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¿Podemos abrazar a los mayores? ¿Es seguro viajar en tren y en avión? Preguntas y respuestas sobre la 'nueva normalidad' y los rebrotes

Belén Remacha

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El pasado domingo el Gobierno aprobó un real decreto con directrices básicas para la llamada 'nueva normalidad', pero aún son muchas las incertidumbres. ¿Va a haber rebrotes? ¿Puede que tengamos que volver a confinarnos en otoño? ¿Cuáles son las prácticas que comportan más peligro?

A estas y a otras cuestiones ha respondido en 'Consúltame' Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, y ex director general de Salud Pública del Ministerio (2009-2011).

¿Cuál es el riesgo de que los rebrotes se conviertan en una segunda ola parecida a lo vivido esta primavera? ¿Será en otoño o puede ser ya este verano?

Rebrotes va a haber sin duda, porque el grado de inmunidad de la población es bajo y eso es combustible. Lo que ha pasado en tres comarcas de Huesca es un ejemplo de lo que puede pasar. Lo importante es que cada rebrote esté bien acotado. Hacen falta dos claves: la capacidad del servicio sanitario y lo que haga la población. Si se mantienen las medidas y la prudencia, va a a ser más fácil que se controlen.

¿Una segunda ola significaría un nuevo estado de alarma? ¿Hay otros mecanismos?

Sí, la Ley de Medidas Generales de Salud Pública de 1986. Es orgánica y permite afectar a derechos fundamentales. La hemos utilizado en salud pública para casos concretos, como un tuberculoso que no se quería tratar y se le obligó, por ejemplo. Las comunidades van a poder con ellas tomar medidas que afecten a derechos fundamentales y aplicarlas localmente, pero sin declarar el estado de alarma. Ya se hizo en Igualada (Barcelona).

¿Está preparado el sistema para hacer un rastreo?

Sobre esto hay información de todos los colores. Me preocupa que se regatee en este asunto y que se hagan contratos a seis meses o de interinos. Hay que establecer un refuerzo permanente. Tenemos capacidad hoy por hoy, pero debemos tenerla también si hay un rebrote de mayor magnitud. Yo aconsejaría que se refuerce más la Atención Primaria y los servicios de Vigilancia Epidemiológica.

¿Por qué no tenemos ya una aplicación para rastrear casos?

Se está desarrollando en varios países. En Alemania este fin de semana se la descargaron un millón de personas, en Reino Unido no ha ido bien, por incompatibilidades con Apple y con el sistema Android, en Italia la han lanzado recientemente y España está esperando a hacer una prueba en La Gomera y en otras comunidades que tienen una versión avanzada. Es una ayuda, pero no es la panacea. Hay que pensar que lo más importante son las personas que están en Atención Primaria y en Vigilancia Epidemiológica.

Un problema es que funciona por bluetooth y a veces detecta contactos de riesgo que en realidad han estado separados por una mampara. Las distancias tampoco son exactas. Puede crear un número exagerado de contactos que lleve a confinamientos sin necesidad. Vamos a ver cómo funciona. En Suiza está avanzada y es el mismo método que quiere utilizarse en España: se llama descentralizada porque no hay nadie que tenga los registros sino que están encriptados en el móvil. Pero habrá que evaluarlo en nuestro entorno. Algunas comunidades querían lanzarlo antes de julio.

¿Los viajes en tren y avión son seguros?

Digamos que no hay información científica exhaustiva. Pero hay bastantes casos descritos en literatura científica de vuelos largos, China-Canadá por ejemplo, donde no se han producido casos entre los que iban alrededor de un positivo con dos metros de distancia. Se ha atribuido a las medidas de protección. Eso quiere decir que si se aplican con exhaustividad, es probable que sea bastante seguro. Son pocos los brotes asociados al transporte, pero siempre hay un riesgo, nunca es nulo.

Es más problemático el Metro y Cercanías. Hay más movimiento, estás más cerca, te tienes que mover, agarrar…. En todo caso, nos tendremos que acostumbrar a viajar con mascarilla, gel hidroalcohólico y mucho cuidado durante mucho tiempo.

Hay muchas dudas sobre los reencuentros. ¿Qué precauciones hay que seguir?

Todos tenemos temor de afectar a seres queridos vulnerables, por enfermedad o por ser mayores. Las medidas de prevención las tenemos que mantener porque la mayoría no estamos inmunizados y, aunque nos hagamos un test y dé negativo, mañana no lo sabemos. Así que es mejor no besarnos ni abrazarnos con gente mayor. Otra cosa es que sean encuentros entre pocas personas y que se hayan hecho una prueba de buena calidad de anticuerpos IgG con asesoramiento médico. Lo digo porque a veces los test rápidos tienen resultados, digamos, difíciles. Uno tiene que pensar de dónde viene, con quién ha estado… hay que ser prudente. En mi familia, con la persona más mayor, de más de 90 años, hay distancia, mascarilla y no hay abrazos.

¿Es imprudente volver ya a la oficina, como están haciendo algunas empresas?

El real decreto dice que, mientras sea posible, hay que mantener el teletrabajo y adaptar las condiciones de la oficina para que no haya riesgo. Si la distancia interpersonal es de menos de 1,5 metros, hay que dar equipos de protección adecuados. Habiendo una recomendación general que dice que se fomente el teletrabajo, lo lógico es que se siga aplicando. Seguramente el trabajador pueda reclamar si se dan en su empresa condiciones inseguras habiendo posibilidad de trabajar desde casa.

¿Podremos ir a las playas este verano? ¿Con qué medidas de precaución?

En zonas al aire libre, la posibilidad de infección es más baja. Si alguien tiene que tomar precauciones extra en la playa, puede adaptar sus horarios: la primera hora de la mañana es la mejor porque hace rato que no hay gente. El aforo va a depender de las comunidades autónomas y los ayuntamientos. El agua de mar es segura por la sal, y las piscinas también por la carga que llevan de cloro, si están bien cuidadas. Por eso no se recomienda el baño en pantanos y ríos de agua dulce.

¿Cómo será la vuelta al colegio? ¿Podría dar una recomendación general con los niños?

La información científica para tomar medidas es incompleta y es un terreno que no conocemos bien en cuanto a los riesgos. Noruega cerró los centros escolares un par de días antes, en abril reabrió guarderías, con grupos de 15 o 20 personas, dependiendo de la edad, y tienen contacto solo con el profesor, no con otras clases. De momento podemos decir que no han tenido casos. Nos da una idea de por dónde deben ir las cosas, pero los contextos en cada país son diferentes.

La medida de Noruega parece tener sentido porque, si hay un caso, se aísla a esa persona y solo hay que seguir al grupo, no al colegio entero, que puede seguir funcionando. Vamos a ver cómo funciona en septiembre: la vigilancia tiene que ser alta. Se pueden hacer cosas al aire libre, por ejemplo. Lo de las mascarillas en menores es complejo porque tienen tendencia a quitársela y a tocarse la cara.

Estoy de acuerdo con que en esta crisis nos hemos olvidado de los niños y seguramente ha sido un fallo. Pueden estar abiertas terrazas donde haya niños, pero no un parque infantil. Realmente eso ha sido un fallo.

¿Existe riesgo de importar casos al abrir las fronteras?

Con las fronteras abiertas va a ser más complejo, pero estamos poniendo en una balanza distintas cosas. Hay que tener en cuenta que las repercusiones sociales y económicas de la pandemia son graves, también en la salud (por ejemplo, lo derivado de la pobreza infantil), y por tanto tomar decisiones que no son fáciles. En cuanto al turismo, se entienden las prisas de algunos sectores y algunos gobiernos en ciertas zonas, por eso Baleares ha hecho una prueba. Es correcto hacerlo de esta forma para adaptarse. Pero sobre todo es importante invertir en salud: si se invierte en Atención Primaria y Vigilancia Epidemiológica será más fácil y detectaremos todo con más velocidad.

¿Aumenta el turismo la posibilidad de contagios?

Brotes va a haber. En Alemania ha sucedido en fábricas también por las condiciones laborales, por cómo van al trabajo, y ahí también va a tener que prestar atención la inspección de trabajo. La otra cosa es los turistas y de dónde vengan turistas: Francia o Alemania tienen ahora una tasa baja, menos de 10 casos por 100.000 habitantes, Suecia está en 100, diez veces más alta que España y Reino Unido. Es decir, empiezan los intercambios y es otro reto más. Partimos de una situación de baja incidencia, afortunadamente, para ver en el próximo mes qué ocurre y si se tienen que cerrar fronteras otra vez. Hay que extremar la precaución en hoteles y bares, y eso es cosa de todos.

Madrid y Barcelona son las ciudades de más riesgo, aunque ya se ha visto que puede pasar en cualquier lugar. ¿Qué previsiones hay?

A lo largo de este tiempo vamos a tener zonas donde haya brotes. Es lo normal, el virus está entre nosotros, hemos salido de la fase de alarma y por lo tanto aumentan los contactos. Tampoco se ha visto un aumento importante después de que algunas comunidades hayan pasado a fases avanzadas. Los 15-20 días que vienen nos darán una idea de lo que puede pasar. Pero es bueno pensar que tiene que haber prevención. Vamos a ver qué tal funciona y qué tal le va a Alemania, porque España va detrás. Pero insistamos mucho en que haya más personal y encuestas epidemiológicas bien hechas.

¿Están preparados los sistemas sanitarios para una segunda ola?

Dependería de la magnitud de la ola. En la mayor parte de España los servicios han funcionado bien, pero han destacado la incidencia y la mortalidad de algunas zonas, como Madrid, Barcelona y otras provincias de alrededor. En otras ha habido sobrecarga pero no tanta, aunque no haya sido fácil para nadie y se hayan tenido que extender y adaptar las camas de UCI. Estamos preparados en el sentido de que todas las comunidades están haciendo planes de contingencia, adoptando medidas de suministro para tener reserva estratégica adecuada u organizando los servicios de salud. Yo apostaría por una planificación para todo 2021. Entre otras cosas porque esos refuerzos epidemiológicos tienen que ser permanentes. Teníamos menos de 1 por cada 100.000 habitantes, y son muy pocos recursos.

¿Habría personal suficiente para atenderlo?

Yo insistiría en que hubiese contratos más extensos para los profesionales. Están exhaustos. Tienen que recuperar la vacunación que no se hizo en primavera, el retraso en las operaciones y rescatar a los pacientes con diabetes o hipertensión en los centros de salud, que además son factores de riesgo. Supone mucho trabajo y los sanitarios necesitan vacaciones. Parece que todo se ha preparado, pero debe asegurarse el personal, tenerlos más relajados y descansados. Cuando haya otras enfermedades respiratorias habrá que hacer diagnóstico diferencial, ahora la COVID-19 está sola porque en esta época no hay otras enfermedades como la gripe. Si hacemos prevención habrá también menos catarros ni gripes. Es un reto.

¿Una última recomendación para esta etapa?

Lo dije en la comisión de reconstrucción en el Congreso de los Diputados: que aumenten el precio del tabaco y reformen la ley para clarificar los espacios donde se puede fumar. Hemos agradecido a los sanitarios su trabajo, pero otra forma de agradecerles es evitar que haya más enfermedades respiratorias asociadas al tabaco. Así se baja la prevalencia del tabaquismo, y con ello los ataques de asma y las enfermedades coronarias. Otra forma es aprobar en un Consejo Territorial que los contratos de interinos no sirven para esta situación. Que contraten a sanitarios.

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