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El Gobierno contrarresta con los escándalos de la pareja de Ayuso la ofensiva del PP con la corrupción

Pedro Sánchez, junto al primer ministro portugués, este miércoles, en Faro.

José Enrique Monrosi

23 de octubre de 2024 22:09 h

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En plena escalada judicial del denominado 'caso Koldo' y con el exministro de Transportes y 'exnúmero 3' del PSOE, José Luis Ábalos, a las puertas de la imputación, el Gobierno ha encontrado en los escándalos de la pareja de Isabel Díaz Ayuso y en los desplantes de la presidenta madrileña el filón que necesitaba para contrarrestar la ofensiva del PP. Este miércoles, en la sesión de control, los de Feijóo intentaron convertir el Pleno en un monográfico sobre corrupción para erosionar a los de Pedro Sánchez a cuenta de sus numerosos frentes abiertos en los tribunales. Y el Ejecutivo se defendió con otro ataque.

“¿Le dijo a la señora Ayuso que una persona no puede deducirse la compra de un Rolex, de un saxofón, de un viaje o de gastos que son absolutamente impropios y que son privados?”, arremetió la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, contra Juan Bravo, el vicesecretario económico del PP que se había remontado antes a los ERE de Andalucía en su rifirrafe con la ministra.

Con el presidente y medio Gobierno en Portugal para la cumbre hispano-lusa, la propia Montero y Félix Bolaños ejercieron de tándem del Ejecutivo frente a la decena de preguntas del PP, unas intervenciones que acabaron convertidas todas en graves acusaciones por corrupción.

Pero los populares decidieron una vez más no centrar el tiro en los sólidos indicios que empieza a arrojar el escándalo del 'caso Koldo' en torno a la figura de alguien de tanto peso en el PSOE como José Luis Ábalos y volvieron a disparar contra todo: contra la pareja del presidente, contra el hermano, contra el fiscal general y contra el propio Pedro Sánchez por el rescate de Air Europa. Y eso, junto a las últimas revelaciones sobre la pareja de Ayuso, pusieron en bandeja la réplica de los socialistas, que apenas si fueron apretados por la situación del exministro.

“Saquen sus manos de la Fiscalía General del Estado y de la Abogacía del Estado. Dejen ustedes de utilizarlas para tapar su corrupción, ya nada les va a salvar”, proclamó grandilocuente la secretaria general del PP, Cuca Gamarra. María Jesús Montero resolvió ese primer arrimón sin mucho afán. “Ustedes se dedican a la política basura”, le contestó para centrar el tiro, ya sí, con Juan Bravo, su siguiente contrincante. “Señor Bravo, usted que era o es inspector de Hacienda, ¿le dijo a la señora Ayuso que una persona no puede cometer delitos fiscales con facturas falsas?”, le preguntó después de conocerse que la pareja de Ayuso intentó deducirse ante Hacienda no solo gastos personales como un Rolex o la reparación de su Porsche, sino también los gastos de alquiler de dos coches durante sus vacaciones con Ayuso en 2021.

Pero aún quedaba más munición de Ayuso para contrarrestar el intento de emboscada del PP. En el turno del ministro de Justicia, el portavoz popular habló de “Gobierno a la fuga” por el viaje oficial a Portugal y llegó a referirse a Bolaños y Montero, prácticamente solos en la bancada azul, como “los últimos de Filipinas del clan de los lingotes”.

“Le he visto algo revolucionado, señor Tellado”, replicó Félix Bolaños, que volvió a la carga con la presidenta madrileña y su pareja, la cual esta misma semana ha amenazado con querellarse si tanto él como el presidente no se retractan por definirlo como un delincuente confeso. “Tranquilícese, ¿acaso la jefa les come la tostada? Esa presidenta ejemplar que con un ciudadano ejemplar se va de vacaciones a costa de los contribuyentes españoles y madrileños?”, le espetó a Tellado.

La ofensiva con Ayuso fue tal, que en el siguiente turno de preguntas al Gobierno las tornas se cambiaron. Félix Bolaños, al ataque en su cuerpo a cuerpo con la diputada Cayetana Álvarez de Toledo. “¿Usted con quién está? ¿Con un defraudador fiscal o con el fiscal que persigue el delito?”. Y la diputada del PP, a la defensiva. “Esa persona a la que usted llama delincuente confeso es tan presuntamente inocente como usted”.

Después de conocerse oficialmente que la Audiencia Nacional pide al Tribunal Supremo la imputación de José Luis Ábalos, el presidente insistió durante su comparecencia en Portugal y a preguntas de la prensa en negar haber tenido conocimiento de la situación de su exministro cuando lo cesó del cargo en 2021. “En 2020 en España vivimos una pandemia terrible y en 2021 tuvimos una crisis de Gobierno para relanzar la acción de Gobierno y ahí salió Ábalos. Eso es lo que le puedo decir”, se limitó a contestar.

El comodín de Ayuso, en realidad, le sirve al Gobierno para sortear desde el pasado lunes una semana que prometía volver a ser complicada por los frentes judiciales. La negativa de la presidenta madrileña a acudir este viernes a la Moncloa para participar en la ronda de reuniones de Pedro Sánchez con los presidentes autonómicos ya valió para desviar el foco de los no pocos problemas del Ejecutivo.

“Es absentismo laboral por capricho personal y una deslealtad institucional”, le recriminó el Gobierno. El desmarque de Ayuso supuso, además, el enésimo enredo interno del PP porque suponía en la práctica desacreditar no solo las directrices dadas por Feijóo sino al resto de compañeros del partido que presiden Comunidades Autónomas y que sí han acudido y acudirán a la Moncloa.

El tropezón de Génova con la querella por presunta financiación ilegal del PSOE que los tribunales han tardado apenas una semana en tumbar también ha dado algo de aire al Gobierno en un momento especialmente delicado: con la negociación de los Presupuestos enredada entre los congresos de Junts y ERC, en plena crisis de la vivienda que suscita los reproches de los socios parlamentarios por la falta de medidas y con la bomba de relojería de José Luis Ábalos bajo el asiento.

Insisten los socialistas en que el tiempo demostrará que ese caso de corrupción está circunscrito a Ábalos y a su entorno y que nadie del Gobierno ni del partido saldrá salpicado de todo esto. Aun así, ni en Ferraz ni en la Moncloa aciertan a disimular la permanente intranquilidad que genera la idea de que, tanto la investigación como la estrategia de defensa del hombre que llegó a aglutinar más poder orgánico e institucional después de Pedro Sánchez, deparen nuevos sobresaltos.

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