Ignacio Gil Lázaro: el diputado que pasó del PP a Vox y acumula más de 40 años sentado en un escaño del Congreso
Cuando Ignacio Gil Lázaro (València, 1957) pisó la Cámara Baja en 1982 por primera vez tenía 25 años y militaba en Alianza Popular. El próximo mes de septiembre cumplirá 66 y podrá festejar de nuevo su onomástica como diputado del Congreso por Valencia, acta que acaba de revalidar este 23J aunque ahora bajo las siglas de Vox. El político valenciano, que comenzó su trayectoria política en AP, luego en el PP –partido que ayudó a fundar– y ha terminado en la extrema derecha, ha visto cómo transcurrían diez legislaturas en el Congreso y una en el Senado, la comprendida entre 1989 y 1993. Y si suma la que ahora está a punto de comenzar y esta llega a su fin sin sobresaltos -lo que está por ver- , acumulará 45 años como parlamentario. Su caso no tiene parangón, al menos desde que se recuperó la democracia.
En su haber también hay que apuntar otro récord: haberse embolsado la mayor indemnización por cese de la Cámara Baja: 67.532,88 euros. Se la otorgaron en 2018, en base al reglamento aprobado en 2016 por las mesas de Congreso y Senado, que fijaron esa asignación constitucional en una mensualidad por cada año de mandato parlamentario en las Cortes Generales, con un máximo de 24 mensualidades. Gil Lázaro llevaba entonces 33 años en el Congreso cobrando un mínimo de 2.813,87 euros mensuales. El veterano diputado pudo acogerse a ese derecho al no salir electo, dado que la nueva dirección del PP le había colocado en un puesto de alto riesgo de la lista por València en las elecciones de 2016. Una decisión que él encajó muy mal.
El político no entendió que se le apartara de esa forma del escaño después del papel que había desempeñado en la oposición durante la larga etapa en la que el entonces líder del PP, Mariano Rajoy, vio frustrados por dos veces sus deseos de gobernar. El diputado valenciano fue entonces uno de los más beligerantes contra los gobiernos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero y especialmente contra su ministro del Interior, el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba, contra el que protagonizó durísimas embestidas.
Su tránsito por el PP no encontró en cambio ningún escollo durante la etapa de José María Aznar, que le nombró portavoz adjunto del Grupo Parlamentario Popular, un cargo que desarrolló con su habitual estilo bronco. Gil Lázaro –que es licenciado en Derecho– se encontraba muy cómodo e identificado con él, sobre todo durante los dos mandatos en los que Aznar logró gobernar, pese a que no consiguió cumplir uno de sus sueños, que era ser ministro de Justicia. Pero el PP perdió las elecciones generales en 2004 tras el atentado más sangriento de la historia de España que el Ejecutivo de Aznar se empeñó en atribuir a ETA, a pesar de que sabía que la autoría era del fundamentalismo islámico.
El declive en el PP
El partido quedó entonces en manos de Rajoy, que ejerció en la Cámara baja como líder de la oposición. Cuando en 2011 el dirigente del PP logró por fin gobernar , a la tercera y con mayoría absoluta, Gil Lázaro fue enviado a la Mesa del Congreso, donde ya había estado en otras etapas de su larga vida parlamentaria. Pero con el tiempo fue distanciándose de la dirección del partido al no compartir muchas de sus estrategias, que consideraba demasiado “moderadas”. Su despego, no obstante, estaba sobre todo motivado al verse relegado poco a poco de las listas electorales, tanto en 2015 como en 2016, año en el que se repitieron las generales y momento en el que Isabel Bonig, la dirigente del PP valenciano, le colocó en un puesto prácticamente de imposible salida. Y es que sus principales apoyos internos, Rita Barberá y Francisco Camps, ya no mandaban en el partido por los casos de corrupción que habían ido minando allí a la formación.
La ruptura definitiva con el PP se produjo en mayo de 2018. Gil Lázaro aireó sus discrepancias con Rajoy afirmando que el PP “ya no se parece en nada a lo que fue”. Según dijo, la gota que había colmado el vaso para su salida fueron las palabras del por entonces ministro de Justicia, Rafael Catalá, contra el juez que pedía la absolución de los autores de una brutal violación grupal en Pamplona. También afeó a Rajoy que dijera que subir las pensiones era “populista” para días después pactar una subida con el PNV “solo para mantener los sillones”. El parlamentario valenciano sumó a todo ello su repentino malestar contra dirigentes valencianos que habían estado involucrado en esos casos de corrupción valenciana, que él antes no había criticado. Según declaró al diario a Levante-EMV, se iba del PP después de “un largo proceso intelectual y emocional” que le había llevado “a esa conclusión”.
De inmediato se filtró que Gil Lázaro estaba en negociaciones con Vox para integrase en sus listas de las elecciones de 2019. La noticia la adelantó el diario Las Provincias, que desveló que fue el propio Santiago Abascal –al que conocía de su larga etapa también en el PP– el que cerró el acuerdo con él en su propio domicilio de Valencia para encabezar la candidatura por esta circunscripción. De esta manera el exdirigente del PP volvió al Congreso, pero esta vez como diputado por Vox, que le envió de nuevo a la Mesa del Congreso como vicepresidente cuarto.
En estos pocos años Gil Lázaro ha logrado convertirse en un 'hombre de confianza' de Abascal en Valencia. De hecho, ha sido uno de los negociadores del pacto de gobierno que ha cerrado en esa comunidad el PP con Vox. Para lograrlo incluso ha tenido que 'sacrificarse' y ceder el primer puesto de la lista a Carlos Flores Juberías, condenado por maltrato, que era el impedimento para cerrar dicho acuerdo al ser vetado por el PP para que formar parte del Gobierno de Carlos Manzón. Aunque Vox ha retrocedido en esa comunidad, los dos han obtenido escaño el pasado 23J.
Su influencia en Vox es tal que el partido llegó a barajar el nombre de su hija, Belén Gil, que es abogada, para ocupar la consejería de Justicia del nuevo Consell, según publicó El Español, que contaba que fue la abogada de Francisco Camps en el caso Gürtel y se convirtió en el “azote de Mónica Oltra”, dado que ejerció la acusación en la investigación contra la líder de Compromís. No pudo ser y al final el cargo ha recaído en Elisa Núñez Sánchez, también de Vox.
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