Qué esperar de la gran expedición de la OMS en China sobre el origen de la COVID–19
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado la hoja de ruta de su gran investigación para trazar el origen del SARS–CoV–2 desde el mercado de Wuhan, en China. Es la primera vez que la máxima autoridad sanitaria en la pandemia se traslada sobre el terreno y pulsa el botón de rebobinar con el fin de “comprender mejor” al virus. Las intenciones son buenas, pero la carga de trabajo es tan amplia que la OMS no se ha atrevido a precisar una fecha de comienzo ni de los primeros resultados. Por eso, ¿qué podemos esperar de esta gran expedición?
Un escuadrón de expertos en salud pública, salud animal, seguridad alimentaria, epidemiólogos y virólogos de todo el mundo viajará hasta la región de Wuhan para trabajar tanto con humanos como con animales. La hipótesis de la que parten es que el coronavirus es una zoonosis, una enfermedad infecciosa que se transmite de forma bidireccional entre seres humanos y animales, lo cual convierte a estos últimos en una parte central del plan recién revelado.
Lo interesante, y a la vez lo que dificulta su misión, es que no comenzarán con el murciélago –el foco más probable por ser también reservorio del SARS–CoV–1, sino que acudirán a las especies que se vendían hace un año en el mercado por si hubiesen actuado como intermediadoras. Con más de 653 puestos y 1.180 empleados, empezar allí va a ser “como buscar una aguja en un pajar” según el catedrático de Salud Animal en la Universidad de Murcia, Christian de la Fe.
“Ir un año después al mercado a buscar pruebas es difícil, para empezar porque los animales no serán los mismos”, precisa. De hecho Wuhan ha prohibido el consumo de especies exóticas. No obstante, la OMS cuenta con una “lista de la compra” de lo que se exponía allí a finales de 2019: género vivo, entre los que se encontraban mapaches, ardillas, zorros, jabalíes, salamandras gigantes, erizos y ciervos, y además otros animales de granja y salvajes como ranas, serpientes, cocodrilos, ratas de bambú y tejones. Los investigadores rastrearán la actividad de toda esta mercancía comercializada entre noviembre y diciembre del año pasado, así como la de sus criaderos, sus cadenas de transmisión, y sus migraciones dentro y fuera del continente.
“A este tipo de sitios se los conoce como mercados húmedos porque la alta densidad de población, las aguas del marisco y los vapores de la carne generan un ambiente muy cargado, muy húmedo, que es un vehículo para la transmisión de cualquier enfermedad por vía aerógena”, explica Luis Alberto Calvo, presidente de la Sociedad Española de Veterinaria.
Mapear desde los puestos de venta, por lo tanto, ayudará tanto a comprender la raíz de la transmisión del SARS–CoV–2 como a conocer hasta qué punto afecta la Salud Animal a la hora de prevenir nuevas enfermedades zoonóticas emergentes de origen similar. “El problema que veo aquí es la falta de transparencia que tienen estos países con sus mecanismos de control sanitario en las granjas y los mercados”, reconoce Calvo. Un escepticismo al que se suma también el profesor De la Fe.
“En el Sudeste asiático las condiciones de bioseguridad de las explotaciones dejan mucho que desear. Además, consumen especies silvestres sin tratar y a las que les quitamos cada vez más hábitat, por lo tanto el contacto es mayor”, dice en referencia a un suceso que, aunque se haya visto complicado por la pandemia, no es nada excepcional. “Compartimos un 60% de enfermedades con los animales y la zoonosis ha existido siempre: rabia, gripe, tuberculosis, peste bubónica...”, enumera.
"Se los conoce como mercados húmedos porque la alta densidad de población y los vapores del marisco y la carne generan un ambiente muy cargado que es un vehículo para la transmisión de cualquier enfermedad", presidente de la Sociedad de Veterinaria.
Por todo ello, tanto expertos en Salud Animal como veterinarios reclaman el concepto de One Health, una única Sanidad, para salvaguardar la salud humana a través de un mayor control y conocimiento del mundo animal. “Como parece que las enfermedades animales no importan si no afectan a los humanos, nuestro punto de vista es más preventivo que el de otros sanitarios, pues nuestro trabajo también consiste en evitar que eso suceda”, defiende el presidente de la Sociedad de veterinarios. “Uno de los problemas de la pandemia es que no se ha dedicado nada a la prevención, solo a curar sobre la marcha”, apuntala Calvo.
Por eso, cree que la investigación de la OMS es interesante pero tendría que haberse hecho al principio: “Ahora tiene menos gracia”. Además, hay muchos desafíos que no se especifican en el 'paper', entre ellos el de capturar un número suficiente de animales salvajes como para tomar muestras significativas: “Con los visones es fácil porque están encerrados en granjas, pero estas investigaciones son muy costosas y tienen un protocolo muy concreto de publicación y demostración. De conseguirse resultados, no creo que los veamos hasta que pasen años”, adelanta.
De las granjas de visones a las mascotas
En el informe de la OMS se precisa que los investigadores se centrarán sobre todo en felinos y mustélidos, es decir, la familia a la que pertenecen los visones y los hurones. A pesar de que existe mucha incertidumbre, los expertos precisan que la transmisión que se ha documentado por el momento se ha dado desde los humanos a los animales, incluido en el caso de los visones, uno de los que más preocupan actualmente a la comunidad sanitaria dentro y fuera de China.
Respecto a eso, el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC) ha recomendado que se hagan pruebas de COVID–19 a los visones y trabajadores de las granjas peleteras tras los casos positivos detectados en Dinamarca, que mostraban variedades del patógeno relacionadas con estos animales. “Su sistema respiratorio tiene rasgos comunes al de las personas y es más receptor de esta infección”, explica el profesor de Salud Animal Christian de la Fe.
“De hecho, desarrollan síntomas e incluso se mueren por neumonía”, explica. La decisión de sacrificar a millones de visones en el país nórdico ha causado conmoción, pero el veterinario cree que comportan un gran riesgo. “Cuando se transmite entre ellos, el virus presenta mutaciones que podrían alterar la eficacia de las vacunas que se están investigando” y mantenerlos vivos “es una opción demasiado peligrosa”, piensa el catedrático.
Respecto a los felinos, la OMS se basa en un estudio realizado a principios de año en China tanto con gatos callejeros como domésticos, donde el 13,7% de una muestra de 150 dieron positivo en COVID. En este sentido, los veterinarios consultados piden cautela. “Si un gato enferma, lo más normal es que sea sintomático y no hay evidencias de que nos vaya a contagiar, pero al contrario sí”, explica Luis Alberto Calvo. “No conviene alarmar, porque si no se expresan bien los motivos de la investigación mucha gente cogerá al gato y lo abandonará”, resalta.
En lo que ambos coinciden es en que puede servir para mejorar la higiene básica con las mascotas. Al ser animales que viven a ras del suelo, se exponen a más agentes infecciosos que los humanos. “No hace falta una pandemia para que nos acostumbremos a lavarnos las manos cada vez que acariciemos a nuestro animal”, prosigue Calvo. “Pero es importante recordar”, dice De la Fe, “que no hay riesgo de Salud Pública ni en perros ni en gatos”.
El equipo de la OMS también analizará los registros hospitalarios de Wuhan para averiguar si el virus se estaba propagando antes de diciembre de 2019. Los investigadores entrevistarán a las primeras personas identificadas con COVID–19 para averiguar dónde podrían haberse contagiado, y tomarán muestras de sangre al personal médico, a los técnicos de laboratorio y a trabajadores agrícolas en busca de anticuerpos contra el SARS–CoV–2. Según la revista Nature, esa parte del trabajo podría haberse puesto ya en marcha en China.
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