PP, PSOE, CiU y CC han sido los partidos más beneficiados por los sistemas electorales autonómicos durante 40 años
En las elecciones autonómicas de Canarias en 2015, Coalición Canaria fue tercera fuerza en votos (por detrás de PSOE y PP) y, sin embargo, fue la primera en número de escaños. En Galicia, el PP lleva tres legislaturas seguidas gobernando con mayoría absoluta (desde 2009) aunque en ninguna de las tres elecciones ha sumado más del 50% de los votos.
Ciudadanos se quedó sin un solo escaño en los comicios autonómicos de Castilla-La Mancha (2015), Canarias (2015) y Galicia (2016) con el 8,8%, 6% y 3,4% de los votos, respectivamente. Pero no está solo. Izquierda Unida tampoco consiguió diputados con el 4% de los votos en las autonómicas de Madrid y Murcia de 2015.
¿Son estos casos la tónica o la excepción de las leyes electorales autonómicas? ¿Se repiten estos casos más en unas comunidades que en otras?
Para descubrir cuáles son los sistemas electorales regionales más injustos, eldiario.es ha analizado los resultados electorales de las 164 elecciones autonómicas que se han celebrado en democracia. Para medir cómo de injusto es cada sistema electoral, hemos calculado las diferencias entre el porcentaje de escaños y el porcentaje de votos obtenido por todos los partidos que se presentaron en cada elección.
Los datos, obtenidos del archivo histórico electoral de la Generalitat Valenciana, incluyen solo los partidos que obtuvieron escaño o que sumaron más del 3% de los votos en esos comicios. ¿Cuáles son los partidos más beneficiados tradicionalmente en las elecciones autonómicas?
PP, PSOE, Convergència y Coalición Canaria han sido tradicionalmente las candidaturas más beneficiadas por los sistemas electorales autonómicos. Una situación que coincide con que habitualmente han sido los partidos más votados en las elecciones a las que se han presentado. Al otro lado de la baraja, Izquierda Unida, Ciudadanos y Podemos repiten casi siempre entre los más perjudicados.
Esta distancia entre partidos sobrerrepresentados e infrarrepresentados en los parlamentos regionales se agudiza más en unas autonomías que en otras. Por ejemplo, Murcia, Castilla-La Mancha, Canarias y Castilla y León son las comunidades que más distorsionan la conversión de votos en escaños. En estas autonomías, la diferencia media entre el porcentaje de escaños y de votos de cada candidatura es de 3 puntos.
El récord se lo lleva la Región de Murcia: aquí los partidos con más del 3% de los votos se alejaron 4,5 puntos de su resultado en las urnas. En las pasadas elecciones autonómicas de 2015, el PP obtuvo el 49% de los escaños a pesar de tener el 38% de los votos.
¿Por qué algunos sistemas electorales autonómicos distorsionan más que otros los votos que se depositan en las urnas? A diferencia de unas elecciones generales, que utiliza la misma ley electoral para todo el territorio nacional, cada comunidad utiliza su propio sistema.
Por un lado, la fórmula de d'Hondt para hacer el reparto de escaños es uno de los elementos comunes que tienen todos los sistemas electorales autonómicos. Este método tiende a favorecer a los partidos más votados en la asignación de asientos parlamentarios frente a otros sistemas similares como Sainte-Laguë, como demostró la propuesta electoral de Unidos Podemos.
Es decir, en todas las comunidades los partidos más votados suelen ser los más beneficiados por el sistema electoral. Madrid es uno de los ejemplos más claros: a pesar de que reparte 132 escaños (en 2015, 129) en una única circunscripción, la relación entre porcentaje de voto y diputados no es exacta y en todas los comicios hay partidos más beneficiados que otros.
En algunas comunidades, como Madrid o Canarias, las barreras electorales también son clave en los resultados electorales. Por ejemplo, Ciudadanos se quedó fuera del reparto de escaños de Canarias en 2015 ya que no superó la barrera del 6% de los votos en todo el archipiélago o el 30% en la isla. El nuevo sistema electoral que se aplicará en las elecciones de 2019 reducirá este obstáculo al 4% de los votos en toda Canarias y el 15% insular.
Una de las principales causas de las distorsiones entre votos y escaños en cada autonomía está en el número de circunscripciones y su tamaño. Es decir, las comunidades que reparten muchos diputados en pocas provincias o islas tienden a ser más proporcionales que las que reparten pocos diputados en muchas provincias.
Precisamente, son Canarias y las Castillas las comunidades que eligen menos diputados en cada circunscripción. ¿Por qué es importante? Porque es mucho más difícil que los terceros, cuartos o quintos partidos consigan escaño en zonas que reparten 3, 4 o 5 diputados.
Castilla-La Mancha es la comunidad con menos representantes por circunscripción. Desde la última reforma de la ley electoral manchega durante el Gobierno de Cospedal, cada una de las cinco provincias escoge de media 6,6 diputados de las Cortes.
¿Qué consecuencias tienen estas distorsiones? Que a veces se pueden crear mayorías parlamentarias que no existen en los votos. Por ejemplo, en las elecciones catalanas y andaluzas de 2015, en las que el bloque independentista y la suma de PSOE y Ciudadanos consiguieron la mayoría absoluta aunque no superaron el 50% de las papeletas.
Desde 1980 hasta la actualidad, los sistemas electorales autonómicos han favorecido 33 mayorías absolutas de un solo partido que no existían en las urnas. Esto es, candidaturas que consiguieron mayorías para gobernar sin necesidad de pactar con otras fuerzas políticas pero que no sumaban más del 50% de los votos.
Entre los ejemplos más recientes, las tres últimas mayorías del PP en Galicia, las absolutas de los populares en Baleares, Cantabria y Castilla-La Mancha en 2011 o la del PSOE en las elecciones andaluzas en 2008.
Sistemas electorales que serán clave en las próximas elecciones autonómicas del 26M y que podrían decantar la balanza por un Gobierno de izquierdas o derechas en alguna de las 12 comunidades que eligen a los representantes de sus parlamentos autonómicos.
Unos comicios en los que, además, se estrenarán dos nuevos sistemas electorales que intentarán corregir algunas de las grandes desproporciones de elecciones anteriores: Canarias y la Región de Murcia, dos de las comunidades que más distorsionan la conversión de votos en escaños.
En el caso canario, la principal novedad es que se añade una nueva circunscripción regional que escogerá 9 diputados. Es decir, los canarios tendrán que emitir dos votos para elegir a sus representantes en el Parlamento de Canarias: uno por la isla y otro por toda Canarias.
La Región de Murcia ha sido hasta la fecha la autonomía que más ha deformado los votos en escaños. Hasta 2015, en la región se repartían los escaños en cinco circunscripciones inferiores a la provincia (caso excepcional junto a Asturias) que premiaron a los partidos con más implantación en las zonas rurales. Primero PSOE y después el PP.
¿Qué cambia en estas elecciones? La reforma electoral aprobada por PSOE, Podemos y Ciudadanos en 2015 introduce una circunscripción única y baja las barreras del 5% al 3%. Una modificación que intenta aumentar la proporcionalidad de los resultados electorales en la comunidad.
Entonces, ¿cuáles son los partidos que tienen todas las cartas para ser favorecidos por las leyes y el sistema electoral de cada autonomía? Busca tu comunidad autónoma y descubre cuáles han sido las candidaturas más beneficiadas y perjudicadas en todas las elecciones regionales celebradas en democracia.
La isla frente al archipiélago
A diferencia del resto de comunidades, en las que la circunscripción electoral es la provincia, en Canarias y Baleares la isla prima frente al archipiélago. Cada isla elige un número fijo de diputados sin tener en cuenta criterios de población.
Hasta las elecciones de 2015, las cinco islas canarias menos pobladas (El Hierro, La Palma, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote) escogían al 50% del Parlamento regional aunque no sumaban ni el 20% de la población de la comunidad autónoma.
Esta distorsión entre habitantes y escaños se basa en los que se ha llamado la triple paridad: que las dos provincias canarias tengan los mismos escaños (1), que las islas capitalinas (Tenerife y Gran Canaria) repartan igual número de diputados (2) y que la suma de las islas capitalinas sea el mismo que el de las no capitalinas (3).
Esta distorsión a favor de las regiones menos pobladas se repite en prácticamente todos los sistemas electorales en España y sirven para garantizar que determinadas áreas menos pobladas tengan representación parlamentaria y que las políticas públicas no se concentren exclusivamente en las grandes urbes con muchos habitantes.
Este sistema electoral ha favorecido tradicionalmente a Coalición Canaria y PSOE, los partidos con más fuerza en las islas menos pobladas y pone barreras para los partidos con voto urbano o disperso como Ciudadanos, Nueva Canarias o Podemos. Unas desproporciones que se han intentado reducir con la reforma electoral del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias en 2018, que añade una circunscripción que elige 9 diputados para todo el archipiélago y reduce las barreras para entrar en el reparto de escaños.
Aunque el sistema electoral balear también favorece la representación de las islas menos pobladas, las distorsiones son menores que el caso canario. ¿Por qué? Porque Ibiza y Menorca reparten más escaños (12 y 13, respectivamente) y las barreras electorales son mucho más bajas que en las islas canarias no capitalinas. Lanzarote, que tiene más habitantes que Ibiza y Menorca, reparte menos diputados que estas últimas.
La España Vaciada decide en las dos Castillas
Las dos Castillas mantienen dos de los sistemas electorales que más distorsionan la proporción entre votos y escaños. La ley electoral de Castilla y León es muy similar a la que se utiliza a nivel nacional. La circunscripción es la provincia, los escaños se reparten siguiendo la fórmula d'Hondt y no se tienen en cuenta a las candidaturas que no hubieran obtenido al menos el 3% de los votos en la circunscripción correspondiente.
La clave está en la distribución del número de escaños por provincia: a cada una de las nueve le corresponde un mínimo de tres procuradores y uno más por cada 45.000 habitantes o fracción superior a 22.500. Como cada una tiene garantizados 3 diputados sin tener en cuenta la población, este reparto distingue a las provincias sobrerrepresentadas (menos proporción de habitantes que escaños) que las infrarrepresentadas (más población que escaños).
Es decir, el voto de las provincias de la España Vaciada como Palencia, Zamora, Soria o Ávila tiene más representación que el de los grandes núcleos urbanos. Además, como estas provincias reparten menos de 7 diputados, los terceros y cuartos partidos tienen muy difícil entrar en el reparto de escaños.
La distorsión se repite en las Cortes de Castilla-La Mancha, en el que se eligen diputados por cada provincia, la barrera electoral es del 3% y a cada circunscripción le corresponden un mínimo de tres diputados. A diferencia de Castilla y León, el mayor problema del sistema manchego es la poca representatividad del Parlamento regional.
A pesar de ser la novena comunidad española más poblada, es la que tiene menos diputados en las Cortes regionales. En una comparación del número de habitantes que representa cada diputado, el manchego es el segundo parlamento autonómico menos representativo. Eligen a un representante por cada 62.000 habitantes frente a los 29.000 de País Vasco o los 31.000 de Canarias.
Un déficit electoral que se agravó con la reforma electoral de Cospedal en 2014, calificada de pucherazo por los partidos de la oposición. Una modificación que redujo el número de diputados de 49 a 33 y que benefició principalmente al Partido Popular. En 2015, la candidatura de Cospedal alcanzó el 48% de los escaños a pesar de solo obtener el 38% de los votos.
Una prima que no le sirvió para revalidar el Gobierno autonómico ya que el 9% de los votos conseguidos por Ciudadanos se quedó sin escaño, gracias a la misma reforma electoral.