El Gobierno da largas sobre la regulación del cannabis medicinal hasta que se pronuncie la OMS
El Gobierno da largas sobre la regulación del cannabis con fines médicos. En una respuesta por escrito en el Congreso a Ciudadanos, el Ejecutivo señala que la evidencia científica es insuficiente y que está esperando a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronuncie sobre la cuestión.
“A nivel mundial, la eficacia terapéutica y seguridad de los tratamientos del cannabis se estudia en la actualidad y todavía no existe una decisión al respecto”, escriben desde el Ministerio de Sanidad a Francisco Igea, diputado de C's que se ha interesado por el tema junto a sus compañeros Diego Clemente y Fernando Navarro y envió la cuestión al Gobierno.
Sanidad destaca más en su respuesta los posibles efectos negativos que puede tener el cannabis que los positivos, y básicamente se remite a las conclusiones que publique próximamente la OMS a raíz de la 40ª Reunión del Comité de Expertos en Farmacodependencias (ECCD), que se celebró el pasado noviembre, para, en su caso, trasladarlas a nivel nacional.
La organización internacional está en plena revisión de la consideración que tiene de la planta y está evaluando “la posibilidad de cambiar la esfera de fiscalización internacional del cannabis”. En otras palabras: relajar el control sobre la marihuana, lo que parece que está esperando España para abrir el abanico respecto a su uso médico con el aval de la OMS.
Hay que recordar que actualmente en el Congreso de los Diputados hay dos iniciativas para la regulación del cannabis, una de Podemos para su legalización integral, otra de C's para la terapéutica. Ambas duermen el sueño de los justos en la Cámara Baja, esperando un turno que no parece que vaya a llegar antes de que se acabe la legislatura. Según un CIS de diciembre, la regulación del cannabis con fines terapéuticos contaría con el apoyo del 84% de los ciudadanos.
En cualquier caso, con la respuesta que acaba de publicar Sanidad y mientras llega (o no) la revisión anunciada, el ministerio apuesta por minimizar la evidencia científica que existe sobre el cannabis a partir de investigaciones sobre sus efectos. El ministerio también alega que los motivos que han llevado a decenas de países a permitirlo (desde Canadá hasta Uruguay, pasando por muchos estados de EE UU o Israel, Italia y Alemania) son desconocidos.
Sanidad cita en su respuesta un informe de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU (The health effects of cannabis and cannabinoids: the current State of Evidence and Recommendation for Research, Los efectos sobre la salud del cannabis y los cannabinoides, estado de la cuestión y recomendaciones para investigaciónThe health effects of cannabis and cannabinoids: the current State of Evidence and Recommendation for Research) que por un lado pide más investigaciones, aunque por otro da por probados los efectos positivos del cannabis para ciertas dolencias.
“Se desconocen las evidencias”
Dice Sanidad que “si bien sus principios activos pueden estar indicados en algunas dolencias, es necesario continuar con la investigación con mayor número de pacientes”, y añade que “se desconocen las evidencias en las que se han basado otros países para autorizar el uso del cannabis terapéutico”, con la excepción de Canadá, que lo hizo porque un Tribunal consideró que era inconstitucional prohibirlo.
Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los principales investigadores del mundo con cannabis y cannabinoides, señala otras partes del informe por las que Sanidad pasa más de puntillas.
Así, en el texto de la agencia estadounidense que cita Sanidad se establece que existe evidencia científica “conclusiva o sustancial” de que el cannabis o los cannabinoides “son efectivos” para el tratamiento del dolor crónico, como antieméticos en el tratamiento de las náuseas derivadas de procesos de quimioterapia y para tratar síntomas de epasticidad en pacientes de esclerosis múltiple.
En un segundo nivel, hay “evidencia moderada” de que el cannabis es efectivo para mejorar a corto plazo problemas del sueño asociados a la apnea, la fibriomialgia, dolor crónico y esclerosis múltiple.
Por último, existe “evidencia limitada” (limitaciones que tienen más que ver con el diseño de los ensayos clínicos que con la acción de los cannabinoides, explica Guzmán) de que el cannabis y sus derivados funcionan para mejorar el apetito y la pérdida de peso, para problemas de ansiedad o para los síntomas del estrés postraumático.
Sanidad también pone el foco en los efectos negativos del consumo de cannabis. Citando a la OMS, el ministerio explica que “el Comité concluyó que su consumo puede producir efectos adversos como mareos y alteraciones motoras y de la función cognitiva; en los niños puede causar depresión respiratoria, taquicardias y coma; sin embargo, la mayoría de los efectos adversos aparecen cuando el consumo es crónico, como ansiedad, depresión y psicosis. El consumo en jóvenes es especialmente problemático por los efectos que causa su consumo sobre el cerebro en desarrollo. Además, el consumo continuado de cannabis produce dependencia y síndrome de abstinencia, como cambios de humor, irritabilidad y trastornos del sueño”.
Aquí Sanidad incurre en un error habitual cuando habla de cannabis, según explican Guzmán y Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM). “Mezclan problemas del consumo lúdico con el terapéutico”, cree Pérez.
“Si te fijas en los posibles efectos no deseados que se describen en el informe, efectos no deseados que obviamente tienen el cannabis y los cannabinoides como cualquier otro medicamento (y especialmente los psicofármacos), verás que la mayoría son efectos del cannabis fumado (vía desde luego no recomendable farmacológicamente) y en usuarios recreativos (no en un contexto terapéutico controlado). Esto conviene explicitarlo claramente”, elabora Guzmán.
Desde el OECM, del que Guzmán también forma parte, siempre recuerdan que hay que distinguir el uso recreativo del medicinal y que para la segunda opción ellos nunca recomiendan que el cannabis se consuma fumado sino en forma de aceites, cremas o, en última instancia, vapeado.
El mercado legal
Por otra parte, Sanidad relata en la respuesta algún detalle sobre las plantaciones de cannabis legal en España. Las autorizaciones emitidas por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) ha otorgado permisos para el cultivo de 4,03 hectáreas (40.326 metros cuadrados).
La cifra queda lejos de las 20.000 hectáreas que la AEMPS ha fijado como el máximo de terreno cultivable en España. De la superficie plantada, 2,31 hectáreas (23.086 metros cuadrados) se dedicarán a la investigación. Estas parcelas están en Andalucía, Catalunya y la Comunidad Valenciana.
Las otras 1,72 hectáreas (17.240 metros cuadrados) se utilizarán “para la producción de cannabis con fines medicinales y su exportación posterior”, según Sanidad, ya que en España no se pueden vender estos productos. Este cultivo, que pertenece al fondo de inversión que maneja en parte el magnate de los opiáceos Juan Abelló, está en Murcia.
Por último, el ministerio recuerda “que existen varios tratamientos derivados del cannabis que se utilizan en España, siempre con base en su calidad, seguridad y eficacia”, y cita el Sativex, un derivado del cannabis, “de diagnóstico hospitalario (...) e indicado como tratamiento adicional para mejorar los síntomas relacionados con la espasticidad moderada o grave en pacientes con esclerosis múltiple”; el Epidiolex, para uso compasivo principalmente para pacientes salientes de ensayo clínico en epilepsia asociada a síndrome Dravet o Lennox-Gastaut; y, finalmente, “como medicamento extranjero se autorizó la importación de nabilona o dronabinol en casos excepcionales de esclerosis múltiple o como antiemético en tratamientos oncológicos”.