Vecinos de Sevilla elaboran una “guía práctica” para favorecer una ciudad “más amable y más vivible”
La crisis sanitaria del coronavirus ha dejado al descubierto las costuras del sistema. Amor de Barrio ha tomado esta oportunidad para reactivar la defensa de los servicios sociales, plantear alternativas a la crisis climática y buscar un modelo socioeconómico sostenible que recoloque a las personas, y por ende a los barrios, en el centro de la vida.
Esta iniciativa ciudadana impulsada por La Transicionera en Sevilla bebe del proyecto británico Transition Streets y promueve un objetivo triple: el descenso energético, la movilidad sostenible y el reverdecimiento en los barrios de la calle Feria, la calle San Luis y el barrio de San Julián, en el centro histórico de Sevilla. Son días de solana maldita. Mientras los geranios hacen puentismo en los balcones, las buhardillas y las azoteas son castigadas por el sol. Hay mucho manguerazo. Entre las casitas bajas y encaladas de las calles Duque Cornejo, Castellar, Divina Pastora, Arrayán, Relator… se cocina un proyecto que busca hacer de los entornos de Canijo, la novela de Fernando Mansilla, un lugar más vivible.
Desde su presentación en marzo de 2019, Amor de Barrio ha hilado una colaboración con otras organizaciones locales para reivindicar metas comunes. “No hemos alcanzado el impacto social que nos hubiera gustado, pero sí se ha conformado un grupo motor para elaborar las guías”, dice una de las impulsoras de la iniciativa, Blanca Crespo.
La pandemia ha sido un punto de inflexión para consolidar el diagnóstico climático y social que llevaban tiempo barruntando. Las conclusiones conllevan “un cambio del estilo de vida tal y cómo lo conocemos” y para encararlo, según Blanca, se necesitan “reconfiguraciones urbanas, sociales, económicas y políticas que no se van a dar si no se pone remedio bajo condiciones de justicia social”. Ante este escenario, la iniciativa ha elaborado una Guía Práctica para la Transición Ecosocial en Tres Pasos como resultado de su Plan de Acción para el barrio. “Es una herramienta práctica en la que se pueden impulsar medidas en las comunidades gracias a pequeños cambios promovidos desde lo social”.
Semillas para cambiar el modelo social
La guía detalla los retos para una transición socioecológica y favorece el desarrollo de “una ciudad más amable y vivible”. Para reducir el consumo energético ofrece información práctica que va desde saber leer la factura de la luz a programar el termo eléctrico. De cómo realizar un aislamiento térmico en la vivienda a exponer el uso eficaz del aire acondicionado. “Son tonterías, pero que los vecinos no saben”, dice Cristina Arcos, activista de SOM Energía y parte del grupo motor de Amor de Barrio. Ella es una de las responsables del apartado de “Energía Activa” en el que se explica uno de los principales problemas del centro de la ciudad: “el efecto isla de calor”, que consiste en la acumulación y concentración del calor en las ciudades. “La situación no es sostenible y ahora mismo está bastante contaminado”, resalta.
Por ello incide en la disminución del tráfico motorizado, la creación de espacios verdes o la instalación de bombillas LED en el alumbrado público. Además, el documento potencia el reverdecimiento de los entornos urbanos de las zonas de la calle Feria, la calle San Luis y la zona de San Julián. En el apartado “Verde que te quiero verde” se rechaza el uso de materiales absorbentes, como el hormigón o el ladrillo, que acumulan calor a lo largo de las horas de insolación y lo liberan durante la noche impidiendo que bajen las temperaturas. Amor de Barrio apuesta por la disposición de superficies vegetales, como los techos verdes, que ayudan a mitigar el calor. Estas instalaciones nunca sobrepasan los 26ºC mientras que las de naturaleza asfáltica puede llegar a los 70ºC. Los jardines verticales, el compostaje de residuos orgánicos o el cultivo de alimentos en casa son acciones para “crear más oxigeno y mejor olor, para hacer bajar las temperaturas aprovechando el poder refrescante de las plantas y su sombra”.
Según el apartado “Movimiento Sexy”, aproximadamente el 29% de los viajes realizados en coche en Sevilla son de menos de dos kilómetros. El uso de la bicicleta es prioritario entre las alternativas de movilidad sostenible que propone la iniciativa para contrarrestar el excesivo uso del coche y las emisiones de carbono. ¡Y caminar!
La guía es sólo el principio, un caldo de cultivo que busca inspirar a muchos ciudadanos a seguir expandiendo estas ideas – semillas – para la transición socioecológica. “Para cambiar el modelo energético hay que cambiar el modelo social”, dice Cristina.
Hacia la concienciación colectiva
¿Cómo se crea una conciencia colectiva? Blanca resopla y suelta: “Es complejo porque hay que revertir de raíz cómo están configuradas las ciudades, los espacios de participación… no hay una única receta ya que implica a muchos agentes”. Pero sabe que para llevar a cabo ese “cambio integral” hay que enfrentarse “a las lógicas del sistema que nos llevan cada vez más a una vida más individualizada”.
En los últimos meses se ha puesto en valor a las personas que tenemos al lado: los vecinos. Así lo reconoce Esperanza Alcaide, “memoria viva del barrio”, según Blanca. Esperanza es la copropietaria de la librería El Gusanito Lector y resalta cómo sus vecinos y sus compañeros comerciantes “se han volcado” para hacer más llevadero el confinamiento: “Se ha creado una red que yo nunca había visto”. Ejemplos como Ramuca o No Me Han Dejado han dado respuestas sociales poniendo de manifiesto que son las personas más cercanas las que ayudan. “El asociacionismo es clave en este momento porque en tiempos de crisis se pierden derechos siempre”, dice Esperanza.
José María Sánchez-Laulhé está de acuerdo: “Solos no podemos conseguirlo. Por ello nos apoyamos en iniciativas hermanas y formamos red”. Este cooperativista del espacio creativo T11, situado en la antigua fábrica de sombreros, comenzó a participar en las sesiones de Amor de Barrio tras su mimetización con la zona. El proyecto se había traslado desde Tirana y pronto comenzó colaborar a otras iniciativas como Tramallol o Casa Pumarejo con la idea de “reforzar otras formas de pensar el barrio más allá de cómo lo hacen las administraciones”.
Amor de Barrio advierte de los primeros pasos políticos tras el estado de alarma. Recriminan el apoyo a sectores como el de la construcción, la automoción, la aviación, el armamentístico o el del turismo internacional. Así, Blanca invita a crear un tejido social que esté vigilante y pueda participar en la concepción de las políticas municipales. “Cuando la situación social, política y económica son más flagrantes es cuando se activan las bases sociales, que parecían más aletargadas, de una manera más masiva”.
La defensa del barrio
“Los vecinos tienen menos servicios para poder vivir. Salen más del barrio para hacer su día a día”, resalta José María. Y añade: “El barrio, para una población autóctona, es cada vez más inviable”. La llegada de los fondos de inversión, los apartamentos turísticos y la consecuente subida de los precios de la vivienda hacen que la zona norte del centro histórico sevillano se vuelva un sitio “inhóspito”. “Se está convirtiendo en un parque temático”, dice Esperanza.
La librera cuenta cómo el barrio está marcado por la especulación y los distintos éxodos. Primero fue la riada de 1963, después la llegada de la heroína y el sida, luego el Plan URBAN y ahora la gentrificación. “Es otra pandemia que no hemos sabido parar”. Esperanza se pregunta: “¿En qué se puede convertir mi calle?”. Por ello reivindica que “miremos por lo que tenemos alrededor” y que se apueste por un diseño urbano que dé protagonismo a los árboles, a la sombra, a los banquitos. También reclama corredores verdes para que los más pequeños puedan ir y salir del colegio sin tráfico rodado de por medio. En definitiva, lugares donde hacer vida en común. “Un barrio con la gente en la calle es más seguro, más humano”.
Amor de Barrio prioriza la vida de las personas y el planeta por encima del crecimiento económico. La defensa comienza con el vecino, con la calle, con los espacios públicos. Con el barrio. Cristina sabe que la tarea es ardua y se necesitan de los agentes públicos. “Podemos informar a los vecinos, pero el Ayuntamiento tiene que meter mano”. Para José María es una cuestión de prioridades: “salvar al sector turístico o mirar por un futuro en el que no sólo el turismo conforme el barrio sino otros modelos de ganarse la vida dignamente”.
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