Sábado noche. Había llegado a casa después de volver de viaje de Barcelona cuando puse la televisión. Generalmente la veo poco, pero me gusta ver ciertos programas donde aparecen políticos contando sus cosas. Creo que es importante conocerlos de cerca, saber qué piensan. En este caso era Pedro Sánchez, el líder político del PSOE. Iba contestando a las preguntas de los ciudadanos con un tono bastante egocéntrico, contando su experiencia, yo, yo y más yo, cuando, en un momento apareció un chico con síndrome de Dawn y realizó su pregunta. En ese preciso momento el candidato a la presidencia del Gobierno pidió un fuerte aplauso para el chico por “haberlo hecho muy bien”.
Una sensación de frustración recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies. Como sociedad no hemos entendido nada. ¿Por qué esa condescendencia? Creo que más allá de la indignación que me produjo la escena tan surrealista hay algo que me llevó a pensar que hay algo que está fallando, algo más profundo que la primera reacción.
No sé exactamente, pero creo que a pesar de las mejoras en la calidad de vida de los retrones hay algo inherente en esta sociedad nuestra a considerar lo diferente por debajo. El español tiene una autoridad moral para lo suyo fuera de lo común y esta no iba a ser la excepción. Tenemos un gen “cuñao” que nos hace ver lo nuestro siempre mejor que el de al lado y esta vez se ha visto en todos los hogares. Creo que aún no somos conscientes de que tener una discapacidad no es sinónimo de indefensión, o de no poder hacer las cosas, o de qué sé yo qué piensan...
Sigo alucinando por cómo algunas personas nos tratan con la condescendencia más abrumadora. Y no lo entiendo. ¿Acaso el condescendiente piensa que es mejor? ¿Nos estamos dando cuenta de que tenemos un problema de base?.
Este problema se llama tolerancia. El hecho de pedir un aplauso a alguien por algo que no es nada especial implica un profundo desconocimiento de ciertas situaciones. Un poquito de respeto.
Me surgen muchas dudas, como siempre. ¿De quién es la culpa de esta situación? No sabría decir a ciencia cierta, pero es obvio que tenemos un problema general, de tolerancia como de auto-afirmación de nosotros mismos. Esta sociedad no da pie al diálogo, lanza su mensaje y no espera respuesta.
Por eso desde aquí quiero lanzar un mensaje, un recordatorio. La condescendencia con los retrones sobra. Somos personas, personas completas, con más o menos dificultades, algunos más que otros, pero no necesitamos el trato paternalista de un buenísimo recalcitrante.
A Pedro Sánchez me gustaría decirle que detrás de esa imagen de hombre perfecto se esconde una profunda ignorancia sobre el trato a personas con discapacidad. Quizá le venga bien un poquito de humildad y algo menos de postureo electoral.
En mi vida mucha gente no me ha visto como una persona con discapacidad a pesar de todo, ¿Por qué? porque lo llevo lo mejor que sé, que ando mal, y me cuesta hacer ciertas cosas, pero oye, a todos nos cuesta algo. Hay gente con todos sus deditos que no sabe tocar la guitarra o vete a saber. Nuestra lucha es que no nos arrebaten la dignidad de ser personas con todos sus derechos, no somos niños chicos, no somos inútiles, no somos un estorbo. Somos personas, con alguna dificultad, aunque a alguno se le olvide en prime time.
Sábado noche. Había llegado a casa después de volver de viaje de Barcelona cuando puse la televisión. Generalmente la veo poco, pero me gusta ver ciertos programas donde aparecen políticos contando sus cosas. Creo que es importante conocerlos de cerca, saber qué piensan. En este caso era Pedro Sánchez, el líder político del PSOE. Iba contestando a las preguntas de los ciudadanos con un tono bastante egocéntrico, contando su experiencia, yo, yo y más yo, cuando, en un momento apareció un chico con síndrome de Dawn y realizó su pregunta. En ese preciso momento el candidato a la presidencia del Gobierno pidió un fuerte aplauso para el chico por “haberlo hecho muy bien”.
Una sensación de frustración recorrió mi cuerpo de la cabeza a los pies. Como sociedad no hemos entendido nada. ¿Por qué esa condescendencia? Creo que más allá de la indignación que me produjo la escena tan surrealista hay algo que me llevó a pensar que hay algo que está fallando, algo más profundo que la primera reacción.