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Crecen los divorcios pasados los 50: “El cambio social hace que, a cualquier edad, cueste menos dejar una relación”

Belén Remacha / Ana Ordaz



Cada vez hay más gente en España que se divorcia pasados los 50: en el año 2013, suponían el 17,9% del total, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) publicados este lunes. En 2018 –último dato disponible– ya eran el 27,2%. La media de edad de los cónyuges a la ruptura también va subiendo gradualmente: en 2006 era de 40,2 años para las mujeres y 42,8 para los hombres; en 2018 ya había trepado a 45,2 y 50,1.

Desde que se legalizó el divorcio, en el año 1981, el país ha cambiado mucho, y las tendencias en las rupturas matrimoniales son reflejo de ello. El número de disoluciones matrimoniales, en general –de todas las edades e incluyendo separaciones y nulidades– no ha fluctuado tanto: en 1998, cuando el Consejo General del Poder Judicial comenzó a proporcionar cifras, fueron 92.875 procesos, no tan lejos de los 99.444 del año 2018 –con un pico en 2006 de 141.919–. Pero sí es distinta la población que lo hace y su mentalidad. Lo resume Gerardo Meil, catedrático de Sociología en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM): “Actualmente hay mayores posibilidades económicas para las mujeres; no están condenadas al aislamiento en el ocio; y se ha perdido la concepción de que el matrimonio tenga que ser para toda la vida”.

En definitiva, “los costes de abandonar una relación de pareja insatisfactoria, a cualquier edad, son menores”. Meil recuerda que las mujeres que hoy tienen más de 50 nacieron cerca de 1970, no en los 30 o 40. “No son lo que entendemos por abuelas. Son mujeres que ya participaron en el cambio, entraron en la adolescencia a principios y mediados de los 80. En la agenda cultural ya estaba entonces el feminismo. Creo que el balance que hacen es: ‘Ya he criado a mis hijos, ya tienen seguridad. No tengo por qué aguantar más una situación insatisfactoria”.



“Un divorcio tiene más coste para los hombres mayores”

Es la situación de Carmen: se separó a los 56, tiene ahora 60. Tras varios años pensándoselo, finalmente dio el paso: “Al principio sí sentí el estigma, como si tuvieras que dar explicaciones de más. Pero poco a poco nada, incluso al revés: la gente te apoya mucho”. Para ella fue un alivio separarse, pero es consciente de que sus circunstancias la favorecían: con hijas ya mayores de edad y total independencia económica. “Se hace más fácil con hijos ya mayores y temas como la hipoteca resueltos. Creo que hay mujeres que, al depender del marido, tragan carros y carretas, y no se atreven a separarse. A mí me costó, pero creo que fue una buena decisión”.

Paloma Zabalgo es abogada de familia, con más de 18 años en ejercicio. Ella sí nota un incremento de los procesos de divorcio en general, y de personas con hijos mayores de edad, como Carmen, en particular. “Lo que veo es menos conformismo y que la gente toma más perspectiva. Hay menos miedo a vivir el futuro sin la pareja. Se vive más como una opción viable”, dice. A nivel legal, lo que es distinto en las parejas que se rompen en estas edades respecto a otras más jóvenes es que los conflictos surgen más sobre cuestiones patrimoniales y económicas; en las segundas pesan los asuntos relacionados con la protección y custodia de los niños.

“A más edad, la decisión suele estar más meditada. Generalmente llevan muchos años pensándolo y vienen primero a asesorarse, a conocer su situación legal. En muchas ocasiones se les remite a mediación. También es muy habitual que antes de comenzar los trámites pasen por terapia de pareja”, apunta Zabalgo. Gerardo Meil ofrece otro punto de vista: “Un divorcio tiene muchos costes, y más para los hombres mayores. En general se cuidan menos, son menos competentes en el espacio doméstico, en la sociabilidad… la posibilidad de reconstruir un proyecto de pareja, o una vida en solitario es más difícil que para una mujer”.



“Divorciarse nunca es fácil”

Cuando una pareja mayor de 50 años acude a terapia, generalmente ya está pensando en el divorcio, de acuerdo con la experiencia de Alaitz Martínez, psicóloga especialista en este campo. De hecho, son más frecuentes en la consulta que las parejas más jóvenes. “El momento más habitual es cuando los hijos llegan a la adolescencia, o cuando empiezan a irse de casa. Muchas personas esperan a que ellos ya no necesiten sus cuidados para plantearse la separación. Y ahí suele haber poco que hacer: son muchos años ya, y muchos reproches”. En los hijos es también donde suelen estar los motivos por los que optan por la terapia: “No tanto por el miedo al prejuicio o a empezar de cero, sino a que los hijos, más mayores o menos, sufran. También influye la parte económica: tras convivencias tan largas dependen mucho uno del sueldo del otro, algo que se da menos entre parejas jóvenes”.

“¿A qué edad es más difícil? Pues son momentos vitales diferentes”, analiza la abogada Paloma Zabalgo, “se puede entender que cuando no hay menores a cargo es más fácil, pero las circunstancias son tan diversas que, aunque suene a tópico, cada caso es un mundo”. Jurídicamente “es cierto” que se ha simplificado el proceso desde que se incorporó la llamada Ley del Divorcio Exprés, una modificación en el Código Civil, en 2005: “Sobre todo en que, si hay acuerdo, ni siquiera hace falta pasar por un juzgado, basta con el notario. Pero eso no quiere decir que un divorcio sea fácil ni que no tenga consecuencias complejas. En muchos casos son 30 años compartiendo la vida con la misma persona, el mismo domicilio, los salarios… divorciarse no es fácil casi nunca”.

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