Yolanda Díaz pide “alas para volar” aunque no vaya a tomar el cielo por asalto
Yolanda Díaz se presentó en el superpleno del 10 de enero con un libro en la mano. 'Todo modo', de Leonardo Sciascia. Nunca se sabe con las fotos en que salen los políticos con sus libros. Igual se lo han regalado ese mismo día o quieren mandar un mensaje. La novela de 1974 cuenta con una trama policiaca y es también un relato de la corrupción del sistema político italiano a manos de la Democracia Cristiana. Es útil para saber que no conviene recibir lecciones políticas de casi nada de lo que pase en Italia, antes y ahora, y es un ejemplo de cómo los gobiernos pueden conspirar contra los intereses de los ciudadanos y salir ganando durante décadas.
La vicepresidenta no hace más que hablar de la “desafección política” de la gente, aunque sólo sea para distinguirse del mensaje siempre optimista de Pedro Sánchez y del PSOE para los que las cosas no podrían ir mejor. Díaz y Sumar se dirigen a una parte del electorado que no valora su economía personal en función de lo que diga el PIB ni cree que haya que estar contento por el hecho de que la inflación haya ralentizado su ascenso del último año. A fin de cuentas, los precios no han bajado.
Sumar presentó este domingo en Madrid a los cien miembros de su “Grupo Promotor”, que se supone que es el máximo organismo de la coalición hasta la celebración de su asamblea fundacional el 23 de marzo. Viene a ser lo que en el PSOE se llama el Comité Federal o quizá no, porque con los partidos de izquierda es fácil despistarse con los nombres de sus órganos internos.
Es posible que luego le cambien el nombre. Como llaman “una herramienta” a partidos o coaliciones, al final eso parece ser lo de menos a la espera de la próxima visita a la ferretería.
Unos días después de que Podemos votara contra el decreto sobre el subsidio de desempleo aprobado por el Ministerio de Trabajo, era de esperar que hubiera una respuesta a la primera votación en que el partido de Ione Belarra ha tumbado una medida esencial del Gobierno sin importarle unir sus votos a los del PP y Vox por sus propias razones.
“Los del 'no' han priorizado intereses ajenos a la vida de la gente”, dijo Díaz. Recalcó que el subsidio –no confundir con la prestación de desempleo– es el que recibe “la gente que no tiene nada”.
No fue la única que mencionó esa votación. “Hay quienes quieren ir a menos dejando a 700.000 personas sin subsidio”, criticó Mónica García, de Más Madrid. “Hay quienes van a menos cuestionando los avances sociales del Gobierno y hay quienes vamos a más subiendo el salario mínimo a millones de españoles”.
La sombra de Podemos estuvo presente en el acto de Sumar. Los oradores, que eran la vicepresidenta y los otros cuatro ministros del Gobierno, se ocuparon de desmentir de distintas maneras que sean la versión amable de la izquierda en el Gabinete, la que no da problemas, la “izquierda cuqui” que decía Belarra.
Díaz exigió que el Gobierno se una a las críticas de Sumar a la matanza israelí en Gaza y elogió a la embajadora surafricana, que estaba presente, por la demanda de genocidio presentada por su país en el tribunal de La Haya. Lo mismo hicieron Sira Rego y Pablo Bustinduy. Al final del acto, todos posaron con una bandera palestina.
En esa línea, Ernest Urtasun también desmintió algunos de los mensajes de Podemos de los últimos meses, que ha alertado que sin ellos en el Gabinete ya no habrá medidas ambiciosas en favor de los que menos tienen. “No es tiempo de hacer una legislatura sólo de gestión”, dijo, nada de dejar pasar el tiempo ante la dificultad de aprobar leyes progresistas en el Congreso que necesiten los votos de Junts y el PNV. Urtasun se comprometió a que “la austeridad no volverá a España” mientras Sumar esté en el Gobierno.
Díaz reservó partes de su discurso a destacar sus discrepancias con Sánchez sin mencionarlo. Por ejemplo, para oponerse a los incentivos fiscales que podrían recibir las empresas eléctricas “cuando tienen beneficios groseros”, es decir, gigantescos. Mostró su rechazo al pacto sobre inmigración promovido por la Comisión Europea, el mismo acuerdo muy influido por las posiciones xenófobas que están adoptando varios gobiernos europeos que Sánchez ha apoyado sin reservas.
Por la misma razón, la ministra de Trabajo reafirmó la defensa de la idea de la “prestación universal por hijo a cargo”, una renta casi universal que el PSOE desdeñó en campaña sin molestarse a explicar sus razones.
Sumar necesita empezar a organizar su estructura con la que establecer unas normas de funcionamiento en la que todos sus integrantes estén cómodos, aporten ideas y sean escuchados. La confusión entre partido Sumar y coalición Sumar sigue presente. De hecho, algunos grupos como Izquierda Unida están molestos con algunas decisiones de Díaz tomadas sin consenso previo.
Ahora Díaz tiene pendiente el nombramiento del nuevo portavoz del grupo parlamentario. Podría designar a Aina Vidal, una parlamentaria con la pasión en el discurso que demanda ese puesto –eso permitiría dar a Izquierda Unida una portavocía adjunta en el grupo–, o elegir a Íñigo Errejón, cuya habilidad en la tribuna está contrastada pero que es una figura del pasado, en realidad no muy lejano.
El acto de Sumar fue un intento de dejar patente que el partido, movimiento, coalición o lo que sea puede asumir el rol de representante de la izquierda radical dentro de un Gobierno que no puede imponer su voluntad en un Congreso que ya no tiene la mayoría de izquierdas de la pasada legislatura. Lo que hizo Podemos desde 2020 y que, según sus dirigentes, sólo ellos pueden encarnar.
Yolanda Díaz tiene la labor de hacer ver a todo el mundo que sus antiguos aliados están equivocados. No habla de tomar el cielo, ni por consenso ni por asalto, pero sí pide “alas para volar” con el objetivo de que el sistema político no conspire contra los intereses de la gente, como en la Italia que denunció Sciascia.
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