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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

El Gobierno promete racionalizar horarios para favorecer una conciliación que los propios políticos incumplen

Es una promesa tan repetida como su incumplimiento. Todos los programas electorales muestran firmes compromisos con la racionalización de los horarios que faciliten la conciliación de la vida personal y familiar. Llegan los gobiernos y todo eso se queda en un limbo: convocatorias casi nocturnas, plenos interminables en el Congreso de los Diputados e incluso una investidura en mitad de las vacaciones de Navidad.

De momento, el Gobierno ha sido el primero en incumplir su apuesta por la racionalización de horarios, que está entre las medidas urgentes que PSOE y Unidas Podemos dejaron por escrito en varios apartados del acuerdo programático de la coalición.

“Para favorecer la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, y la necesaria corresponsabilidad entre hombres y mujeres, promoveremos un pacto social y político por la racionalización de los horarios”, dice en uno de los puntos el texto.

El Ejecutivo que nació de ese pacto arrancó la legislatura con mal pie. Sánchez colocó el debate de investidura los días 4 (sábado), 5 (domingo) y 7 de enero, en pleno fin de semana de reyes. La oposición y también algunos de los partidos que le apoyaron, como el PNV, cuestionaron esa decisión, que afectó no solo a los periodistas sino a las decenas de trabajadores del Congreso.

El líder socialista, que justificó esa fecha en la necesidad de tener un gobierno cuanto antes, se dio después una semana para confeccionarlo y escogió un domingo para darlo a conocer en una comparecencia en Moncloa. De nuevo un festivo en el que tuvieron que multiplicarse los empleados en el complejo presidencial al igual que en las comparecencias que se han producido prácticamente entrada la noche.

La rueda de prensa de Sánchez tras recibir el encargo del rey se programó al filo de las 21 horas y no era la primera vez que sucedía. En esa ocasión, ni siquiera el jefe del Estado cumplió con los estándares de la racionalización de horarios con la ronda de consultas con los grupos políticos. Zarzuela decidió aglutinarlas en dos días con horario partido: comenzaban a las 9:30 hasta las 12:30 y, tras un parón para comer desde ese momento, se retomaban a las 16 horas. Iñigo Errejón fue citado a las 19 horas de la primera jornada, con lo que su comparecencia posterior en el Congreso de demoró hasta casi las nueve de la noche. Las jornadas laborales de los informadores que siguieron esas rondas de contactos se extendieron más allá de las 12 horas diarias.

“Gracias y disculpen las horas. Me comprometo a que no volverá a pasar”, expresó la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, el 22 de enero, tras la rueda de prensa en la que anunció junto a los agentes sociales la subida del Salario Mínimo Interprofesional. La comparecencia acabó pasadas las 20 horas.

José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (AROHE), defiende que los horarios de la política española son todavía más irracionales que los del sector privado. “Con esa actitud los políticos durarían un telediario en la empresa privada por su mala utilización del tiempo”, cuenta a eldiario.es. El objetivo de su asociación es que se produzcan los cambios sociales que faciliten la conciliación y el tiempo libre. Y esa revolución, apunta, solo podrá llegar desde el “liderazgo político” que “debería predicar con el ejemplo” en sus jornadas laborales.

Lo que pide Casero al nuevo Ejecutivo son “menos palabras y más acciones” sobre todo porque considera que “existe un grandísimo consenso en este país” respecto a la conciliación laboral. “Tener tiempo para hacer lo que te dé la gana debe entrar en nuestro eje socio económico y no que el trabajo sea el único eje principal del día a día”, explica.

La agenda tardía del PP

Los actos vespertinos no han desaparecido de la agenda política: las negociaciones para la investidura no entendieron tampoco de horario, a pesar de los llamamientos de las partes implicadas a la comprensión por parte de los afectados. También se convocó para la tarde de este viernes al Consejo de Política Fiscal y Financiera en el que se encontraron Gobierno y comunidades autónomas para negociar la senda de déficit y cómo se reparten las cargas –en plena guerra de las autonomías por la retención del IVA correspondiente a diciembre de 2017–.

El Ministerio de Igualdad es el que se encuentra en medio de ese debate sobre la conciliación, ya que será el departamento que impulsará la normativa sobre racionalización de horarios con el “objetivo fundamental” de que “todas las personas puedan hacer compatible su trabajo con la vida”. En eso se incluye al propio Gobierno.

“Es evidente que la actualidad política marca muchas veces los horarios tardíos pero en la medida de lo posible, todos los actores políticos debemos intentar evitarlo. Siempre habrá días que pueden surgir cosas, porque no se pueda evitar un acto a las 20.00 horas de la tarde o una declaración pública porque hay un asesinato machista, por ejemplo (y por desgracia). Pero sí, queremos hacer nuestro trabajo compatible con nuestras vidas. Y de paso facilitar las de quienes nos acompañan, como las periodistas”, señalan desde el ministerio que pilota Irene Montero.

El PP, principal partido de la oposición, también mantiene todavía una agenda tardía a pesar de sus constantes críticas al Gobierno ante, por ejemplo, la convocatoria del pleno de investidura en fin de semana. El pasado jueves, el líder de los populares extremeños, José Antonio Monago, convocó al Comité Ejecutivo Regional a las 19.00 horas, con lo que la información sobre la misma no llegó a los periodistas hasta la noche. Lo mismo sucedió el lunes con la reunión del Comité de Dirección de Nuevas Generaciones, que tuvo lugar a esa misma hora.

Al problema de las convocatorias se suman los retrasos, habituales tanto en los actos como en las comparecencias de los grandes partidos. En el caso del PP, todas las ruedas de prensa comienzan, de media, 10 o 15 minutos más tarde. Algunas, como la prevista tras el Comité Ejecutivo Nacional del 12 de noviembre, dos días después de las generales, se demoró más de una hora. Ciudadanos tampoco se libra de los problemas para conciliar. Precisamente este jueves la actual portavoz del partido, Inés Arrimadas, había convocado un acto a las 19.00 horas en Toledo al que llegó pasadas las 19.30.

En Madrid y en otras ciudades españolas, además, las presentaciones de los libros escritos por dirigentes políticos suelen celebrarse a última hora de la tarde, entre las 19.00 y 20.00 horas, con el consiguiente perjuicio para la conciliación para quienes trabajan con esos políticos, así como para quienes deben cubrir informativamente esos eventos, que suelen alargarse casi hasta la hora de la cena por los coloquios y debates posteriores.

“Se confunde lo ordinario con lo excepcional”

“Ahora muchas ruedas de prensa se convocan a las 19.00”, recuerda José Luis Casero, presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles. “Si se trata de un tema trascendental, vale, pero si es para presentar unas propuestas se puede hacer perfectamente a las 16.00 horas”, apunta, para añadir: “Cuanto más productivo seas mejor, pero eso no depende de echarle más horas”. Él recuerda que en los sectores de la política y del periodismo “en otros países, salvo cuando se dan temas que requieran una atención directa, tienen una vida mucho más ordenada”.

“A situaciones graves, atenciones graves, pero me da la sensación de que en este país se ha confundido lo ordinario con lo excepcional muy habitualmente”, remarca. Pese a las creencias populares, Casero explica que esta actitud de retrasar las jornadas laborales “no es algo cultural”. “El resto de países también tienen informativos nocturnos. Si lo consideramos como algo cultural empezamos a tener un problema porque nos ponemos una barrera que no nos deja ver al resto de los países. Más que un modo de cultura es que nos la están colando”, lamenta.

Las convocatorias tardías de los partidos y los gobiernos afectan a decenas de empleados públicos y otro tipo de profesionales, como los periodistas, en los centros políticos, especialmente en el Congreso, donde la concentración de la actividad en tres días –martes, miércoles y jueves– convierte las sesiones parlamentarias en jornadas interminables que obligan a los trabajadores a prolongarlas con horas extra que también suponen un gasto público puesto que están remuneradas.

El principal problema son los martes, cuando el pleno suele alargarse más allá de las 21 horas. Ahora, con el aumento de los grupos parlamentarios, las sesiones amenazan con extenderse todavía más.También son inconvenientes las comisiones que se celebran por la tarde. “Muchas reuniones de las comisiones eran por la mañana y ahora se concentran los miércoles o los jueves. Cuando acaba la comisión, el trabajo de muchas personas continúa, como el de los letrados y quienes tienen que preparar las actas, por ejemplo”, explica Patricia Cillero, miembro de la Junta de Personal del Parlamento por la plataforma sindical.

Primeras decisiones en el Congreso

“Al final funciona como una empresa pequeña. La gente se implica y se queda lo que haga falta. Somos conscientes de dónde trabajamos, que es un Parlamento. La Administración es muy paternalista y lo sabe”, expresa Cillero, que considera que el Congreso se aprovecha así de las horas extra de los trabajadores. “Tenemos claro dónde trabajamos. La gente tiene muy buena disposición y ha venido a trabajar un sábado víspera de reyes sin que su jefe tuviera que llamarle a su casa para pedírselo”, agrega.

A pesar de que el asunto de los cambios de los plenos para lograr una mayor racionalización de los horarios ha salido en alguna negociación sindical, nunca se ha abordado formalmente, según explica. Cillero apuesta por que la labor parlamentaria comience los lunes por la mañana en vez de los martes para evitar que la actividad se prolongue por las tardes.

“Estamos trabajando en un plan de igualdad que esperamos que abra la espita de la racionalización de los horarios”, concluye la representante de los trabajadores, que considera que en ese plan que se negocia en una mesa paritaria en la que están representados sindicatos, la Mesa (parte política) y la dirección de la Administración se debe abordar también la flexibilidad horaria ya que en el caso del personal del Congreso no pueden elegir el horario cuando se producen reducciones de jornada, por ejemplo.

Hasta ahora en el Congreso solo se han tomado dos medidas pensando en la racionalización de los horarios. La primera fue la decisión de Ana Pastor de que los plenos de los martes comenzaran a las 15 horas en vez de a las 16. La otra fue anunciada por Meritxell Batet nada más comenzar esta legislatura: el cierre del registro (para presentar preguntas parlamentarias o enmiendas) a las 18 horas en vez de a las 20.

“Mañana, más y mejor”

“Beneficia a periodistas y trabajadores”, explican desde presidencia del Congreso, donde son conscientes de que tienen un problema de racionalización de horarios y aseguran que estudiarán soluciones. “Se buscará la mejor fórmula. Vamos a ver los primeros plenos cómo se da la cosa y a partir de ahí si, como parece, va para largo Meritxell Batet elevará propuestas a la Mesa y a la Junta de Portavoces”, señalan fuentes de la presidencia.

En el caso del Senado, los funcionarios ya hacen turnos para cuestiones como la del registro -que funciona, además, de forma telemática- o el tiempo que tiene que permanecer abierto. La presidenta, Pilar Llop, envió a los senadores un mensaje en la constitución de la Comisión de Reglamento cuando les apremió a ponerse de acuerdo esta legislatura y hacer cambios de calado político pero también técnico que permita agilizar la vida parlamentaria.

Como concluye José Luis Casero, “siempre habría trabajo para seguir en la oficina, pero es corresponsabilidad de todos, también de los políticos, decir: 'hoy hasta aquí hemos llegado, mañana más y mejor'”.

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