@Retiario estudió biología pero siempre quiso aprender y contar historias reales. En tiempos remotos fue paleontólogo, pero desde hace décadas es periodista y profesor de periodismo. Cree en la ciencia, la tecnología y el poder de la humanidad para cambiar las cosas para bien, si se aplica. Pasa la mayor parte de su tiempo en Internet y es un firme defensor de la pluma (y la red) frente a la espada.
Ser macho es un riesgo (si eres un mamut)
Hay muchas razones por las que un animal vivo se puede transformar en un fósil; hace falta que muera, obviamente, y que sus restos sean cubiertos lo más rápidamente posible por algún tipo de material que los proteja y preserve.
Un modo muy extendido de fosilización son las trampas naturales: sitios propicios a los accidentes como precipicios o simas de cuevas en las que los animales se pueden despeñar al pasar por las cercanías y en los que a menudo aparecen restos de muchos tipos diferentes con preponderancia de carnívoros atraídos por el olor a carroña (carne barata, para ellos). Por eso muchos de los restos que conocemos de mamuts lanudos, el gran proboscídeo que recorrió Europa durante las últimas glaciaciones, proceden de trampas naturales en las que cayeron estos animales.
Lo que no sabíamos hasta ahora es que la mayoría de ellos resultan ser machos: un análisis genético de huesos de más de 100 individuos ha revelado que más de 2/3 eran mamuts 'chico'. Una proporción difícil de achacar al mero azar.
Y esto tiene su explicación; sabíamos ya por análisis anteriores que los mamuts macho solían separarse de sus manadas originales para buscar parejas en otros grupos diferentes, un comportamiento que reduce la consanguinidad; esto implica que buscaban nuevos terrenos menos familiares donde no conocían los peligros.
También sabemos por el comportamiento de los elefantes actuales que a menudo las hembras, especialmente las más viejas, actúan como depósitos de información y guían a sus manadas por las zonas más peligrosas, que conocen y recuerdan bien; los machos solitarios estaban más expuestos a accidentes.
Pero además está el factor testosterona: los machos casi todas las especies de mamíferos tienden a ser más curiosos, menos disciplinados y más exploradores, lo que implica que se exponen más, sobre todo en la adolescencia. Y por tanto se accidentan con mayor frecuencia.
Imagen de rpongsaj - Flickr, CC BY 2.0
Hay muchas razones por las que un animal vivo se puede transformar en un fósil; hace falta que muera, obviamente, y que sus restos sean cubiertos lo más rápidamente posible por algún tipo de material que los proteja y preserve.
Un modo muy extendido de fosilización son las trampas naturales: sitios propicios a los accidentes como precipicios o simas de cuevas en las que los animales se pueden despeñar al pasar por las cercanías y en los que a menudo aparecen restos de muchos tipos diferentes con preponderancia de carnívoros atraídos por el olor a carroña (carne barata, para ellos). Por eso muchos de los restos que conocemos de mamuts lanudos, el gran proboscídeo que recorrió Europa durante las últimas glaciaciones, proceden de trampas naturales en las que cayeron estos animales.