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Una exposición antológica desbarata la amnesia que sombrea al pintor sevillano Ricardo Casstillo

Ricardo Casstillo

Juan Miguel Baquero

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Una exposición antológica desbarata la amnesia que sombrea la figura del pintor Ricardo Casstillo (Sevilla, 1957-2020). La cita, bajo el título ‘Cordilleras del olvido’, alumbra a un “creador de vanguardia” que destaca desde la “brillante generación de los años 80”, dicen sus estudiosos. Un creador multifacético, un “agitador” cultural y de firme compromiso social cuyo legado luce, y reclama sitio, en una muestra de homenaje ampliada hasta el 11 de febrero en la Casa de la Provincia de la Diputación Provincial de Sevilla.

“Es un artista que incomprensiblemente no ha recibido hasta el presente la atención justamente merecida”, señala el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y comisario de la exposición, Fernando Martín. ‘Cordilleras del olvido’ sirve entonces como “un modo de reparación y difusión de su interesante trabajo”, asegura.

Y contra el agravio emerge la petición “a quien corresponda” para activar el pleno reconocimiento de la obra de Ricardo Casstillo, ideada durante cuatro décadas. “Resulta incomprensible y doloroso que su obra no esté representada en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC)”, en palabras del doctor en Filología Románica y catedrático de Lengua y Literatura, Francisco Martínez Cuadrado.

Porque cualquier cosa puede jugar al extravío, como el aplauso en la ciudad natal del también poeta sevillano. O la memoria, traspapelada acaso entre siluetas humanas, muñecos destartalados, dibujos de córtex cerebrales y rodamientos industriales, como lucía el estudio de trabajo de Casstillo. Una fama perdida, quizás, entre grabados, recortes de periódicos, fotografías y una trayectoria marcada “por su bonhomía, coherencia en sus convenciones y honestidad en lo que creía y hacía”, subraya Martín.

El Korral del Arte

Ricardo Casstillo encuadra su obra en la pintura de vanguardia y forja un estilo propio “dentro de un arte conceptual lleno de simbolismo”, como destaca su biografía. El artista fue fundador en 1994 de la primera escuela de arte privada en Sevilla: Korral del Arte Factoría. Tres años más tarde, proyecta y dirige dos grandes colecciones de grabado, el proyecto gráfico Cincuenta Ojos –presente en la exposición– por el que pasan bajo su supervisión reconocidos artistas como Luis Gordillo o Guillermo Pérez Villalta.

Una operación “convertida en auténtico vademécum referencial de la estampa en Andalucía”, según Fernando Martín. La pasión por trazar nuevos caminos permite a Casstillo explorar técnicas variopintas, desde dibujo a óleo, collage, grabados y fotografías a readymades o instalaciones. Y sumar más de un centenar de exposiciones colectivas y una veintena de individuales.

La última etapa del autor remarca, con las series Extasisgrafías, “su inquietud por el comportamiento del cerebro humano a través de las alteraciones que producen las emociones y sentimientos”. Al fulgor creativo añade una “larga faceta” como poeta que, “aunque desconocida, fue muy productiva”.

A su periodo formativo –licenciado en Bellas Artes en la especialidad de Grabado y Diseño por la Universidad de Sevilla y diplomado en Dibujo Publicitario y Cerámica (Escuela de Artes y Oficios de Sevilla)– une influencias iniciales “del postmodernismo americano, David Salle, y posteriormente del irlandés Sean Scully”. Tras dedicarse también a la enseñanza y al desarrollo de los sistemas de estampación, recibe, ya en 2003, la beca ‘Daniel Vázquez Díaz’ por la Diputación de Huelva.

Arte y conciencia social

Ahora la exposición antológica ‘Cordilleras del olvido’ alumbra todo ese legado sometido, afinan sus investigadores, a una inmerecida desmemoria. La muestra, estructurada por orden cronológico y temático, recorre la trayectoria del artista y está completada por una pequeña muestra de documentos, catálogos y un vídeo sobre la “mítica y espléndida” instalación Senda de Oku. El barco K.

Porque Ricardo Casstillo fue “un autor interdisciplinar, temáticamente versátil, poseedor de un lenguaje propio apartado de las tendencias predominantes de la época a excepción de su adhesión a la figuración”, escribe el catedrático de Historia del Arte. Un “investigador infatigable de técnicas, estilos y lenguajes plásticos y literarios; renovador vanguardista; agitador y promotor de empresas culturales; y figura notable de la llamada generación de los 80”, continúa.

Y un creador “comprometido social y personalmente” que conforma una obra “reflejo de sus inquietudes, así como de la percepción de un modo de sentir, pensar e interpretar una realidad compleja” donde el ser humano “ocupa un lugar esencial en su producción, representado por su particular morfología asilueteada”. Una trayectoria creativa donde el “protagonismo” florece desde “aspectos sociales en su concienciación ante la injusticia y explotación”, de la “degradación del planeta” y la propia “trascendencia”, salpicada de objetos industriales y botánicos, o la “experiencias autobiográficas e íntimas”.

De ahí que la muestra “no solo debe servir para dar a conocer al gran público una obra singular e imprescindible, sino también para reparar una injusticia”, apunta el catedrático Francisco Martínez en una carta al director en Diario de Sevilla. Una misiva en la que exige que el arte de Casstillo esté de forma permanente en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, “el lugar del que nunca debió estar ausente”.

Un desagravio que sirve “para honra del artista y de la ciudad donde nació y desarrolló una obra memorable”. Y que quizás no llegó antes, dice, por “su transcendencia social y humana y su compromiso insobornable con el arte, que fue probablemente la causa de que su obra, alejada de modas, adulaciones al poder y concesiones espurias, no tuviera el reconocimiento que merecía”.

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