¿Por qué Canarias resiste al coronavirus y Soria no?
Mucho antes de que en España se temiera al coronavirus, se cerraran colegios, se charlara de epidemiología y se confinara a la población, Canarias tuvo el primer caso de COVID-19 del país, que se confirmó el 31 de enero en La Gomera (el estado de alarma se declaró un mes y medio después, el 14 de marzo). En aquel momento, en España se hablaba de la salida de la UE del Reino Unido, la mesa de diálogo en Catalunya y la crisis de los agricultores. El primer infectado conocido era un ciudadano alemán que había estado en contacto en su país con un contagiado y que tuvo síntomas leves. Pese a que Canarias fue el primer lugar de contagio, se mantiene como la comunidad autónoma de España con menos infecciones (poco más de 90 por cada 100.000 habitantes) y con el menor número de fallecidos.
¿Por qué un archipiélago al que viajaron solo este febrero 1,3 millones de turistas en avión se ha mantenido casi incólume al virus? ¿Cómo es posible que con 5 millones de vuelos solo en verano, sumando los interinsulares que son más de un millón, se haya contenido el contagio tanto importado como local? ¿Por qué La Rioja o Castilla La Mancha lideran la tasa de contagios por encima de comunidades más pobladas y con más actividad y movilidad como Catalunya, la Comunitat Valenciana y en algunas jornadas por encima de la propia Comunidad de Madrid?
Grupos de investigación de todo el mundo están estudiando por qué la COVID-19 ataca en lugares concretos y en otros pasa de largo. Lo que parece es que “se extiende en lo que llamamos 'clusters' o racimo, mientras que en la gripe los contagios son más uniformes”, explica el epidemiológico Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid. Sería un grupo de infecciones en el mismo lugar y al mismo tiempo frente a contagios menos concentrados como los de la gripe común, que también son más fáciles de gestionar por los servicios sanitarios.
Una de las razones que se está estudiando es si el virus se reproduce mejor con más frío y climas secos, lo que abriría la esperanza a que remitiera algo en verano en nuestro país. La Agencia Española de Meteorología y el Instituto de Salud Carlos III han presentado los resultados de un estudio preliminar en el que se ve una correlación entre la temperatura de las comunidades autónomas y cómo golpea el virus allí. Han detectado, en líneas generales aunque con un análisis aún poco detallado, que a más calor, menos contagios por el virus. Eso podría explicar en parte el caso canario.
Fernando Belda, portavoz de Aemet y uno de los implicados en el proyecto, explica a eldiario.es que “es esperanzador, pero a la temperatura ahora le vamos a sumar otras variables, como la humedad o la contaminación”. También irán al detalle de provincias y de ciudad por ciudad, ya que dentro de la misma comunidad hay diferencias climatológicas. Para el estudio se cogió la temperatura media de 14 días y se comparó con los nuevos contagios acumulados en esos 14 días. Los datos del estudio reflejan que comunidades como Canarias, Baleares o Andalucía, con temperaturas de más de 12 grados, tuvieron el menor número de contagios notificados (al margen de los asintomáticos o sin diagnosticar, que habrá que incluir cuando se conozcan y que podrían variar el resultado del estudio). Por el contrario, Madrid, La Rioja, Castilla y León o Navarra, con temperaturas de entre 7 y 8 grados lideraron el ranking de contagio.
“A día de hoy, seguimos recabando datos y seguimos viendo que el patrón sigue siendo muy similar. Además, dentro de la misma comunidad autónoma también se repite: por ejemplo, dentro de Asturias se encuentran diferencias de hasta dos grados de temperatura y también se ve esta tendencia: a mayor temperatura, menos contagio”, explica Belda, aunque admite que “hay que seguir buscando, porque hay que saber por ejemplo si el efecto de tener el mar cerca afecta por la humedad, si en el sur de España la llegada de polvo sahariano tiene incidencia o si el virus se acelera cuando hay más partículas de contaminación”.
Precisamente la contaminación es otro de los motivos de estudio en el mundo. El hecho de que las más golpeadas sean las capitales, con grandes tasas de contaminación o una industria contaminadora (el caso del norte de Italia), ha hecho pensar que la COVID-19 podría encontrar mejor alojamiento cuando el aire es peor o incluso que viaje en las partículas de contaminación en suspensión conocidas como PM, pero tampoco está confirmado y de momento es una hipótesis. La Universidad de Harvard analizó hasta el 4 de abril y en 3.000 condados de EEUU (el 98% de la población) los niveles de contaminación atmósferica y el número de muertes por Covid-19: “Encontramos que con un aumento de solo 1μg/m3 en PM2.5 se registra un aumento del 15% en la tasa de mortalidad de la COVID-19”, concluyó el equipo. Es decir, que cuando el aire es peor, por poco que sea, muere mucha más gente según la premisa de este estudio. O lo que es lo mismo, si el aire fuera mejor, podrían haber muerto menos pacientes. Una vez más, con las precauciones de que puede haber otros motivos que concurran. “Es que el virus afecta al mismo sector de la población al que afecta la contaminación: personas con problemas en vías respiratorias y problemas cardiovasculares”, explica el médico epidemiólogo de la Universidad de Alcalá Manuel Franco. La vía de entrada es la misma y por tanto, el target poblacional de los casos más graves es el mismo.
La teoría de la densidad de población y la movilidad (el caso de las capitales del mundo afectadas) es otra pieza de estudio, aunque no siempre encaja. Y no solo por el caso de Canarias, una región con muchos viajes entre islas, turismo nacional y extranjero y con pocos casos. Por ejemplo, Castilla La Mancha está en el top 3 de incidencia. Tiene dos millones de habitantes, un tercio de la población de Madrid, y sin embargo se sitúa en algunas jornadas por delante en la tasa de contagio. Tampoco tiene industria contaminante y hay muy poca movilidad diaria, salvando la excepción de Toledo y Guadalajara, que sí están más conectadas con la capital. En el caso manchego, tiene población más envejecida, otro de los factores en estudio y que podría afectar al aumento del contagio y la mortalidad. La tasa de letalidad en Castilla La Mancha, de hecho, es la segunda más alta de España, siendo Ciudad Real y Albacete las dos provincias en situación más difícil. El motivo o los motivos concretos, una vez más, son difíciles de definir con parámetros científicos.
Bajando al detalle provincial, ¿por qué, por ejemplo, Soria tiene tantos casos, ha llegado a duplicar la tasa de infectados de Madrid y tiene una tasa de fallecidos que duplica la media? Tiene más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes y la comunidad canaria no llega a 100. Es algo que se repite también en Segovia, que es la provincia líder de España en contagiados y fallecidos en comparación con su población. “Lo de Soria no tiene explicación todavía. En el caso de Segovia, que también está siendo muy afectada, podríamos pensar que es por su relación con Madrid, podría ser gente que vive allí y trabaja en la capital”, explica Artalejo, pero ese no es el caso de la provincia de Soria, una de las más despobladas de España. El alcalde de la ciudad ha pedido ayuda y achaca el brote allí a la falta de recursos sanitarios. Cuanto más se baja al detalle más se observan focos en los que la explicación no es unívoca. Por ejemplo, La Rioja es otra de las comunidades a la cabeza de contagios, en este caso fue de los primeros brotes, el de Haro, y con motivo de un funeral. Sin embargo, semanas después y pese a haber sido la primera localidad confinada (el 8 de marzo), sigue teniendo altas tasas de infección.
Estas diferencias por zonas se están observando en otros países también. “Por ejemplo Nueva York está muy afectada y California muy poco. Corea del Sur controló el brote porque tuvo pocos 'clusters' y su capital, Seúl, casi ni se afectó”, cuenta Artalejo. En el caso de la teoría de la capitalidad y movimiento de población también es sorprendente el caso de Italia. La región donde está Roma, el Lazio, tiene una tasa de contagio tres veces menor que el norte (la zona industrial del país) pese a la gran movilidad de sus seis millones de habitantes y el turismo que recibe la capital. El sur de Italia se ha matenido prácticamente indemne, también pese a ser un país de migración interna laboral norte-sur.
“Todo son hipótesis”, coincide Manuel Franco, epidemiólogo especializado en desigualdades que estudia cómo el contexto social afecta a la salud. “Además de las variables de contaminación, movilidad o densidad de población, hay que tener en cuenta la preparación del sistema sanitario y el contexto económico y social”. Si es precario, la pandemia avanza. Es algo que ya pasa con enfermedades comunes: “Está comprobado que dependiendo de dónde vives tu esperanza de vida puede ser de 7 u 8 años menos en el caso de Madrid. En Barcelona hay diferencias de 10 años según los barrios y en Baltimore se alcanzan los 15”. De hecho, se está observando que en EEUU mueren más los que menor nivel económico tienen y con especial incidencia entre población negra, algo que no se puede analizar en España aún porque no hay datos de mortalidad fiables ni geolocalizados.
Yendo a los datos específicos de la COVID-19 también se ve que la expansión va por barrios. Moratalaz, Puente de Vallecas, Villa de Vallecas y Tetuán lideran la tabla. También se observan muchas diferencias en el mapa de Madrid por municipios. F>ranco describe tres factores por los que se expande más o menos según la situación socioeconómica, al margen del estudio por países o regiones: “El virus se ceba con el que ya está enfermo, que son casi siempre los más pobres por cuestión de alimentación, precariedad laboral, hábitos de vida, tipo de vivienda...”. Otro factor muy importante en el coronavirus es “el hacinamiento, cuánta gente vive contigo en equis metros cuadrados”. Por último, “hay que preguntarse quién tiene que seguir trabajando pese a la pandemia, porque ahora mismo los puestos más necesarios son los peor pagados, a excepción de los sanitarios”. Es decir, al margen de diferencias geográficas, poblacionales o meteorológicas, “hay que estudiar los determinantes sociales de la enfermedad, porque va a ampliar la brecha de desigualdad, y hay que intervenir en esas zonas, que es donde está la población que más lo necesita”.
“Todo es verosímil, pero lo que habría que hacer es un abordaje científico”, propone Artalejo respecto a las teorías de por qué unas zonas se ven más afectadas que otras. “Es lo que se conoce como diseño de casos y controles. Se coge a los hospitalizados en un periodo y se les pregunta donde viven, cuánto se han movido, si viven en una vivienda vertical, se mira si en su entorno hay contaminación... Y eso se compara con los llamados controles, gente que no se ha infectado. De ahí saldría información y se podría avanzar en los motivos, incluido también si afectaron las manifestaciones y concentraciones de marzo en la expansión del brote específicamente en Madrid”. “Ahora mismo hay poca ciencia y mucha especulación sobre los motivos de expansión de este coronavirus, aunque sea una especulación razonada”, concluye el epidemiólogo.
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