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El crimen de Isabel Carrasco: un plan urdido con tiempo y ejecutado con frialdad

Todo el odio que derivó en el asesinato de Isabel Carrasco no cabe en un simple arrebato. Los investigadores están convencidos que el crimen responde a un plan urdido con detenimiento por Montserrat Martínez y su hija Triana, que lo ejecutaron con una frialdad sorprendente en quien no está acostumbrado a matar. Esta tesis se apoya, principalmente, en el resultado de la autopsia, que apunta a cinco disparos de la presunta homicida desde atrás: tres en la espalda, otro de refilón en la base del cuello y uno más, de lleno, en la nuca. Los agentes sospechan que los dos últimos pudieron ser de gracia, realizados a más corta distancia.

Pendientes de la prueba de parafina, que permitirá conocer si alguna de las dos mujeres todavía conserva en su piel restos del disparo, la Policía se inclina por la madre como la autora material del asesinato. Conservan alguna duda porque las dos estuvieron en el lugar de los hechos. Tres testigos las sitúan allí, aunque uno de ellos ha supuesto la pieza clave para avanzar en la resolución del crimen, el policía jubilado que comenzó a seguir a las dos mujeres. Madre o hija gritaron “está muerta, está muerta” y se separaron. El agente retirado optó por seguir a la primera y comenzar a llamar a sus compañeros en activo.

Montserrat Martínez acudió a recoger un Mercedes gris deportivo y allí fue arrestada por agentes de la Policía Municipal de León. En su interior había un gorro y unos guantes. Siete minutos después, se acercó al lugar la hija, como parece que habían acordado. Triana fue arrestada por la Policía Nacional, que ya había llegado al lugar del primer arresto.

Ambas fueron trasladadas a dependencias policiales, pero a primera hora de la tarde del martes continuaban sin dar explicaciones. Solo abrieron la boca para negar taxativamente su participación en los hechos, precisaron las fuentes consultadas.

Las pesquisas se centran ahora en hallar la pistola, probablemente del calibre 22. Por el relato de los testigos, la Policía cree que no tuvieron otra opción que tirarla al río Bernesga. Esta mañana se cerró la compuerta de la presa de Casares y los agentes pudieron empezar a buscar con tan solo un palmo de agua de profundidad, ayudados por detectores de metales.

Procedencia de la pistola

El inspector jefe de Astorga, Pablo Antonio Martínez, marido y padre de las detenidas, declaró de inmediato a sus superiores que conserva el arma reglamentaria y que no posee ninguna más. Fuentes policiales no creen que las mujeres acudieran al mercado negro a adquirir el arma y sospechan que podría pertenecer a alguien del entorno de las detenidas, adquirida de forma irregular, aunque no cierran ninguna posibilidad. Ayer fueron registradas dos viviendas. Una de ellas, en la que vivía la familia en Astorga, destinada por el Ministerio del Interior al policía al frente de la comisaría. La otra, un piso que utilizaba Triana en la capital leonesa. En ninguno de los dos registros hallaron pista alguna.

¿Y el móvil del crimen? Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar la venganza personal y citar los problemas de origen laboral entre la víctima y una de las detenidas. Triana tuvo que devolver parte de su indemnización (entre 6.000 y 12.000 euros) tras ser despedida en 2011 y recibir después la negativa de Carrasco a volver a ser contratada, como le había pedido el policía recientemente a la presidenta de la Diputación.

La relación personal entre la asesinada y cada uno de los miembros de la otra familia solo habría enconado el enfrentamiento originado por el despido, sin que hubiera otro conflicto que sumar detrás, aseguraron a eldiario.es fuentes implicadas en la investigación.

Por la falta de experiencia de las presuntas homicidas en el delito, el odio larvado en el tiempo que las movió y la preparación, el crimen de Isabel Carrasco tiene puntos de coincidencias con el que costó la vida al alcalde de Fago (Huesca). A última hora de ayer, las pruebas de parafina practicadas viajaron a la sede en Madrid de la Comisaría General de Policía Científica, en el complejo policial de Canillas. Su análisis se puede demorar varios días.