El Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid siguen sin proteger el Goya de Esperanza Aguirre

Peio H. Riaño

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El Ministerio de Cultura no ha declarado inexportable el retrato de Valentín Belvís de Moncada y Pizarro, pintado en 1795 por Francisco de Goya, ni ha reclamado a la Comunidad de Madrid que inicie el trámite para declararlo Bien de Interés Cultural (BIC). La Comunidad tampoco ha iniciado de oficio el trámite para declararlo BIC. Cuatro días después de la primera publicación en elDiario.es del ocultamiento de la pintura propiedad del marido de la expresidenta Esperanza Aguirre, las fuentes de la Dirección General de Patrimonio confirman que ni Cultura le ha demandado el movimiento ni ellos lo han iniciado, pero que el caso “se estudiará detenidamente” después de lo publicado.

¿Cómo es posible que una pintura “relevante”, después de haber pasado por el Museo de Prado y confirmarla como obra de Goya y de aparecer publicada como tal en el catálogo de la National Gallery, se pasease varias veces por el Ministerio de Cultura, a lo largo de tres años, y la máxima autoridad cultural del país no instase a la Comunidad de Madrid a garantizar su protección? Especialistas en el pintor, expertos en conservación y juristas del patrimonio histórico consultados no entienden por qué la Administración guardó silencio y dejó sin proteger el retrato de Valentín Belvís de Moncada y Pizarro, que la pareja de propietarios vendió sin declarar por cinco millones de euros a Juan Miguel Villar Mir, en 2012, como ha adelantado elDiario.es.

Tampoco comprenden cómo, después de que Fernando Ramírez de Haro notificara al Ministerio de Cultura la existencia y venta de este cuadro de su propiedad, en julio de 2012, nadie pusiera en marcha una investigación sobre el bien. Ni por qué la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico Español –organismo asesor del Ministerio, que determina qué se debe proteger y qué se puede dejar marchar– concedió al cuadro, en 2015, un permiso de exportación temporal, para formar parte de una exposición en la National Gallery de Londres, a una obra de Goya sin proteger como BIC, y cuyo valor superaba los seis millones de euros. Cultura, cuya responsabilidad estaba en manos de José Ignacio Wert, no se movilizó tampoco en ese momento.

Un silencio muy extraño porque el Ministerio de Cultura actúa de oficio, con mucha frecuencia, cuando se cruza con obras de arte “relevantes”. En 2012, Jesús Prieto, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales, denegó el permiso de exportación definitiva de Cabeza de mujer joven, de Pablo Picasso, y reclamó a la Comunidad de Madrid que declarara la pintura, propiedad del banquero Jaime Botín, como Bien de Interés Cultural (BIC). Entonces, ¿por qué no actuó el Ministerio en el caso del Goya de Esperanza Aguirre a pesar de todos los varios avisos que tuvo sobre la mesa? Esta pregunta no ha sido contestada por el actual equipo de Cultura. “Hay una clara dejación de funciones”, comenta una jurista especializada en patrimonio que prefiere no desvelar su nombre, que recuerda otros casos en los que el Ministerio sí actuó.

Por ejemplo, en noviembre de 2013, la Junta propuso al director de Bellas Artes (también Jesús Prieto) que negara a la Fundación Casa de Alba el pasaporte definitivo para la carta enviada por Cristóbal Colón a su hijo Diego, en 1498, que la familia quería vender en el extranjero. Además, requirió a la Comunidad de Madrid incoar el expediente para declararla BIC. Una joya que el patrimonio español no podía perder. Abril de 2017, aparece un extraordinario cuadro de Diego Velázquez, desconocido, titulado Retrato de niña o Joven inmaculada, que el Ministerio de Cultura, a propuesta de Luis Lafuente, director general de Bellas Artes, declaró inexportable y requirió inscribirlo como BIC a la Comunidad de Madrid. Marzo de 2021, un supuesto Caravaggio moviliza de nuevo al Ministerio, Dolores Jiménez–Blanco lo declara inexportable y reclama que lo haga BIC a la Comunidad de Madrid.

Fuera de control

En el año 2012, cuando el marido de Esperanza Aguirre (PP) comunica la transacción a Cultura, el ministro José Ignacio Wert (PP) no reclamó a la Comunidad de Madrid la protección como BIC del cuadro de la presidenta de la Comunidad. Tres años más tarde, en 2015, cuando el nuevo propietario –Juan Miguel Villar Mir– pide permiso de exportación para que el cuadro viaje hasta Londres, a la exposición de la National Gallery, se concede el pasaporte y en la Junta de Calificación –organismo que determina los permisos– nadie levanta la mano para avisar de que el cuadro no está declarado BIC. En ese momento la Junta estaba presidida por Simón Marchán Fiz –que había protagonizado un bochornoso episodio al permitir que el organismo público que presidía le comprara su archivo personal por 60.000 euros– y entre los vocales estaba el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza. El director había visitado la sede de Sotheby's para conocer el cuadro de Esperanza Aguirre, tal y como asegura Manuela Mena, entonces responsable de Goya en el Prado, y James Macdonald, director de ventas de pintura antigua de la casa de subastas Sotheby's, en el informe que entrega a la familia propietaria y al que ha tenido acceso este periódico. Macdonald asegura que le ofreció la compra al Prado.

Una de las vocales de la Junta en aquel momento asegura que si ese cuadro se hubiera visto en una comisión al completo, “no habría salido y se habría declarado inexportable de inmediato”. “Estoy segura de que esto se hizo por detrás, de espaldas a la Junta y solo entre unos pocos miembros. Hay que preguntar a Miguel Zugaza que estaba allí presente por qué lo dejó salir”, comenta la historiadora del arte que prefiere ocultar su nombre. Miguel Zugaza aclara que “no se puede pedir al Prado que esté llamando constantemente al Ministerio para avisar”. “No le corresponde al museo hacerlo”, añade Zugaza.

“Si la Junta de Calificación le dio el permiso de exportación y no lo declaró BIC habrá que buscar responsables en este organismo. Este caso es un escándalo, porque el procedimiento que se ha llevado no ha sido el correcto y las administraciones han fallado continuamente”, indica Arturo Ansón, Doctor en Historia del Arte y catedrático del Instituto Goya de Zaragoza, uno de los especialistas más reconocidos en la obra del artista. Asegura que se había perdido la pista al retrato hasta que, un buen día, apareció en la exposición de Londres. “Es de una entidad importante, sobre todo el gesto de las manos. No es un retrato muy atrevido, pero es correcto. En esas fechas, Goya hizo mucho por encargo para ganar dinero. No es de los de primera línea, pero no estamos como para dejar marchar un cuadro de esta calidad”, añade el experto.

La responsabilidad del Prado 

Ansón señala decisiva la participación en esta trama de Manuela Mena. En el informe de Sotheby's a la familia de Aguirre se dice que Mena pasó acompañada por el comercio y fueron testigos de “su desenfrenado entusiasmo por la obra”. Les confirmó que se trataba de un retrato “verdaderamente magnífico” de Goya, y mostró su interés en que el Prado lo adquiriera, pero el país padecía las consecuencias de la crisis financiera. “La pieza pasó por el museo y no avisaron a las autoridades de su existencia. El Prado debería dar explicaciones porque cuando se admite que una obra entre en el taller para inspeccionarla se conoce perfectamente al propietario”, indica el catedrático Ansón.

Mena explica a este periódico que hizo una primera visita a las oficinas de Sotheby’s y confirmó que se trataba de un Goya, pero niega que supiera de quién era el cuadro. A pesar de que en los catálogos de venta públicos aparece la procedencia de las obras y es imprescindible para determinar el inventario, Mena sostiene que para atribuir un cuadro ella solo necesita “una foto mala de la obra”. “Mucho mejor mala que buena. No investigamos la procedencia, puedes estar seguro de que no miento. Estudiamos el cuadro en el museo, como toda obra que nos parece interesante y confirmamos la autoría. No avisé al Ministerio, no tenemos la obligación. Eso debería haberlo hecho el Ministerio cuando recibió el documento de la transacción”, mantiene Manuela Mena, desde su residencia en Londres. 

“Es inmoral que Mena diga que no sabía quién era el dueño”, dice Alicia Torija, especialista en conservación, miembro de Madrid, Ciudadanía y Patrimonio y candidata por Más Madrid. Cree que es “escandaloso que este Goya no esté inventariado”. Señala a Esperanza Aguirre, al Museo del Prado, a la Comunidad de Madrid y al Ministerio de Cultura como responsables de esta omertá, que permitió ocultar a los propietarios el retrato para no declararlo como parte de la herencia y su venta en el extranjero.

“Es escandaloso también que después de investigar la obra y confirmarla como Goya, Manuela Mena, funcionaria pública, no comunicara al Ministerio la existencia de este cuadro para declararlo inexportable e iniciar el proceso BIC”, cuenta Torija. En el año de la venta del cuadro, 2012, Ignacio González formaba parte del Patronato del Museo del Prado, como presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, puesto que había ocupado hasta ese momento la propia Esperanza Aguirre. Entre 2009 y 2012, la Comunidad de Madrid financió exposiciones temporales en la institución, por valor de 1,7 millones de euros, entre ellas la dedicada a Francis Bacon.