Su nombre es Sian Green-Lord, una modelo inglesa que estos días ha sido víctima de la mala praxis de algún diseñador, o agencia, al que le pareció buena idea borrar su prótesis y sustituirla por una pierna de carne y hueso. Y entonces el propósito de esta campaña se anula. Tantos años de autoaceptación y trabajo personal para que, encima de robarte la foto, la censuren.
Es intolerable que en la última campaña del Ministerio de Igualdad se promueva la aceptación de los cuerpos, lo que ahora llaman “body positivity”, y haya un error de base tan gigantesco. Porque están haciendo lo mismo que ese cartel: borrar la diversidad que defiende, por no hablar de que el resto de personas que aparecen son estereotipos de manual, nada que ver con lo que hay en la calle.
Esta cuestión es la de siempre con las personas con discapacidad: inclusión sí, pero como vosotros queréis, no vayamos a molestar. Y es que hasta en la inclusión hay grados y escalas. Las personas con discapacidad tenemos que cumplir unos cánones estéticos, que no se nos noten las cicatrices, que no se vean las deformidades. Todo eso lo cumple una persona sentadita en silla de ruedas, el arquetipo de la persona con discapacidad.
Por lo general, la diversidad la dibujan personas normativas y esto es lo primero que hay que cambiar. Necesitamos voces plurales que cuando vayan a hablar, escribir o ilustrar un tema cubran todas las dimensiones del mismo. ¿Qué pasaría si estuvieran contando tu historia y no fuera del todo como tú la vives? Yo no quiero que esto pase. Tengo mi propia voz, las personas con discapacidad la tenemos; y no somos, ni queremos ser, objeto de políticas por y para lo normativo.
Por eso es necesario que, en lo público y privado, haya personas con discapacidad para que estas cosas no pasen, que no queremos ser una cuota, esto no es suficiente. No queremos ser un colectivo social que sirva para el maquillaje de ciertas políticas bienquedistas. Tal vez este sea un momento para reivindicar un lugar preferente en la sociedad porque es cuando de verdad vamos a poder sentirnos incluidos y dejar de ser una cuota y un arma política.
¿En qué cabeza cabe censurar una prótesis, como si fuera algo ofensivo, en una campaña de aceptación de todos los cuerpos? ¿Es que acaso todavía seguimos en la segunda división? Está bien ser gordo, flaco, alto, bajo… pero ¿persona con discapacidad? ¿Por qué molestamos tanto? Porque estamos aún en la tiranía de la imagen, de la normatividad diversa pero controlada, no vaya a ser que se nos cuele alguien demasiado disruptivo. Porque esto no es más que un negocio, uno como cualquier otro. El día que tengamos por derecho nuestro espacio, entonces y solo entonces, esto empezará a funcionar. Mientras tanto tendremos que seguir luchando contra la falta de empatía, la falta de rigor, la falta de decencia. Esto no es un maquillaje, se trata de nuestras vidas.
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