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El Instituto del Patrimonio Cultural de España, guardián de la conservación
Con doscientos cincuenta proyectos anuales y un presupuesto de 25 millones de euros, el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) vela por la conservación y restauración de los bienes muebles e inmuebles del Patrimonio Histórico Español.
La compleja labor que el IPCE aborda desde una perspectiva multidisciplinar es desarrollada por las ciento cincuenta personas, entre arquitectos, arqueólogos, etnógrafos, restauradores, físicos, geólogos, químicos, biólogos, documentalistas, informáticos, bibliotecarios, archiveros y conservadores que trabajan en la institución.
Con el cometido de investigar, conservar y restaurar los bienes que conforman el Patrimonio Cultural para su preservación y enriquecimiento, el Instituto es una Subdirección General adscrita a la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
Su sede se encuentra en el emblemático edificio circular construido en Madrid por Fernando Higueras y Antonio Miró, que es una de las obras más significativas de la arquitectura española contemporánea y Bien de Interés Cultural.
Anualmente llegan al Instituto numerosas solicitudes desde los museos dependientes de la Secretaria General de Bellas Artes y otras instituciones estatales pidiendo la restauración de determinadas obras.
“Estas suelen ser especiales, ya que las restauraciones más convencionales no vienen aquí, donde se acometen trabajos que son un reto”, comenta a Efe el subdirector general del Instituto, Alfonso Muñoz.
Estas solicitudes son estudiadas y valoradas por los expertos y los criterios de selección siguen las directrices de los diferentes Planes Nacionales.
Así, actualmente y dentro del Plan Nacional de Catedrales se están ejecutando obras en las catedrales de Vic (Barcelona), La Seu Vella de Lleida y la de Palma de Mallorca; en el de Arquitectura Defensiva, en el castillo de Buitrago del Lozoya (Madrid) o en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial en el Alto Horno de Sestao (Vizcaya).
En cuanto a las piezas en las que actualmente se está trabajando en el Instituto se encuentra el llamado “tapiz de Roda”, robado en diciembre de 1979 de la antigua Catedral de Roda de Isábena (Huesca), localizado en Houston (Estados Unidos) y devuelto hace unos meses a España.
El tapiz del siglo XVI “La Virgen con San Vicente entre San Ramón y San Valero”, joya del arte flamenco, está en buen estado y en la actualidad los técnicos del IPCE realizan estudios históricos y análisis tecnológicos.
“Por el momento, hemos desmontado el forro que tenía, lo que nos permite estudiar el tapiz por detrás, apreciar los colores originales y ver como se tejió. Va a requerir muy poca restauración y los trabajos se van a enfocar más a conocer las condiciones óptimas en las que deberá ser conservado en el futuro”, señaló Ana Achoebe.
La conservadora de textiles trabaja también en un “Traje de ñañigo”, nombre que reciben los integrantes de Abakuá, una cofradía mágico-religiosa de origen africano que aún pervive en Cuba. La pieza, muy interesante desde el punto de vista antropológico, procede del Museo de América.
Otra de las obras que ocupa la actividad en las grandes salas de restauración del Instituto es el gran lienzo de “San Nicolás de Bari”, de Zurbarán, procedente del Monasterio de Guadalupe.
Según la conservadora María Dolores Fuster, la obra estaba sucia y los barnices oxidados con pequeñas lagunas de pintura, aunque se estado general era bueno. Además se ha procedido a la estabilización del soporte y de la capa pictórica, lo que permitirá que la obra pueda ser incluida en varias exposiciones en Sevilla, Italia y Bruselas.
Al IPCE llegan también obras contemporáneas, lo que supone un nuevo reto en la investigación. Un ejemplo es la obra del Museo de Cáceres “Cuadro nº 63” de Manuel Millares, que presenta problemas de conservación que atañen, principalmente, al soporte y a la capa pictórica.
Con motivo de las obras de ampliación que se están llevando a cabo desde hace unos años en el Museo Arqueológico Nacional, muchas de las piezas de su colección están siendo restauradas, tanto en el propio museo como en el Instituto.
Uno de ellas es el retablo de San Martín de Tours, obra atribuida a Pedro de Zuera y Juan de la Abadía el Joven, fechada entre 1430 y 1468 y procedente de la Iglesia parroquial de Nueno, Huesca.
El retablo, calificado por la conservadora María Porras como “muy interesante” y que se exhibirá de forma permanente en el Arqueológico, se compone de 14 tablas, distribuidas en siete calles rematadas por la Crucifixión en la calle central.
Con un valor documental importante, según María Porras, otra pieza en la que se trabaja es “La plaza partida” de Eugenio Lucas Velázquez, procedente del Museo del Romanticismo, así como en el “San Andrés” perteneciente a la catedral de Ávila, obra del taller de José de Ribera que se encontraba muy deteriorada.
El subdirector del IPCE recordó que fruto de los trabajos de radiografía y reflectografía que se hacen fue el descubrimiento del retrato de una mujer joven bajo el “Retrato de Jovellanos en el arenal de San Lorenzo”, una de las dos obras que Goya pintó del escritor, jurista y político español.
Por Mila Trenas
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