“No es que yo vaya contra Soraya, es que lo que ella propone no me gusta”
Está en proceso de búsqueda de avales dentro del PP. Con solo 100, el exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo (Madrid, 1944), se convertirá en precandidato para presidir su partido y podrá hacer campaña electoral y tener papeleta en la votación de la militancia del 5 de julio. Quiere suceder a Rajoy para que las ideas sobre España que ha defendido en los últimos años a través de sus libros se plasmen en las propuestas de los populares. No se presenta contra nadie porque, dice, “han sido otros” los que han ido contra sus ideas.
¿Por qué ha decidido iniciar esta búsqueda de apoyos dentro del partido?
En mi último libro, Por una convivencia democrática, comienzo citando un artículo de Ortega que se llama El Proyecto, de 1930, que dice que ha llegado la hora de que todos los hombres que tengan preocupación por España den un paso adelante para intentar peraltar el destino y la lucha que está sobre España. Estamos en un momento excepcional desde el punto de vista del partido y cualquier militante que tenga una propuesta, una idea o un proyecto debe compartirlo por patriotismo cívico. Yo llevo muchos años escribiendo. Los últimos libros han sido Todos los cielos conducen a España, que es una mirada a la política exterior y el papel que puede jugar España en el proyecto europeo; Europa en bienestar, que son mis ideas sobre cómo mantener la economía social de mercado y fundamentalmente el Estado del bienestar, y Una convivencia democrática, en el que propugno por una transición política y económica parecida a la del 77. Estas son las ideas que me gustaría que mi partido asumiese.
Conocemos sus ideas sobre Europa y España, pero ¿cuáles son las referidas al partido?
Que el partido asuma esa idea de Europa y esa idea de España que, en resumen, implica la creación de unos Estados Unidos de Europa, un proyecto federal para Europa. Y reforzar la idea de España, que ha sido desatendida en los últimos tiempos. También mantener los principios que garantizan nuestra identidad constitucional. Es decir, la soberanía nacional en su conjunto, la unidad de España e igualdad en derechos y obligaciones -lo que deja fuera del camino la posibilidad de un federalismo asimétrico como quería Maragall- e igualdad entre los distintos territorios de España. Porque una nación o es un entorno de solidaridad o no es nada. Por lo demás, se deben intentar cambiar los que han sido defectos de diseño, de funcionamiento y sobrevenidos en la Constitución.
¿Se presenta usted contra alguien?
Si algo me caracteriza es exactamente lo contrario. Si algo he hecho en mi vida es no participar en conspiraciones de partido o en codicia por puestos. Lo que he hecho han sido reformas en positivo, que he puesto por cierto por escrito para que pudieran ser compartidas. A lo que me he dedicado es a crear y no a destruir. Lo que sí ocurre es que sería absurdo que yo dijese que quien no coincide con mis tesis es mi candidato, pero no he sido yo el que ha ido en contra de nadie. Han sido otros los que han ido en contra de mis ideas. Nada me gustaría más que esta campaña sea una en la que se discutan ideas y propuestas y no personas, y que se dejase a los militantes optar según su propio criterio sin ninguna tentación de influirles.
Pero usted dijo que Sáenz de Santamaría no era su candidata, ¿su gesto no es para impedir que ella sea candidata?
Es que es público y notorio que hemos tenido posturas completamente discrepantes en lo que se refiere a la cuestión catalana, ya desde 2003 cuando Maragall anunció la reforma del Estatuto. La propuestas, la política y la estrategia que se han seguido respecto a Catalunya no han sido buenas. Lo he dicho antes, durante y después de ser ministro. Tampoco he coincidido con el mantenimiento de un sistema tributario que, en mi opinión, no se corresponde con la necesidad de cambiar el modelo económico, de una economía cerrada a una abierta y competitiva. Y, en tercer lugar, tampoco hemos coincidido sobre el proyecto europeo. Yo soy un federalista y Soraya y Montoro no lo son. Esas son las discrepancias, pero no es que yo vaya contra Soraya o contra Montoro, es que lo que ellos proponen a mí no me gusta y, por lo tanto, yo no lo voy a comprar.
¿María Dolores de Cospedal y Alberto Núñez Feijóo serían, en su opinión, mejores candidatos?
Por lo menos no me consta que tengan una aversión tan radical a lo que son mis propuestas. Falta por ver si en esta campaña van perfilando su proyecto. En política lo importante es tener una cierta idea de España. Yo quiero saber cuál es la idea de España que tienen todos los candidatos, qué tipo de organización territorial, qué tipo de cohesión social, qué tipo de proyección internacional... Solo así podremos coincidir.
En el caso de que se presentara alguno de los dos, ¿usted se echaría para atrás?
No. Depende de la idea de España que tengan.
¿Da tiempo a que esbocen ese proyecto en estos días antes de presentar las candidaturas?
Luego hay un periodo de una campaña electoral que va de eso, de exposición de proyectos. Si tienes un proyecto claro que lo puedes exponer y en tres horas. Si ahora usted me pregunta qué papel juega España en Europa o qué haría en la cuestión catalana yo se la puedo contestar muy rápidamente porque llevo toda la vida pensando en eso, reflexionando y escribiendo. El que quiera saberlo no tiene más que leer mis libros, lo cual facilita enormemente la crítica.
Se ve, entonces, haciendo campaña.
Sí, sí.
¿Ha sondeado dentro del partido cuáles son sus posibilidades?
No he pedido que se comprometa a nadie que esté en un puesto orgánico o que aspire a tener un puesto en las próximas elecciones. Sí estoy recibiendo mensajes de apoyo y de aliento, pero tengo que entender que los órganos del partido deben ser neutrales y que quienes aspiran a tener un puesto tengan prudencia. Significarse por una candidatura antes de saber si es una candidatura ganadora no es prudente. Yo expongo mis ideas y, si las comparten, que me voten. Y si no las comparten, que no me voten. Pero soy partidario del discurso a campo abierto y no de otro tipo de maniobras. No estoy buscando ni alianzas, ni colaboraciones, ni nada de eso.
Pero, ¿y si finalmente le gustan las ideas de Cosepdal o de Feijóo?
Sería lógico que se llegase a un tipo de entendimiento. No se trata aquí de dividir por dividir ni de intentar buscar una posición personal. En esta carrera hay algo que mi padre me enseñó: en política sobra la codicia y falta ambición de país. Todos los candidatos tenemos ambición de España. Otra cosa es que nuestra idea de España sea idéntica.
¿Se ha desarticulado el centro derecha español como sostiene Aznar?
Es obvio que el centro derecha español está hoy en peor situación de lo que estaba antes de 2015, cuando emergieron los nuevos partidos y, en concreto, Podemos y Ciudadanos. Es obvio que la transición hasta ese momento y la marcha desde la transición se basaba en un tango, en un baile a dos entre el PSOE y un partido de centro derecha -UCD primero y PP después- que eran fronterizos y que podían alternarse en el poder sin poner en riesgo los pilares de nuestra identidad constitucional y de nuestra convivencia. Eso terminó en 2015. Ya no es un tango sino que es un baile a cuatro. Tendremos que hacer una política distinta, como decía Felipe González: una política italiana sin italianos. El centro derecha en estos momentos está dividido y compitiendo por el mismo espacio electoral. Hay una cosa de sentido común: cuando el centro derecha se divide, gobierna la izquierda.
El señor Aznar se ofreció a contribuir a reconstruir el centro derecha. ¿Podría ser un buen activo?
Aquí no sobra absolutamente nadie. Los problemas que tiene España y sus desafíos son de una enorme dimensión. A mí me gustaría que aprovechásemos para tener un partido en el que la militancia tuviese un papel mucho más importante, que la dirección fuese más colegiada, un partido cúpula más que un partido minarete, y me gustaría recuperar la cantidad de talento desperdiciado que, en estos momentos, está fuera del partido. Si usted repasa nuestros cuadros, de toda la gente que ha tenido responsabilidad ministerial con nuestra formación política, ninguna está participando. Solo en política exterior estarían dispuestos a ayudar a cambio de nada Marcelino Oreja, José Pedro Pérez Llorca, Abel Matutes, Piqué y Ana Palacios. En todo el resto de carteras lo mismo. ¿Dónde están Pimentel o Pizarro? Debían volver a ayudar a hacer ideas y proyectos. Toda esa gente que tiene pasión por España habría que recuperarla.
¿Cuál ha sido el mayor error que ha cometido el PP en la etapa de Mariano Rajoy para que tenga menos respaldo electoral y esté fuera del Gobierno?
Yo hablo de cuatro C's: corrupción, Catalunya, compensación social -no hemos sido capaces de detectar que con la recuperación los sectores que más perjudicados habían sido por la crisis iban a plantear unas exigencias que estuvieron escondidas durante mucho tiempo- y un error enorme de comunicación. Hay que tener una hoja de ruta pero hay que saber explicarla y hay que atreverse a exponerla en los medios públicos.