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humor al cubo

Bunbury o Héroes: cuando Rober Bodegas se lo jugó todo a una

Antonio Contreras

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Rober Bodegas (Carballo, 1982) ha cumplido ya más de veinte años en el mundo de la comedia. De momento, trabajo no parece que le falte. En la actualidad colabora diariamente en el programa de radio Yu, no te pierdas nada. Con su compañero Alberto Casado mantiene el dúo Pantomima Full. Siguen realizando sus exitosos vídeos y continúan de gira con su último espectáculo. A la vez, Bodegas tiene su propio monólogo en la escena madrileña. Se titula Fango Show y se representa en el Pequeño Teatro Gran Vía. Para completar el pluriempleo, acaba de grabar un especial para televisión, dentro de la serie Comedy Central Presents, que ha titulado Un buen jardín, que se estrenará a mediados de mayo.

¿De qué va el especial televisivo?

Es un monólogo, de unos 45 minutos, en el que básicamente hablo de lo fácil que es meterse en líos en esto del humor. La sociedad actual está llena de asuntos que crean siempre controversia y ante los que resulta complicado posicionarse sin meterse en algún jardín. Toco el tema de la política, aunque sin meterme con nadie en concreto. Prefiero meterme con todos.

¿Sueles trabajar el humor político?

Casi nunca. Tanto con Pantomima Full como individualmente lo intento eludir. Prefiero evitar que la gente me vea vinculado a una u otra opción política. Hay gente que hace muy bien el humor político y no es mi especialidad. En Un buen jardín hablo de la política como un observador externo. Me llama la atención, por ejemplo, que, en cuanto a rasgos físicos y generacionales, abundan líderes de distintas ideologías y que, sin embargo, se parecen un poco entre ellos. Se lleva el líder bien parecido, en torno a los cuarenta años y que da la sensación de que ha pasado directamente desde la universidad al parlamento. Se parecen muy poco al estereotipo del político tradicional, sesudo, varón y como dedicado a lo mismo toda su vida.

¿Te gusta seguir la actualidad política?

La verdad es que la sigo lo mínimo indispensable. Digamos que me muevo a nivel usuario. Si me hicieran un examen, creo que podría aspirar a conseguir un cinco raspado. La sigo más que nada como observador curioso. Me llama la atención la dependencia que muchos de ellos parecen tener de las redes sociales. Considero que viven esclavizados por aparecer en los medios y por conseguir cada día su minuto de gloria que les permita ser protagonistas.

¿Cuál es tu forma de entender el humor?

A mí me gusta jugar a hacer humor con los asuntos con los que aparentemente no se puede hacer humor. Me interesa buscar el lado divertido de asuntos delicados. Si nos damos cuenta, en la vida hasta los momentos más dramáticos tienen su perspectiva cómica, si se abordan desde otra perspectiva. En mi espectáculo de teatro, Fango show, intento abordar esta cuestión y trato de explicar que los límites del humor están, más que en los temas que se abordan, en la forma de tratarlos.

¿Puedes poner algún ejemplo?

Tengo un recuerdo muy dramático difícil de olvidar. Tuve un profesor que se suicidó en Galicia. Todos quedamos muy impactados. El asunto, así contado, no tiene gracia alguna. Sin embargo, a mí se me quedó grabado un curioso detalle. Se quitó la vida de forma muy cruda. Se ató un peso a los pies y se lanzó al mar para ahogarse. Terrible. Y sin embargo, lo hizo vestido con un traje de neopreno. Pese a la tragedia, me hizo gracia que alguien que piensa en matarse, cayera en la cuenta de al menos no pasar frío en el tránsito a la otra vida. A veces el drama y la comedia conviven en una misma realidad.

¿Has vivido personalmente alguna situación contradictoria entre el peligro y la risa?

En una ocasión viví una curiosa experiencia llena de surrealismo. Hace ya unos años, volvía de una actuación y estaba ese día como medio malo, como medio griposo. Me dolía la tripa. Estaba en mis inicios. A lo mejor acababa de actuar a la una de la madrugada y me volvía a Coruña al terminar porque lo que me pagaban no me daba ni para un hotel, ni para nada. Así que iba conduciendo en plena madrugada. Al estar un poco grueso suelo llevar los pantalones un poco apretados. Ese día, que estaba como malo, me lo había desabrochado para estar más cómodo. Como conducía de noche, para no sobarme, siempre iba con la música a tope y las ventanillas bajadas para que me diera el aire. Recuerdo que iba escuchando canciones que me supiese la letra para cantarlas a todo volumen. Iba escuchando Flamingos, de Bunbury. De repente, me paró la Guardia Civil.

La historia no parece que empiece muy bien...

La verdad es que iba conduciendo empanado y cantando, intentando no dormirme, cuando me para la Guardia Civil. Según intento frenar, se me cala el coche, del empanamiento y los nervios. Llega el guardia, me mira y me dice: “Muy bien. El carnet”. Busco el carnet, pero no lo encuentro, porque lo llevaba suelto, no en la cartera, en una bolsa llena de cosas. Y el guardia civil empieza como a desesperarse. Por fin, lo encuentro y se lo doy. Lo mira y me dice: “¡Bájese del coche!”. Entonces, me bajo del coche y, como me había desabrochado el pantalón, se me baja el pantalón a los tobillos delante del guardia. Se me queda mirando fijamente. Me los subo y le empiezo como a dar explicaciones: “Es que estoy malo de la tripa”.

¿Te sirvió la explicación?

 A todo esto Bunbury seguía sonando a tope con las ventanillas bajadas. Entonces, me ordenó que abriera el maletero. Claro, al abrirlo, todavía Bunbury sonaba aún más fuerte. En el maletero llevaba una pequeña maleta de aluminio, para meter el material de trabajo, el micro, el equipo, etc. Cuando lo veo, yo mismo pensé que aquello tenía pinta de maletín como de Pulp Fiction. Entonces, le empiezo a explicar que vengo de una actuación, que me dedico a esto, y me dice: “¡Ábralo!”. El tío empieza a ver el micro, el receptor y todas esas mierdas y, de repente, me mira y me pregunta: “¿Tú solo escuchas Bunbury o también escuchas Héroes del Silencio?”

¡Vaya encrucijada!

Yo, en ese momento, pensaba: “¡Hostia!, es una pregunta muy complicada porque puedo herir una sensibilidad muy grande a un tío con mucha autoridad”. Así que, me pongo a dar una respuesta como objetiva, no mi opinión. Empiezo, en plan: “Hombre, es indiscutible que Héroes del Silencio han tenido una trayectoria. Han triunfado en Alemania. Han hecho giras por Méjico y Estados Unidos,...”. Esto era en 2007, que era el año que se reunían Héroes del Silencio y tocaban en Zaragoza. Yo estaba entre Coruña y Vigo en ese momento, en medio de la carretera. Y me pregunta: “¿Vas a ir a verlos a Zaragoza?”. Y yo como: “Pues la verdad es que me encantaría ir, pero claro, ir hasta allí desde aquí…”. Me mira fijamente y me dice: “¡Es que son Héroes del Silencio!” Y yo, como disculpándome: “Es que he oído además que ya no quedan entradas”. Y me contesta: “Han abierto una segunda fecha y todavía quedan entradas”. Y yo: “¡Joder! Pues fíjate que lo comenté con un colega y, aunque es una paliza, es verdad que son Héroes. Así que igual lo llamo y nos vamos a verlos. Y me dice: ”¿Me prometes que vas a ir?“ Y yo: ”Sí, sí. Mañana llamo a mi colega y lo movemos“. Entonces, me dice: ”Vale, continúa“.

¿Hubo multa?

Es que tampoco había infracción, más allá de que llevaba un botón del pantalón desabrochado, que no sé si eso está en el Código de Circulación. El tío me paró, no sé por qué. Debía estar aburrido o perdido, en un monte, a las dos de la mañana. Debió pensar: “Voy a vacilar a este chaval raro que se le caen los pantalones”.

 Una pregunta final: ¿Qué opinabas de Héroes del Silencio realmente?

 La verdad es que Héroes del Silencio me moló en su día y yo creo que en aquel momento me daba perecilla

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