El PP mancha. Nadie quiere aparecer al lado de Mariano Rajoy. Y la moción de censura que se debate este jueves y viernes tiene mucho que ver con lo epidérmico: no tocar al Partido Popular.
La sentencia de Gürtel ha sido devastadora para el presidente del Gobierno. Le ha hecho perder el control de la legislatura, y puede hacerle perder La Moncloa. El texto, de 1.400 páginas, evidencia lo que se llevaba sospechando desde que estalló el caso hace nueve años: la existencia de una trama en la que participaban empresarios y cargos del PP para repartirse mordidas y contratos públicos. Desde que la sentencia se hizo pública el pasado jueves, el PP no levanta cabeza. Y, lo que es peor, se ha convertido en tóxico para el resto de partidos, lo cual se convierte en la principal baza de Pedro Sánchez para tener éxito en su moción de censura: nadie quiere aparecer al lado de Mariano Rajoy; nadie quiere retratarse con él como su salvavidas.
Salvo Ciudadanos, seguramente porque intuye que el grueso de su votante viene del PP, y no querrá aparecer como el que mata al padre. Pero, ¿cómo puede presentarse Albert Rivera como el adalid de la regeneración y renovación si aparece como cómplice de que siga gobernando un partido condenado por corrupción? ¿Qué le pesa más? ¿Pesa más votar con “separatistas y populistas” que con el partido de la Gürtel una semana después de conocerse su sentencia?
El relato de Ciudadanos, el de los “separatistas y populistas”, se mide con el retrato de salvavidas del PP. ¿Qué le rentará más electoralmente? Es lo que miden Albert Rivera y su equipo, que iban a votar a Ángel Gabilondo como presidente de Madrid para desalojar a Cristina Cifuentes pero se niegan a votar a Pedro Sánchez, también socialista, para echar a Mariano Rajoy.
Quizá por eso empezaron pidiendo un imposible –que Rajoy convocase elecciones una vez registrada la moción de censura–, para después insistir en una moción de censura instrumental con la que ir a elecciones: es decir, anteponen disolver las Cortes a cambiar el Gobierno. Y lo hacen, casualmente, en el momento en el que las encuestas les dan como primer partido de España mientras el PP sigue achicharrándose en el Gobierno.
Unidos Podemos y las confluencias lo tienen claro: desde el principio anunciaron el voto favorable a Pedro Sánchez. Y este martes, Pablo Iglesias dio una vuelta de tuerca: si fracasa la moción del PSOE, ellos presentarán otra para ir a elecciones encabezada por un independiente. Es decir: su retrato es el de quien antepone echar a Rajoy ante cualquier consideración; ya sea la de Sánchez –gobernar y luego ir a elecciones– o Rivera –ir a elecciones sí o sí o mantener a Rajoy–.
Hace un año, cuando Iglesias se presentó como candidato en una moción de censura, utilizó argumentos semejantes a los de Pedro Sánchez: la corrupción del PP; la desigualdad, el aprovechamiento partidista, patrimonial y personal de lo público por parte del PP; los conflictos territoriales... Hasta tal punto, que uno de los momentos más destacados de la intervención de Irene Montero de aquel día fue la retahíla de casos de corrupción que acorralaban, ya entonces, al PP.
Pero entonces el PSOE, ante argumentos semejantes a los que expone ahora Pedro Sánchez, decidió abstenerse. Un año después, Sánchez se presenta y puede tener éxito.
¿Qué le falta? Los nacionalistas vascos y catalanes. ERC ya ha dado el sí. PNV y PDeCAT dan a entender que irán de la mano, pero a escasas horas de la votación hablan, dialogan, negocian. Sin embargo, aún esconden cartas.
¿Cómo explicaría el PDeCAT en su territorio que ayuda a que el presidente del 155 siga al frente del Gobierno? ¿Cómo aparecerían en Catalunya aquellos que dejan en Moncloa al primer presidente del Gobierno que ha intervenido la autonomía catalana?
¿Y el PNV? El partido que gobierna Euskadi con el PSOE, que ha denunciado la aplicación del artículo 155 y que no tuvo problemas en aprobar con Ciudadanos los presupuestos de Rajoy en vísperas de la detención de Eduardo Zaplana y la sentencia de Gürtel, ¿cómo justificaría su soberanismo si mantiene a Rajoy en Moncloa en lugar de ayudar al partido con el que gobierna Euskadi, más aún cuando Sánchez se ha comprometido a mantener el dinero prometido por Rajoy? El PNV se caracteriza por su cintura y por haber pactado con el PP, el PSOE y la izquierda abertzale sin que parezca que le pase nunca factura.
¿Y el programa de Gobierno? ¿Y el proyecto de país? La moción de censura en España ha de ser constructiva. Pero esta de Pedro Sánchez se mueve entre los relatos y los retratos ante un PP al que nadie quiere acercarse ni tocar.