La presidenta del PSOE, Cristina Narbona, ha avanzado la decisión del partido de retirar el apoyo, que mantenía hasta la fecha, al tratado de libre comercio entre la UE y Canadá, conocido como CETA, por sus siglas en inglés.
A través de una conversación en Twitter con un usuario que le reprochaba que apoyar el CETA “no es de izquierdas”, Cristina Narbona revelaba la nueva posición del PSOE, declarando que “no lo vamos a apoyar”. Otra usuaria respondía a la exministra de Medio Ambiente, inquiriéndole sobre los motivos de ese cambio de posición, al parecerle un “gran error”. Narbona respondió que “los acuerdos internacionales tienen que redefinirse para no concentrar más poder en las grandes corporaciones a costa de derechos”.
Lo sorprendente de esta conversación tuitera es que tuvo lugar horas después de que el PSOE votase a favor del CETA en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, que aprobó el dictamen del Tratado por 28 votos a favor y ocho en contra (los de Unidos Podemos y ERC). El acuerdo aún deberá recibir el visto bueno del Pleno del Congreso y, posteriormente, del Senado.
En defensa de la posición del PSOE en el debate que hubo en comisión, el portavoz Ignacio Sánchez-Amor sostuvo que la postura de su partido sobre el CETA no había variado, después de que Podemos llamase a su formación a dar marcha atrás en este apoyo ahora que ha elegido un nuevo secretario general, Pedro Sánchez, que considera que “el capitalismo neoliberal actual es descarnado y socialmente insostenible”.
División interna
Hace unos días la diputada socialista Rocío de Frutos, una de las diputadas que se mantuvo fiel a Sánchez y votó 'no' a Mariano Rajoy en la investidura, desveló que existe “una corriente en el partido que no apoya este tratado y los efectos que puede llegar a tener”.
El CETA cuenta ya con el visto bueno formal de los Veintiocho y de la Eurocámara, por lo que su aplicación provisional será posible cuando el Gobierno canadiense formalice también su luz verde.
La aplicación definitiva, sin embargo, no se producirá hasta que se haya cumplido el proceso de ratificación de todos los parlamentos nacionales, algo que puede llevar años.