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El primer 20N con Franco en el cementerio de Mingorrubio atrae más prensa que franquistas

Un visitante a la tumba de Franco este 20N, fotografiado por la prensa.

Belén Remacha / Alejandro Navarro Bustamante

Era el primer aniversario de la muerte de Francisco Franco con sus restos en el cementerio de Mingorrubio, pero hasta ahí han acudido más periodistas a cubrirlo y policías a protegerlo que franquistas a honrarlo. Este 20 de noviembre la celebración seguía lejos de su nueva tumba en este barrio madrileño. Concretamente a unos 50 kilómetros de distancia, en su antigua ubicación. La misa de 11 en el Valle de los Caídos, oficiada por los monjes benedictinos en el que ha sido lugar de peregrinación fascista desde 1975, ha reunido a aproximadamente 400 fascistas; por Mingorrubio en toda la mañana apenas han pasado unas pocas docenas.

“Yo me esperaba que hubiese poca gente, es que está el día desapacible”, decía Eulogio alrededor de las 11 de la mañana. A esa hora era de los pocos visitantes que había ante el panteón de los Franco, así que su historia –perteneció a la Guardia del dictador y luego a la de su hija, en la casa de la calle Hermanos Bécquer– ha acaparado la atención de las decenas de reporteros que se contaban, tantos como agentes. Eulogio no aprueba el traslado del cuerpo desde el Valle que hizo el Gobierno el pasado 24 de octubre: “Podría decir una burrada, pero me callo. Dejémoslo en que no me parece ni muchísimo menos bien. Pero puedo decirlo, ¿no? Estamos en una democracia”. Sin embargo, le va bien, porque es vecino de El Pardo y ahora puede venir “casi diariamente, es mi paseo mañanero”, cuando antes al Valle solo se acercaba una vez al año.

La escena se ha ido repitiendo a cuentagotas a lo largo de la mañana: varios franquistas en solitario o por parejas acudían al panteón –el más grande de Mingorrubio, plagado de ramos y de banderas de España–, se santiguaban, rezaban alguna oración o dejaban una flor y se marchaban. Algunos no querían hablar con periodistas y se mantenían en segundo plano, comentando la jornada entre ellos –“esto es Historia, les guste o no”, se ha oído varias veces–.

Otros, como un hombre muy mayor que ha paseado durante horas por la zona, sí ha querido plantarse ante las decenas de micrófonos y cámaras. Se ha echado a llorar. “Jaime, no te emociones. Es que llora por el bien de todos, por España, por Franco”, explicaba la mujer que le acompañaba, que se definía a sí misma como “una niña de la España de Franco”, también ante las cámaras.

El Movimiento Católico Español había programado una concentración a las 12.30, pero no se ha llegado a producir. A esa hora llegaba una comitiva al cementerio, pero era por el entierro de otra mujer que nada tenía que ver con el asunto, cuyos asistentes también parecían superar en número a los que iban a recordar al dictador. En todo caso este 20 de noviembre ha congregado en Mingorrubio a menos franquistas que hace casi un mes para la reinhumación, cuando tampoco fueron más de 400, y no de forma coordinada, como temían algunos vecinos. Los expertos en movimientos fascistas contaban a eldiario.es que en general para este tipo de conmemoraciones las organizaciones no logran superar esa cifra.

“Es que no ha habido casi propaganda”, lamentaba Carmen, una señora mayor que estaba de viaje por Madrid desde Salamanca y se había acercado por tradición, “porque mi padre iba cada año con los de Blas Piñar, así que ahora yo también”.

La llegada de la familia entre “vivas” a Franco

Así como el punto álgido del 24 de octubre fue la visita del golpista Antonio Tejero, esta vez la mayor expectación se ha producido alrededor de las 13.30. Ha sido entonces cuando ha entrado en el camposanto el presidente de la Fundación Francisco Franco, Juan Chicharro, con la intención de dejar una corona de flores en el interior de la cripta. Tenía que esperar a la familia, que es quien posee las llaves. También ante decenas de periodistas, Chicharro ha declarado su “indignación” ante esta forma de conmemoración,“se debería haber celebrado como siempre”. Se le hace “cansino” a Chicharro lo que ha ocurrido este 20N, ha comentado, porque “han tenido que mendigar iglesias” y “nadie en la Iglesia quiere saber nada de nosotros”. Él venía de la homilía del Valle, y a las 19.00 asistiría a la que se celebrará en El Pardo, que esperan que sea el acto grande de la jornada.

Poco antes de las 14.00 ha llegado el bisnieto del dictador Francisco Franco Suelves y el abogado de la familia Felipe Utrera Molina, acompañados de media decena de personas. Ellos no han querido hablar ante la prensa y se han limitado a entrar al panteón a dejar flores. Apenas diez minutos después han salido en fila, entre “vivas” a Franco y “arribas” a España. Eran las 14.30 cuando se han ido a comer y ya en el cementerio no quedaba casi nadie, solo agentes y pocos periodistas.

Uno de los que sí han aguantado hasta mediodía era Guido, un turista francés jubilado que había acudido a la escuela ecuestre de El Pardo y, ya que estaba, al cementerio, sin saber qué significaba exactamente que fuera 20N. Sí sabía de la exhumación porque “la seguí por el canal internacional de 24 horas, hicieron un especial de cinco horas”. Un par de horas después, a las 17.00, cierra como todos los días el cementerio de Mingorrubio. Antes de que empiece la misa de El Pardo por el dictador, así que este 20N el tour no terminará en el nuevo cementerio de Franco.

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