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Los Ángeles conmemora 50 años de las protestas estudiantiles chicanas de 1968
Cincuenta años después de las protestas de 1968 que sacaron a la calle a miles de estudiantes de origen mexicano en EE.UU. para reivindicar mejoras en su educación y en sus escuelas, Los Ángeles conmemora desde hoy unas protestas que marcaron un punto clave dentro del movimiento chicano.
Los conocidos como “Paros del Este de Los Ángeles”, ya que la parte oriental de la ciudad californiana ha acogido tradicionalmente a la población de origen latino, son el hilo vertebrador de unas jornadas dedicadas a explorar el legado de estas protestas, actos que han comenzado hoy en la Universidad Estatal de California Los Ángeles (Cal State).
Tras una serie de mesas redondas y ponencias, el día inaugural de estas jornadas se cerró con la apertura de una muestra fotográfica sobre cómo cubrieron los medios chicanos aquellas manifestaciones, mientras que este viernes cientos de estudiantes harán una entrada simbólica en la universidad como homenaje y recuerdo a quienes en 1968 salieron de sus institutos para luchar por sus derechos.
Cal State no es la única institución que conmemora las protestas de 1968, ya que, por ejemplo, el instituto Garfield, uno de los involucrados en esas movilizaciones, celebró hoy actos en recuerdo de las huelgas, y el Centro para los Ancianos de Lincoln Heights acogerá el sábado un debate con protagonistas de las manifestaciones.
“Como los defensores del DACA (programa migratorio de Acción Diferida) o el movimiento ”Me Too“ (”yo también“, en defensa de las víctimas de abusos sexuales), estos jóvenes pasaron a la acción para forjar su propio destino”, resumió hoy en un discurso Félix Gutiérrez, profesor emérito de la Universidad del Sur de California (USC).
El 1 de marzo de 1968 alrededor de diez mil estudiantes chicanos salieron a las calles en Los Ángeles para reivindicar medidas ante el elevado fracaso escolar de los barrios latinos y para reclamar mejoras en sus centros, educación bilingüe en inglés y español y que terminaran las actitudes racistas de algunos profesores.
Alumnos de institutos con amplia población latina como los de Lincoln, Roosevelt o Garfield encabezaron unas marchas que durarían varios días, que finalmente lograrían que las autoridades escolares escucharan sus demandas y que se sitúan entre los hitos del movimiento chicano junto a las reivindicaciones agrícolas de César Chávez o la Moratoria de 1970 contra la guerra de Vietnam.
No obstante, las manifestaciones estudiantiles de 1968 también sufrieron la represión de la Policía y varios líderes de las marchas, incluyendo al carismático Sal Castro, fueron detenidos.
“(Los paros) trajeron varios problemas al frente. Aunque las demandas eran en particular educativas, también abrieron las puertas conscientemente a otros problemas sociales, económicos, políticos y culturales”, dijo a Efe Carlos Callejo, uno de los estudiantes que participó en esas marchas.
David Sánchez, fundador del grupo chicano Brown Berets, explicó que la situación para los latinos en aquellos años era “muy mala”.
“El racismo estaba en su apogeo”, dijo Sánchez, quien aseguró que las autoridades locales, estatales o federales eran muy reacias a contratar a chicanos y que la Policía detenía constantemente los coches manejados por latinos.
Por su parte el fotógrafo Raúl Ruiz, que ha organizado la muestra de Cal State con recortes de la época de medios chicanos como La Raza o Inside Eastside, opinó que la clave de sus reivindicaciones era garantizar una oportunidad para todo el mundo, independientemente de su origen o posición social.
“Dejen que se tenga una oportunidad. Es todo lo que se pide”, explicó Ruiz, quien puso como ejemplo que él, viniendo de una familia de “raíces muy humildes”, es ahora profesor emérito de Cal State Northridge.
Por último, Callejo vio una conexión muy clara entre las marchas chicanas de 1968 y el reciente movimiento estudiantil que, tras la masacre en una escuela de Parkland (Florida, EE.UU.), reclama que se endurezca el control de armas, por lo que instó a los jóvenes de hoy en día a que escuchen los consejos de sus mayores que también salieron a las calles a defender sus derechos.
“Es importante que las nuevas generaciones tomen estos legados y los usen como ejemplos, como trampolines. No queremos que las nuevas generaciones reinventen la rueda y creo que deberían mirar a los veteranos como consejeros, como estrategas, para que no cometan nuestros errores”, apuntó.
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