado de agitar la calle” por parte del PP.
La relación política y personal de Sánchez y Feijóo no ha dejado de enturbiarse en el último año y medio a medida que avanzaba el calendario electoral, subía el tono del enfrentamiento político entre ambas formaciones y seguían sin desbloquearse los grandes acuerdos pendientes de la etapa de Casado. En octubre del año pasado tuvo lugar la reunión más larga entre ambos hasta la fecha. Más de tres horas también en el Palacio de la Moncloa, donde el presidente del Gobierno citó al líder de la oposición en busca de una salida al bloqueo del órgano de gobierno de los jueces tras la dimisión de su presidente, Carlos Lesmes.
Pero aquella reunión tampoco sirvió para nada. Las negociaciones para renovar el Poder Judicial, que llegaron a concretarse incluso en un acuerdo apalabrado entre ambos partidos, saltaron por los aires en el último momento tras las presiones internas y externas al líder del PP, que arguyó la reforma de los delitos de sedición y malversación que llevó a cabo el Gobierno para no firmar ningún acuerdo con los socialistas.
Desde entonces, y tras las campañas electorales de las autonómicas y municipales, primero, y de las generales, después, la relación entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se redujo a toda una colección de choques dialécticos en las sesiones de control del Senado y a un permanente cruce de acusaciones públicas en mítines, debates o actos de partido.
Tras las elecciones se han vuelto a ver las caras dos veces en poco más de un mes, una por cada ronda de contactos que han llevado a cabo cada uno de ellos como candidatos a la investidura. En esa cita a cuenta del intento fallido de Feijóo de ser investido, el PSOE acusó a los populares de llamar al transfuguismo por la petición expresa del PP y de la extrema derecha de que diputados socialistas traicionaran a sus siglas y votaran a favor del candidato gallego. El líder del PP se desmarcó aquel día, 30 de agosto, con la súplica al presidente en funciones de que le dejara gobernar al menos dos años. La cita duró menos de una hora y no sirvió tampoco para acercar ninguna postura.
Cruce de reproches
La de este lunes en el Congreso, dentro ya de la ronda que lleva a cabo Pedro Sánchez de cara a su propia investidura, elevó incluso el tono de las acusaciones mutuas. El candidato del PSOE reclamó a Feijóo “respeto por los resultados electorales” y le recriminó que en apenas dos semanas haya acudido a dos manifestaciones contra la formación de Gobierno por parte del PSOE en base a un acuerdo político con los independentistas catalanes.
“Le ha pedido respeto institucional a la Constitución española (la obligación de renovar el CGPJ que lleva 5 años bloqueando), a los símbolos nacionales, que son de todos los españoles, y a la fiesta nacional del 12 de octubre, y contención en su intento desesperado de agitar la calle”, aseguraron fuentes de Ferraz tras el encuentro.
A esa acusación de agitación de las calles y de faltar el respeto a las instituciones le siguió un reproche más que, según el PSOE, le trasladó Sánchez en persona a Feijóo. “En las dos últimas semanas el Partido Popular ha convocado dos manifestaciones contra la investidura de Pedro Sánchez, en las que se ha faltado al respeto al jefe del Estado, y ahora está intentando hacer una instrumentalización partidista de la fiesta nacional del 12 de octubre”.
El líder del PP acudía a la reunión con Sánchez con el convencimiento de que no acercarían posturas en ninguno de los temas en agenda. Ni siquiera hizo falta, según dijo Feijóo, poner en su boca el ‘no’ a la investidura, entre otras cosas porque el PSOE ya había anunciado que no le pedirían su apoyo. “No me lo ha pedido, así que ni siquiera hubo ocasión de tratarlo”, dijo. Una imagen que ilustra el distanciamiento entre ambos líderes.
Pero durante el intercambio, que según fuentes de Génova resultó “cordial”, el choque de posturas fue a más precisamente cuando Sánchez le lanzó esa acusación de intento de “instrumentalizar” de forma partidista la fiesta del 12 de octubre, una afirmación que causó indignación al líder del PP, según fuentes de su entorno.
“El presidente me ha acusado de hacer dos actos en contra de su investidura”, se quejó. La respuesta del líder de los populares fue que defenderán la democracia “con toda la intensidad”. O lo que es lo mismo, que por un lado seguirán saliendo a la calle si es necesario y volverán a protestar si se termina aprobando en el Congreso una ley de amnistía. Y por otro que, si eso ocurre, la recurrirán además al Tribunal Constitucional.
“Las negociaciones van bien”
Feijóo se mostró convencido tras esta última reunión de que Sánchez será presidente del Gobierno. “Le he visto convencido de que va a ser presidente. Entiendo que las negociaciones van bien”, ironizó. Y se mostró igualmente seguro de que será a cambio de una amnistía de la que, según dijo, Sánchez no habló en todo el encuentro, que se prolongó durante una hora. “Solo usó eufemismos”, sostienen fuentes populares sobre la conversación.
Feijóo llegó a referirse al acuerdo con los independentistas en base a una ley de amnistía como “una decisión reaccionaria y un fraude electoral masivo”. “Cuando uno está tan seguro y tan obsesionado con el fin es cuando uno utiliza cualquier medio. No hay límites a los medios para conseguir el fin a la presidencia del Gobierno”, insistió.
En esta nueva reunión, Feijóo, que llegó a Génova con el compromiso de abandonar el insulto y representar al PP más moderado e institucional, evitó de nuevo comprometerse a renovar el Poder Judicial, bloqueado por su partido desde hace más de cinco años, criticó a Sánchez por usar la Presidencia del Congreso con “fines partidistas” y, como novedad, acusó a sus socios de Gobierno de ser “comprensivos” con los ataques de Hamás a Israel.
“Me hubiese gustado que esta reunión hubiese servido para algo”, concluyó Feijóo. Sí sirvió, sin embargo, para dibujar una nueva legislatura a cara de perro entre el PSOE y el PP, sin atisbo alguno de reconstrucción de puentes entre los presumibles jefe de Gobierno y líder de la oposición.