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Un recorrido por la obra de Eisner, de soñador a testigo gráfico de la crisis
El dibujante estadounidense Will Eisner se definía a sí mismo como “soñador” y “testigo gráfico” de la Gran Depresión, dos facetas que plasmó en sus rompedoras obras “The Spirit” y “Contrato con Dios” y que vertebran una amplia exposición organizada desde hoy por el Centro Belga del Cómic (CBBD).
“Will Eisner, del Spirit a la novela gráfica” recorre toda la trayectoria de este artista nacido en una familia de emigrantes judíos, desde unos orígenes en los que dinamitó las convenciones del género de superhéroes hasta su reconocimiento como pionero del cómic “serio” y con enfoque social.
A través de más de 300 planchas originales, dibujos y primeras ediciones, la muestra permite al espectador apreciar la evolución temática y estilística entre sus dos obras de referencia, pasando por otros de sus trabajos menos conocidos, como sus publicaciones en una revista del Ejército estadounidense.
Y es que Eisner (1917-2005) tuvo “tres vidas” creativas y en todas ellas se guió por la “constante búsqueda de lo nuevo”, explicó a Efe el comisario de la muestra, el editor y experto en cómics belga Paul Herman.
En la primera de estas vidas, Eisner creó “The Spirit” por encargo de un editor que le pidió un superhéroe con traje y superpoderes como se estilaba en la época, pero el dibujante concibió un detective ataviado con sombrero y una discreta máscara, más interesado en las mujeres que en resolver crímenes y sin cualidades sobrehumanas.
“The Spirit” se publicó periódicamente en EE.UU. entre 1940 y 1952 con un “éxito relativo”, debido al carácter de antihéroe del enmascarado y a su poco peso como protagonista de las historias, ya que en ocasiones era un mero observador de las mismas, dijo Herman.
Pese a ello, la obra se editó con buenos resultados en España, México o Argentina, y se convirtió en referente para los autores estadounidenses “underground” a finales de los 60 y, más recientemente, inspiró una película del dibujante y realizador Frank Miller, cuya popular serie “Sin City” debe mucho a “The Spirit”.
La “segunda vida” de Eisner arrancó con su alistamiento en el Ejército estadounidense en 1942, con el que empezó a colaborar en publicaciones periódicas de carácter didáctico y educativo, labor que durante dos décadas se convertiría en su empleo principal.
El autor “nunca estuvo muy orgulloso” de estas publicaciones dedicadas a explicar a los soldados el funcionamiento de armas y normativas de seguridad y a entretenerlos con dibujos de “pin-ups”, afirmó Herman, quien conoció personalmente al dibujante.
Por último, la más influyente etapa creativa del dibujante llegaría con su jubilación, cuando decidió dedicarse a su proyecto más ambicioso y personal: retratar la vida en Nueva York durante la Gran Depresión.
Las primeras cuatro historietas de este tipo se publicaron por primera vez en 1978 con el título “A contract With God and Other Tenement Stories” (“Contrato con Dios y otras historias de casas de vecinos”) y el subtítulo “A graphic novel by Will Eisner” (“Una novela gráfica de Will Eisner”), término que desde entonces se aplica al cómic destinado a un público adulto y en formato libro.
Aunque él no fue el inventor de esta denominación -ya había aparecido antes en otras publicaciones de editoriales como DC- ni del cómic “adulto”, “Contrato con Dios” logró un éxito de crítica y público sin precedentes para una obra de sus características.
Apasionado de la literatura realista y comprometida de Charles Dickens y John Steinbeck, Eisner ejerce como “testigo gráfico” de “la vida, la muerte, los corazones rotos y la interminable lucha por prevalecer”, explica el autor en un prólogo a su obra.
En “Contrato con Dios” y su quincena de cómics posteriores, el autor radiografía una urbe en constante metamorfosis y marcada por brechas culturales, sociales y económicas, todo ello con retazos de historias protagonizadas por inmigrantes, especuladores inmobiliarios, desempleados, mendigos, banqueros o pandilleros.
Eisner cumplió su “sueño” de dedicarse profesionalmente al cómic durante la Gran Depresión -una época en la que terminar los estudios significaba para los jóvenes “bucear en un abismo sin fondo”, según sus propias palabras-, y hoy sus temáticas y personajes vuelven a estar de plena actualidad.
La exposición puede verse en el Centro Belga del Cómic de Bruselas hasta el próximo 3 de marzo.
Por Antonio Hermosín.
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