“El Patio de los Naranjos no es particular, es una plaza pública como las demás”. Con este cántico se han manifestado diferentes colectivos de la sociedad sevillana a los pies de la antigua Mezquita Aljama, comprometidos con un objetivo común: que el Patio de los Naranjos vuelva a ser de dominio público. Y no es mera coincidencia que hayan apelado a canciones populares para trasladar esta petición, pues durante siglos y hasta 1992, la plaza anexa al templo metropolitano era un lugar de encuentro y esparcimiento para vecinos y niños de la capital.
Sin embargo, a partir de aquel año, “la Iglesia Católica lo cerró y nunca lo volvió a abrir porque en el 2010 lo matriculó como dependencia anexa de la Catedral”, una acción legitimada por la Ley Hipotecaria de Aznar, que estuvo vigente hasta 2015. Esto que explica el coportavoz de la Plataforma en Defensa del Patrimonio de Sevilla, Eduardo López, significa que la Iglesia Católica privatizó su uso al apropiarse de un espacio que hasta ese momento pertenecía al conjunto de la ciudad.
Años de inacción política
Por eso, desde hace décadas reivindican que este “crisol de culturas” se recupere como “el espacio público de acceso libre que ha sido durante siglos”, según el López Amodeo. Con este afán, su plataforma junto a la Asociación de Profesorado para la difusión y protección del Patrimonio Histórico “Ben Baso” y la Coordinadora Estatal 'Recuperando' se van a concentrar a las puertas del Patio de los Naranjos cada tercer jueves del mes. “Vamos a recoger firmas y distribuir dípticos informativos a los viandantes y ciudadanos”, ha señalado por su parte Esteban Moreno Hernández, vocal de protección de Ben Baso.
Desde que arrancó la recogida el pasado mes de abril, ya suman cerca de 2.100 firmas en la plataforma digital Change.org. Pero necesitan continuar recabando el respaldo de la ciudadanía “para poder ir a las instituciones con el apoyo de estas firmas y reclamar a las autoridades e instituciones responsables la reapertura primero y luego la revisión del proceso de inmatriculación”, en palabras de Moreno Hernández.
Porque a través de la concienciación ciudadana necesitan alcanzar a las administraciones públicas en busca de acciones legales. Estas son las únicas con competencia real para legislar contra las inmatriculaciones y revertir así definitivamente una situación “repleta de irregularidades que hay revisar”, como apunta Eduardo López. De este modo, instan al Ayuntamiento de Sevilla a proteger el Patio de los Naranjos “definiéndolo en el PGOU como el espacio público que siempre ha sido”, al Gobierno andaluz a “asumir su responsabilidad y hacer cumplir la normativa patrimonial”, y al Cabildo Catedralicio, a “la apertura inmediata para el disfrute de la ciudad”.
Un “oasis de naranjos” para los sevillanos
Hasta el momento, las plataformas ciudadanas que encabezan la protesta lamentan la ausencia de “voluntad política”. La Plataforma en Defensa del Patrimonio de Sevilla tan solo ha logrado reunirse en una ocasión con la Junta de Andalucía y continúa a la espera de que se actualice el Plan Director de Uso y Gestión de la Catedral sevillana “de acuerdo con las recomendaciones realizadas en diciembre de 2020 por el Defensor del Pueblo Andaluz”, según consta en la página web de esta entidad.
Por su parte, desde Ben Baso defienden que hay que devolver un espacio que es de todos a la ciudad de Sevilla. “En los días de mucho calor el patio de la Catedral es un oasis de naranjos, de tranquilidad, pero lo hemos mercantilizado”, se queja su portavoz. Aun así, todos ellos aseguran que van a seguir aunando fuerzas hasta que “podamos volver a encontrarnos con nuestros vecinos en nuestro Patio de los Naranjos y que nuestros niños jueguen en él como hemos jugado nosotros en nuestra infancia”, y como recogen en su manifiesto.
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