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El sueldo es la principal fuente de insatisfacción de los españoles en el trabajo

El sueldo es la principal fuente de insatisfacción de los españoles

David Noriega / Raúl Sánchez

9 de agosto de 2022 22:13 h

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La mitad de los trabajadores españoles están insatisfechos con su sueldo. En general, la ciudadanía se muestra contenta con el ambiente en el lugar de trabajo, el horario laboral y la movilidad e, incluso, con la proyección profesional. La situación varía en función del puesto, pero en todos los ámbitos la mayoría coincide en señalar su salario como principal causa de descontento. Según una encuesta de Simple Lógica para elDiario.es, el 45% de los encuestados no está satisfecho con lo que cobra cada mes.

De este trabajo, realizado con entrevistas a más de un millar de personas, se desprende que la satisfacción general con el trabajo es alta. Un 75% se muestra “muy o bastante satisfecho”, mientras un 20% responde que no está “ni satisfecho, ni insatisfecho” y solo el 5% dice que está “poco o nada satisfecho”. Los niveles de satisfacción alcanzan picos en cuestiones como el ambiente en el lugar de trabajo (82%) y el horario de trabajo, incluyendo la duración de la jornada y la flexibilidad (72%), pero pincha en el salario. El 55% de los encuestados está “muy o bastante satisfecho”.



Para el secretario de estudios y formación sindical de CCOO, Carlos Gutiérrez, esa insatisfacción con el salario responde tanto a aspectos coyunturales como estructurales. “Los trabajadores estamos perdiendo poder adquisitivo porque nuestro salario no evoluciona a la par que la inflación”, explica. Pero también se lee desde una situación enraizada en el mercado laboral español: “Desde hace décadas se ha apostado por una competitividad en salarios. Lo que se venía a decir es que las empresas podían competir teniendo salarios bajos”, indica.

“Históricamente, el salario mínimo se ha mantenido muy bajo y las reformas laborales, sobre todo las de la última crisis económica, de 2008, tuvieron como resultado una devaluación salarial. Eso, a la larga, ha generado una insatisfacción generalizada o amplia entre los trabajadores y las trabajadoras”, señala Gutiérrez. El experto considera, no obstante, que está situación se está “intentando romper”, por ejemplo, con las “intensas subidas que desde 2018 se producen en el Salario Mínimo Interprofesional”. Aquel año, lo mínimo que legalmente podía recibir un trabajador por un mes de trabajo a jornada completa era de 735,9 euros. Hoy se sitúa en los 1.000 euros al mes.

“La insatisfacción que muestran las encuestas está completamente justificada y avalada por los datos existentes”, coincide el economista Alberto del Pozo. Este miembro de Economistas Frente a la Crisis explica que la crisis de 2008 quebró la correa de transmisión entre el crecimiento económico y la mejora salarial de los trabajadores. “El proceso de crecimiento económico desde el año 2014 hasta la llegada de la pandemia, que fue bastante razonable e intenso no fue acompañado de un aumento del empleo de calidad y de crecimientos salariales acordes. Los sueldos no crecieron de manera coherente, se quedaron congelados o incluso perdieron poder adquisitivo”, desarrolla.

El nivel de insatisfacción con el sueldo no es homogéneo. Mientras el 38% de los encuestados que son trabajadores y autónomos no cualificados están “muy o bastante satisfechos”, el 22% de este grupo está “poco o nada satisfecho”. Estos porcentajes prácticamente se multiplican y dividen, respectivamente, entre quienes ostentan puestos altos o son profesionales liberales cualificados, hasta el 66% y el 11% en uno y otro caso. Los empleados administrativos y trabajadores cualificados se quedan en el medio: uno de cada dos no está satisfecho con lo que cobra.



¿Por qué los trabajadores no cualificados o en categorías más bajas están más insatisfechos? La respuesta más simple es porque cobran menos. Pero hay otros factores. “Cuando las políticas de austeridad se aplicaron en la gran recesión, si hay una población que pagó el pato de aquellas medidas fue precisamente el 30% de la población con salarios más bajos. Conforme se pasa a niveles superiores, vemos que ese impacto fue menor”, explica Del Pozo. Así, mientras los empleados o autónomos que cobraban menos se vieron más castigados y han heredado hasta hoy sueldos más mermados, eso no ocurrió con puestos más altos.

Esos sueldos más bajos son, también, quienes tienen menos capacidad para afrontar una situación de alta inflación como la actual. Según los últimos datos de la Estadística de los Declarantes del IRPF, de la Agencia Tributaria, en España el 20% de los contribuyentes cobra entre 12.000 y 21.000 euros brutos al año y el 40%, menos de 12.000 euros. “Los sueldos son tan bajos y hay tal nivel de mileuristas que cualquier variación en términos de inflación para ellos supone un drama mensual”, lamenta Del Pozo.

El economista explica, además, que en España hay dos vías que dirigen a la precariedad laboral. “Por un lado, porque a tiempo completo los sueldos son muy reducidos o bien porque los trabajadores no realizan un número de horas suficientes a lo largo del año para obtener una renta salarial razonable”, indica. Según los últimos datos, la tasa de temporalidad se sitúa en el país en el 22,29%. Una tasa que está tradicionalmente vinculada a puestos de baja cualificación. Precisamente, entre ese grupo el 22% está “nada o poco satisfecho” con su remuneración.

Intención de cambiar

El nivel de insatisfacción salarial está relacionado con la intención de cambiar de profesión o de empresa. Entre quienes quieren hacerlo (un 28,4%), solo el 37% está “muy o bastante satisfecho” con su sueldo, frente al 31% que está “poco o nada satisfecho”. “En la actualidad, muchas veces la mejora salarial está vinculada a un cambio del puesto de trabajo, lo cual, en una situación de escalada de precios, no es raro que haya gente o bastante gente que aspire a cambiar de trabajo parar mejorar su situación”, explica Gitiérrez.

En otras variables entran en juego otros aspectos estructurales, como la tradición brecha salarial entre hombres y mujeres. Esto explicaría, por ejemplo, que ellas estén más insatisfechas con sus sueldos. Solo el 52% de las trabajadoras están “muy o bastante satisfechas” con lo que cobran, frente al 58% de ellos. 

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