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Sánchez y Casado perfeccionan el concepto de jeta constitucional

Pedro Sánchez posa ante los fotógrafos colocándose ligeramente de lado y con el brazo apoyado en el atril.

Iñigo Sáenz de Ugarte

El PSOE no quiso meterse en serio en las negociaciones para formar Gobierno en los dos meses posteriores a las elecciones de abril. En julio, hizo un intento que sólo duró unas 72 horas. En agosto, no tocaba esforzarse, sólo vacaciones y algunos viajes de Pedro Sánchez. En septiembre, volvió a la vida, pero para decir que lo de julio había caducado y que sólo aceptaba el apoyo de Podemos para formar un Gobierno monocolor. De su color, claro.

Nos plantamos en octubre y es otra vez la hora de tirarse a la campaña electoral. ¿Cuál es el argumento ahora de Sánchez? El bloqueo, tíos, no os podéis imaginar lo malo que es el bloqueo. Sólo el PSOE os puede salvar de él. “El 11 de noviembre o hay un Gobierno del partido socialista o hay un bloqueo”, dijo el lunes en un discurso de media hora para presentar el eslogan de su precampaña (“Ahora Gobierno. Ahora España”). Repitió 'bloqueo' tantas veces que a la tercera uno ya se imaginaba las dos palabras 'terceras elecciones' y empezaba a sudar a pesar del aire acondicionado. 

El líder del PSOE se apunta a la idea de jeta constitucional. La gente está en su derecho de pensar que la obligación del partido más votado es intentar un acuerdo con otras formaciones para alcanzar una mayoría suficiente con la que ganar la votación de investidura. Ese tipo de cosas que aparecen en la Constitución. No pueden estar más equivocados, nos dice Sánchez. Son los demás partidos los que están obligados a apoyar al PSOE, porque “somos la única fuerza política que puede ofrecer estabilidad”. 

El PSOE no está innovando. Es la misma campaña que el PP llevó a cabo en 2015 y 2016, porque es la que mejor le sienta al partido que está en el poder, sobre todo si su líder no quiere arriesgar mucho. Se presenta como el partido de gente seria que sabe lo que es gobernar, que no va a dar sustos y que se compromete a mantener la gran vaca sagrada del sistema español que es la estabilidad. Las cosas pueden ir bien, mal o regular, pero que no falte un plato de estabilidad en la mesa. 

Sánchez quería ser magnánimo. Nada de reproches. “No hay que perder el tiempo con el juego de las culpas”. Sin embargo, de inmediato pasaba a decir que sólo el PSOE podía impedir el... efectivamente, el bloqueo. No como los demás. “Un país que tiene demasiadas tareas pendientes como para continuar bloqueados, como hemos continuado bloqueados los últimos meses (por culpa de los otros, claro). Un país que tenemos la responsabilidad de unir, frente a los que quieren partirlo con el ruido de la crispación o crear dos bloques, como si fueran antagónicos y sin ninguna capacidad de entenderse”.

Todos recordamos que en la campaña anterior Sánchez alertó a los ciudadanos contra el bloque de las tres derechas, antagónico a los valores de progreso que defiende su partido. Es posible que estemos todos equivocados.

Para rentabilizar el concepto de jeta constitucional, es fundamental la memoria selectiva. 

Esos malos españoles que bloquean todo

La otra pata del discurso de Sánchez también recordaba a los mensajes de Rajoy de hace tres años. “Somos la izquierda que no se avergüenza ni oculta la palabra España”, dijo. No sólo bloquean todo, sino que además son malos españoles. Los mismos argumentos con los que el PP descalificaba a todos los partidos de izquierdas son utilizados ahora por Sánchez para ir contra Podemos y asociados. La tendencia tiene un límite: es poco probable que veamos a toreros y personajes televisivos en las listas del PSOE. Al menos, no hasta las terceras elecciones.

Cuando te envuelves en la bandera, no hay límites en el orgullo nacional. Será por eso que Sánchez, en pleno furor patriótico, fue tan lejos como apropiarse de otros símbolos nacionales: “Podemos hablar en nombre de Cataluña, porque somos la esencia de Cataluña”. Teníamos pocos partidos nacionalistas, a los que les gusta hablar de esencias nacionales, y ahora hay que hacer sitio al PSOE. 

¿Qué espacio deja eso al PP de Pablo Casado cuando Sánchez está utilizando algunos de sus ataques contra los independentistas catalanes e incluso sugiere que el 155 forma parte del arsenal disponible? Casado cree tener la solución. Ya no se trata de aplicar de inmediato el 155 y sin fecha límite –el Tribunal Constitucional ha dejado claro que esa idea no se ajusta a la Constitución–, sino de inventarse un 155 de tapadillo que pueda colar sin que le afecte esa sentencia del TC.

En una entrevista en Telecinco, Casado desplegó la munición: Ley de Seguridad Nacional para controlar a los Mossos, lo mismo con las prisiones, mayor control financiero del Govern, inspecciones en los colegios y vigilar de cerca a los medios de comunicación públicos catalanes. “Cinco leyes que no son 155 (sic, la cifra se ha convertido en un adjetivo), pero que se tenían que aplicar ya”, resumió.  

La jeta constitucional aplicada esta vez a Catalunya. Para defender la Constitución en esa comunidad, hay que ignorar lo que dice la Constitución y ser más creativo. 155 sin 155 en cómodas y sucesivas dosis. Lea las instrucciones de este medicamento y consulte al farmacéutico de la calle Génova, pero no al Tribunal Constitucional.

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